Original en El Café del Foro > junio/05
Quién le iba a decir a Abd-Allah el Baezano que pasados los años las tierras de Quesada se iban a convertir en la atracción de cristianos irredentos. Riscos, encinas, quejigos, olivos, más riscos, pinares, agua y más riscos hacen de Tiscar lo que es, un acento en mi tierra andaluza.
Bien es cierto que el Santuario de Tiscar viene a quedar donde Cristo perdió las chanclas, pero merece la pena el viaje. Sobre todo si tienes la suerte de tener una amiga cuya familia conserva, justo al borde de la Cueva del Agua, escondida entre los pinos, una vieja casona en cuyo jardín la sombra de los castaños enmarcan el lugar ideal para montar una barbacoa de las que quitan el sentio. Y el colmo de la suerte es que te acompañe otro amigo, maestro barbacoero, que se tizna los dedos y chamusca el hocico para que las chuletas, los pinchitos y las tocinetas salgan como Dios manda y a ti sólo te quede decir:
-Alfredito, t’ ha salio de puta madre.
En Tiscar se amanece pronto. Son apenas las 7’30 cuando ya estas dando cuenta de un buen café y unas tostadas con aceite, que aquí sería pecado sin absolución desayunar otra cosa.
Y luego, al monte. Cualquiera de los picos que rodean el Santuario pueden ser la meta, el Cabañas, el pico Gilillo o la Loma del Rayal. Tiene cojones coronar cualquiera de ellos y entre la base y la cima vas dejando, poquito a poco, las chuletas, los pinchitos y las tocinetas que Alfredito te preparó el día anterior. Ya cuando estas arriba, sólo el cielo sobre tu cabeza, te viene a la memoria aquello de "Juanito, que grande eres".
La bajada la haces con la directa puesta, casi cayendo al vacío, siempre con el rumbo puesto en el humillo que se cuela entre la arboleda y es promesa de que Alfredito está a lo suyo.
Comida entre amigos, cerveza fresquita y comentarios jocosos. Sucede a este rato el de la siesta, sagrada, intocable, único lugar donde un cristiano puede estar cuando el sol quema los campos y hasta los lagartos llevan sombrero de paja y piden clemencia mirando al Lorenzo. Un café oloroso te vuelve a traer al mundo de los vivos.
Poco rato después el sol, misericordioso, se esconderá entre las cumbres de los riscos que se levantan a occidente, no sin antes advertirte que mañana te espera. De cualquier modo, mejor en verano que en invierno. Estuve aquí un enero, se me ocurrió mear en la calle y se heló el chorrillo antes de llegar al suelo.
En Tiscar no se ve la tele ni se oye la radio, no llega la señal. Los móviles tampoco son operativos. No te queda otra que conversar como antaño, al frescor de la arboleda y a la luz de las bujías.... sí sí.... he dicho bujías. Un ciento de recuerdos, de confidencias, te llevan al umbral del sueño..... en Tiscar se amanece pronto.
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