La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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22/10/15

Guardapáginas.

-Es esto suyo, maese Mairena, un confesionario.
-De ninguna manera, amigo Sancho. La confesión requiere el propósito de enmienda y el arrepentimiento.
-¿Un diario, quizás?
-Tampoco buen Sancho, un diario requiere objetividad en lo tratado, y estas páginas acaban sometidas a no herir la sensibilidad de lectores ocasionales o suscritos.
-¿Pues qué es este invento, don Mairena?
-Un desahogo, amigo Sancho… un desahogo.

el astronauta

Hoy despedimos a un colega.
No voy a decir definitivamente porque no es que haya pingado las patas –que las pingará-, es que se jubila.
Se sentaba dos bancos por detrás del mío en la galera. No les voy a decir que fuéramos amigos, porque nunca le di las llaves de mi trastero; pero nos tenemos cierta confianza.
Y como ese es ahora mi trabajo –que ya tiene cojones la cosa y en lo que he devenido- me ha tocado organizarle la comida del adiós. Sesenta personas que se reparten entre el lomo al maracuyá –no sé que es-, el rape a la marinera o el bacalao a la vizcaína. Nos iremos al salón social de mi Club de Tenis, donde te puedes desmadrar sin que luego aparezcan testigos de cargo. Lo malo será el volver… con los controles de alcoholemia y esas nonadas; bueno, Coca-Cola pa to el mundo y a tomar por culo.

Este colega, ya desvencijado y descangayado, oído que iba a viajar a Salamanca me recomendó, con mucha fruición, que no dejara de fotografiar al astronauta de la catedral de Salamanca.
-Tendrás que buscarlo, me dijo, y si me traes su foto, con el boscani@ en la firma, te invito a una noche... digamos lúdico cultural. No te va a ser fácil.

Así que yo y Nikita nos presentamos con cierta ilusión –curiosidad- ante la fachada de la catedral de Salamanca.
Esto va a ser coser y cantar.
¡Que si flores!

El primer día le dimos como seis vueltas al perímetro de la catedral, deteniéndonos con mucho miramiento ante cada una de las portadas. Nos mojamos de mucho mojarse, pero no dimos con el astronauta dichoso… estaría de paseo espacial.

Aquella tarde tocó documentarse debidamente. Así conocimos que Neil Armstrong fue un capricho del último restaurador de la fachada catedralicia, a cada uno de los cuales se les concede la ocasión de añadir a la portada una aportación personal. Este se pasó tres pueblos, porque no sólo colgó el astronauta, sino también al dragón comehelados y al primo de Espinete.
En el año 2010 el astronauta misterioso apareció con un brazo roto, circunstancia por la cual fue retirado para su restauración.
Uno se dijo:
-Coño, mal está la Seguridad Social, pero cinco años para arreglar un brazo son muchos años… aunque cosas peores se han visto.

Con esa información, y una foto del susodicho en la pantalla del móvil, nos pusimos otra vez a darle vueltas a la catedral. Cualquier observador espacial que hubiera reparado en mí hubiera afirmado, sin temor a equivocarse, que yo era el tonto la catedral.
Pero tampoco dimos con el astronauta.

La víspera de nuestra partida, decidimos que, sí o sí, daríamos con nuestro objetivo aunque para ello tuviésemos que llamar a la puerta del obispo.
Pero la estrategia se desarrollo de otra manera: Llegados a la plaza de Anaya, nos detuvimos a esperar que pasará por allí alguien con cara de saber como buscar un astronauta.
Dimos por fin con un lugareño, ya licenciado de la facultad, y le abordamos directamente. No nos equivocamos.
-Sobre aquella puerta, según la miramos a la derecha, está el astronauta.

¡Por los cojones! No era a la derecha, era a la izquierda.
Pero iniciada la nueva tribulación nos arrolló una turba de japoneses que, pasando sobre nosotros, apuntaron sus cámaras a la diana que tanto buscábamos.

-OOOOOhhhhhhhhhhhh allí estaba el hijo de puta. Y bajo sus botas, un poquito a la derecha, el dragón comehelados. Y bajo ellos, cien japoneses disparando sus cámaras. Y Nikita y el menda con una cara de bobos que no veían en aquella plaza desde la última conferencia de Luis Vives.

Les dejo la prueba documental de que cumplimos nuestro objetivo.
Y, aunque "lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta”, no es menos cierto que “quien la sigue la consigue”.

el dragón comehelados

el astronauta