La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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10/9/16

Otra vez Las Nutrias

Charca de las Nutrias

Fue el 1º de septiembre de 2012 la última vez que subí a la Charca de las Nutrias.
Ni me acordaba ya lo lejos y lo alto que estaba. Dios bendito. Y con la caló que jase.

La zona norte de Estepona presenta una orografía atormentada. Muy atormentada. Las estribaciones de Sierra Bermeja llegan prácticamente a la playa y ello hace que, cien metros adentro, ya te encuentres unas cuestas del copón.
Así, la Charca de las Nutrias es uno de los lugares a los que nunca te podrá acompañar quien no esté por pasar antes un mal rato... o dos.

Entre el lugar donde iniciamos la ruta y el escondrijo en que dejamos las bicicletas, tienes tiempo sobrado de echar el bofe y recoger tu corazón de la cuneta como media docena de veces.
Después de subir 12 kilómetros hacia el norte, hay que dejar las bicicletas –bien candadas, desde luego- y subir el curso del río Castor, como dios –con minúsculas- y la Naturaleza –con mayúsculas- te van dejando.
Lo dicho… sólo para adictos.

Como esta vez no llevábamos más que las zapatillas de ciclismo optamos por bichear en vez de vadear. Esto nos obligó a subir escarpadas rocas cortadas sobre el cauce del río con el muy cercano peligro de perder pie y terminar donde no querías… con las zapatillas mojadas. Ello en el mejor de los casos, que es caer en el agua. El peor no conviene siquiera imaginarlo.

Es verdad que merece la pena. Una vez en la Catedral que supone este rincón del río Castor, el tiempo se detiene. El silencio sobrecoge; sólo se oye el correr del agua de la cascada que alimenta la poza. Una piscina de agua fría y clara se ofrece a tus ojos y tus agostados músculos. Nadie se puede resistir al baño.
No importa no hayas traído traje de baño; no lo vas a necesitar.

nadar y guardar la ropa

Naturalmente también tengo fotos en bolas; pero La Vidriera se encuentra en permanente horario de emisión infantil.
Lo que sí vendría de perlas –y tomo nota para la próxima- es hacerse de unos escorpines, los zapatos esos ideados para bañarse en playas donde la arena brilla por su ausencia y son las piedras las que te joden los pies. Me han dicho que los venden en el Decathlon.

La vuelta es más fácil. Los deberes hechos, el espíritu reconfortado, el desnivel medio en descenso, Julieta vuela buscando la línea de costa. No estaría de más echar el casco para la vuelta; por si un acaso.

16nutrias-4*

1/9/16

¡¡¡ EUREKA !!!

Escribir de uno mismo –o de sus obras- en un lugar como este puede perseguir un fin exculpatorio, de reconocimiento, o justificativo. En cualquier caso, lo que si representa es un ejercicio de pedantería. Y aunque asumo el último, rechazo de plano los tres primeros.
Deberán tomar este cristalito como el ¡eureka! de Arquímedes; sólo que a mí no me verán correr desnudo por las calles; no estimo la cosa para tanto.


Convendrán sus mercedes conmigo en que cualquiera podría afirmar que un cuadro es de Dalí sin ver la firma.
Cualquiera puede asegurar que un texto está escrito por Pérez Reverte, sólo leer los dos primeros párrafos.
Cualquiera también puede aventurar que una fotografía es de Domingo Leiva o Ramón Masats sin más que ponerle los ojos encima.
Y Dalí, Reverte o Leiva pudiera ocurrir que le caigan a Cualquiera talmente como el culo. Pero una cosa no tiene absolutamente nada que ver con la otra.

Todos los que andamos en el mundo del artisteo, seas profesional o por pura afición, persiguen aquello que se da en llamar definición de estilo. Podrá gustar más o menos, de aplaudir o abuchear, pero si consigues trazar un resultado definido, estas bastante cerca de la meta… dando por sentado que a la meta no se llega nunca.

Tengo motivos, subjetivos, para estar contento.
¡EUREKA! Estoy bastante cerca de conseguir lo que quería, alcanzar lo que tanto perseguía y adoptar, definitivamente, una definición de estilo. Fotos que son tales, pero con ínfulas y sueños de pintura, dibujo, quizás de comic; donde el color cobra protagonismo –la vida es en color- y los perfiles se acentúan como lianas que pretenden amarrar al espectador.

Ello no podría haber sido posible, evidentemente, sin las herramientas adecuadas. Estas herramientas no son otras que el Photoshop, el plugin de filtros de Nik Collection y alguna pócima más de las que guardo en el más íntimo de mis baúles.

Hay, habrá, algunos lienzos que no admiten el tratamiento ni a las malas. Paridos igualmente, siempre serán hijos bastardos a los que reconoces, pero quieres un poquito menos y casi te da vergüenza presentarlos en sociedad. Son esos que alguno de ustedes pediría… no lo toques por favor.

Les dejo dos ejemplos de los primeros, de los queridos, de los que me llenan el alma de gozo y justifican, al fin, una jartá de años de desvelo.
Podrías decirme… ¿y tanto para esto? Pues sí, primo, tanto para esto. Que no se trata que te guste a tí –que si también, mejor-, se trataba de llenar mis ojos con los colores de mi paleta.
Y que tú, crítico sañudo y feroz, al contemplar mi obra, pudieras decir dándotelas de chulo:
Esto lo ha perpetrado el Mairena.

Calle Mayor
Calle Mayor de El Burgo de Osma, Soria. La piedra y el alma castellana, tan sola, como protagonistas.

el vendedor de nardos
Pensé llamarla La Violetera; pero algún insensible me reprocharía una inexistente falta de respeto. Así que la he llamado “el vendedor de nardos”. A las puertas del Santuario de la Virgen del Mar, los ofrece, casi por la voluntad, a los que no sabemos rezar.