La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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27/3/21

la Caldera Volcánica de Majada Redonda

El cristalito de hoy también viene disfrazado de documentales de La 2.

Esta vez fue mi amigo Enrique quien me propuso una excursión al centro de la Caldera Volcánica de Majada Redonda. Él, como suele suceder, haría de sherpa. La verdad, sus mercedes lo saben, a mí me resbala un mucho todo esto de la arqueología, la minerología y por ende la vulcanología; lo mío siempre fue el elemento humano. Pero un guacabaud al centro de la naturaleza es un caramelo difícil de rechazar.

Así que mientras nosotros vamos, les guío por si alguno de ustedes quiere seguirnos. Y para que no te pierdas...




Antes que nada deberíamos saber que es una Caldera Volcánica. La Wikipedia dice que "una caldera volcánica se forma cuando se derrumba la cavidad magmática de un volcán. El cono se hunde y deja una depresión circular en el terreno.
La producción de una caldera es uno de los eventos más devastadores e impresionantes del vulcanismo. El colapso del techo y del edificio del volcán se produce tras un proceso muy rápido (pocas semanas o incluso días). Y está ligado a erupciones de alta explosividad en las que llega a expulsarse 2000 kilómetros cúbicos de magma".


Algunas de las "bombas" lanzadas en estas erupciones se pueden encontrar por los alrededores. 
Las calderas volcánicas, debes saberlo, no son corrientes. Y en la Península sólo hay unas cuantas.

Para llegar a esta tienes que tomar la AL-4200 que es la carretera que va a Los Escullos y San José. Justo en el km. 3, a la izquierda, sale un camino rural asfaltado –no me atrevería a llamarlo carretera- que te llevará hasta las Presillas Bajas, una pedanía de Nijar. Este ramal tiene escasamente un kilómetro.

A la entrada de las Presillas Bajas te encuentras una era bien conservada y un estacionamiento donde puedes dejar tu vehículo. La era, por la parte superior, está limitada por la calle Perdigal. Siguiendo esta calle, hacia poniente, te llevará a la rambla que marca el inicio del sendero hasta la Caldera.

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El trayecto de ida, todo siguiendo la rambla y perfectamente señalizado, no tiene más de 3 kilómetros en una suave y agradable subida.

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El paisaje que verás se caracteriza por vegetación esteparia a un lado y otro de la rambla, cubriendo cerros y depresiones. Algarrobos, lustrosas higueras, almendros, palmitos, pitas, hinojos, y un catálogo completo de vegetación mediterránea.

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Aproximadamente a mitad de camino, a mano izquierda según subes, te encontrarás con las ruinas del Cortijo de los Berengueles. No te pasará inadvertido porque está justo detrás de un pozo chapuceramente señalizado. Tan chapuceramente que constituye un serio peligro para todos los que por allí se acerquen. La boca del pozo tiene más de un metro de diámetro y el fondo ni se ve; pero lo peor es que la boca está a ras del suelo.

El que ha puesto la señalización al citado pozo debería haber caído en que por allí pueden pasar niños, mascotas, e irresponsables como el que les escribe que se asomen a ver la profundidad del pozo salvando los cuatro palos que lo delimitan y de los que ya faltan dos. No estaría de más –es una opinión, claro- que el pozo estuviera enrejado de forma que fuera absolutamente imposible que nadie se caiga dentro.


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Lo más característico del Cortijo de los Berengueles, volviendo a lo esencial, es la hermosa era que luce ante su fachada.

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Unos metros más adelante encontrarás otro de los hitos característicos de esta ruta; el Simca 1000. Qué difícil es hacer el amor… ya lo dice la canción… está lleno de piedras y resulta inexplicable como el cochecito pudo llegar hasta aquí. Iker Jiménez y todos los recursos del Cuarto Milenio se pusieron al servicio de esta investigación sin que sacaran nada en claro. A mí, más que Simca, me pareció un Renault 8 como el de mi amigo Marcos.

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Recorridos casi tres kilómetros, encontraras el cartel que anuncia la finalización del sendero, pero este sólo te deja a las puertas de lo que es propiamente la caldera.

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Si quieres entrar en ella… ya que estás allí… deberás caminar aproximadamente un kilómetro más, hasta llegar a un Indalo que alguien, con extraordinario sentido de la oportunidad y la ubicación, ha dibujado con piedras en un pequeño claro.

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Nosotros lo hicimos unos cientos de metros más, pues queríamos hollar el centro geográfico de la caldera. Allí nos hicimos una foto, con el fondo de la cúpula del centro de ayuda a la navegación aérea que el Ministerio de Fomento tiene situada en la cima de la caldera, y a la que se llega siguiendo el Sendero Requena, al otro lado de la vertiente. Que nadie diga que no estuvimos.

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Luego sólo queda volver. Aunque la dificultad del trazado es baja, te aseguro que agradecerás la ducha consiguiente; te aconsejo, eso sí, que no hagas esta ruta en agosto. Y hablando de ducha, antes de llegar a ella, lo mejor será disputar el tercer tiempo; la mejor forma de terminar una agradable mañana de senderismo. Como en Las Presillas no hay farmacia, tendréis que bajar a Los Escullos o La Isleta del Moro. Te pillan a un paso.

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... y de postre un añadido de mi amigo el Sherpa.



6/3/21

el poblado minero de San Diego

 

Una de las ventajas de tener amigos es que siempre pueden acompañarte a lugares en los que, ni de coña, irías solo. Es el caso. Esta vez fue mi amigo Enrique, compañero de tenis y aventuras, el que se brindó amablemente para servirme de sherpa y acompañante en el guacabaud que nos llevó a visitar las ruinas del antiguo poblado minero de San Diego.

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-Punto de partida.

El poblado minero de San Diego fue una de las tres instalaciones que Minas de Rodalquilar S.A. construyó en la zona para la extracción de oro. Estas viviendas, construidas cerca de las minas, eran disfrutadas por los mineros en régimen de alquiler e incluían almacén y garaje. Lo del garaje parece algo superfluo porque no creo que ninguno de los mineros, en aquellos tiempos, dispusiera de coche.

Lo que si sabemos, consecuencia de meter las narices en los lugares oportunos, es que disponían de cocina/chimenea y patio, pero no de baño. Las necesidades más elementales se realizaban en el campo… que allí sobra.

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La empresa, de capital inglés, explotó las minas desde el año 1929 al año 1936, en que estalló la guerra incivil. Una empresa de capital nacional, ADARO, volvió a poner las minas en funcionamiento en el año 1940, a raíz del nuevo hallazgo de un yacimiento aurífero en el Cerro del Cinto. La explotación continuó hasta el año 1966 en que, definitivamente, cerraron las minas. Desde entonces, desolación, abandono y ruina.

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Alguno de los mineros pretendió quedarse con las casas que hasta entonces habitaban pero la Administración, siempre tan oportuna, no lo permitió. El resultado es el conocido; derrumbe y soledad.

Al poblado minero de San Diego se llega partiendo del Centro de Interpretación –Casa de los Volcanes- de Rodalquilar por el camino hacia Los Albaricoques, al norte y al oeste, a unos 2’5 kilómetros. Si siguiéramos el camino, antes de llegar a Los Albaricoques, pasaríamos por el Barranco Requena y el afamado Cortijo del Fraile. Les apunto esto por si quieren prolongar la aventura.

Lo más curioso de San Diego es el túnel que desde el camino atraviesa la montaña para desembocar en un mirador desde el que se contempla el poblado.


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-Los expedicionarios en el mirador que da al poblado.

Luego sólo queda desandar lo andado y refrescarse el gaznate en cualquiera de los bares de Rodalquilar. Nosotros elegimos el Crisol, que regenta nuestro barbudo amigo Antonio, motero de pro que exhibe su Harley en el propio local como los matadores lucen en sus cortijos la cabeza del toro con el que se cortaron la coleta.

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-Mojar la aventura en cerveza es la mejor forma de terminarla.