La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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6/11/17

el Infierno

No, no es de ese Infierno del que les voy a hablar; es de otro Infierno.

El pasado viernes, a la hora del vermut… como no podía ser de otra manera, entregó la manguera, el rodillo de alisar, las llaves de su amotillo y las herramientas del huerto, mi querido Juan Sánchez Gázquez (a) el Infierno.
Nunca más oiremos su vozarrón sobre las pistas de tenis del Indalo. Nunca más le oiré chancearse de mis adversarios –y de mí mismo- mientras nos gritaba a voces:
-Vergüenza os tenía que dar, no poder ganarle a un viejo.

Nunca más la lotería de navidad que nos guardaba el tiempo que hiciera falta.
Nunca más la copa de vino, las habas, la panceta de barbacoa, las bromas y las risas.
Ya no volverá a molestarnos pasando la cortadora de césped justo cuando el partido se ponía cuesta arriba; o cuando arrancaba la moto para andar 20 metros al tiempo que tú cometías una doble falta. Ahora, Infierno, sabes que daría no ese, sino todos los partidos por perdidos con tal de que nos volvieras a incordiar con tus cosas, tus bromas, tus comentarios y tus ruidos a destiempo.
Se fue el Infierno, y otra vez se visten de negro las pistas de nuestro Club.

¿Quién se ocupará ahora de arreglar con mimo la arcilla de las pistas?
¿Quién faenará en tu huerto? … probablemente el único huerto tenístico del país.
¿Quién cuidará tus perros y tus gatos? Canela y el Espeluznao ya te echan de menos.

Seguramente encontrarán a otro, Infierno; que dicen por ahí que nadie es imprescindible. Debe ser verdad, como también lo es que hay gente más prescindible que otra. Te has ido tú, y nos vamos un poco todos. Y más que todos, el viejo Indalo, que no está ya para aguantar muchas cornadas.

Donde quiera que estés, ve preparando la pista que ya nos iremos acercando. Pero hazlo sin prisa, con mimo, como lo hacías aquí. Tú, como he leído estos días, a tu aire. Así me da tiempo a recuperarme de la lesión del dedo.
Ya sabes, Infierno, que uno no es mucho de creer ni en Dios ni en sus embajadas; pero si es por ti… Padre Nuestro que estás en los cielos…

Y añado:
A nuestro amigo y compañero Infierno le llamaban así por el lugar donde nació y pasó buena parte de su niñez; la cortijada -que no el cortijo- Infierno, un lugar áspero y seco, donde sólo crece el esparto y la jara, hoy felizmente derruido y que se encuentra ubicado dentro de los confines de la zona de prácticas de la base militar de la legión en Viator.

Descansa en paz, amigo.

17nov-204*