La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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9/8/11

la cosa esa del Freestyle.

Lo que les voy a contar hoy quizás no represente más que el episodio de babas de un abuelo chocho. Asumiré el riesgo de que así sea.
Con todo, eso se verá pasados unos años, cuando mi nieto… a quien finalmente va dirigido este cristalito, se encuentre en condiciones de leer… y entender, la experiencia mágica –no voy a decir religiosa- de una noche de verano.

Porque la noche del pasado sábado, cogidos de la mano, nos fuimos a ver… como moteros de toda la vida que somos , un espectáculo de Freestyle en el circuito de Cuevas del Almanzora.

Y es que a Sergio le cautivaron las motos desde que vio, y oyó, la primera de ellas en la calle. Él las clasifica en tres categorías, las motos que corren, las motos que saltan… y las demás. En esta ocasión tocaba disfrutar de sus preferidas, las que saltan.

Y los mejores de los mejores, Torronteras, Dylan Trull, Pedro Moreno…, nos hicieron disfrutar viendo la de tonterías que se pueden hacer –sabiéndolas hacer- con una moto. El Torronteras se tiró el detalle, además, de regalarnos una divertida e inesperada sesión de showman vocal.
El Freestyle es un espectáculo de música, luz y acróbatas en motocicleta; el Freestyle es magia.

Empero, el espectáculo, para este abuelo chocho, no estuvo en la pista sino en la grada. En la cara y en los ojos de Sergio, alucinado por la borrachera de sensaciones que se le venían encima empapándole como una tormenta de verano y de la que tuve la fortuna de disfrutar.

Ni siquiera la presencia de un grupo de tontos del culo, sentados a nuestra vera, pudieron amargarnos el rato. Los muy capullos no tuvieron otra idea más original que acudir el espectáculo acompañados de una motosierra dispuesta al sacrificio. Desprovista de la hoja de serrar, la maquinita fue utilizada –hasta la extenuación- como un artilugio de producir ruido. Y tanto ruido produjeron los muy anormales que terminaron por reventar la dichosa maquina, que terminó con las bielas fundidas y el aceite esparcido en los asientos que los descerebrados ocupaban. Ojala hubiera pasado bastante antes.

Sergio, cada vez que veía la intención de uno de ellos de arrancar el artefacto, se llevaba los deditos a los oídos y me miraba como preguntando… ¿tenemos que aguantar esto?.
Pues no tuvimos más remedio que aguantarlo porque no nos fue posible cambiar de ubicación dado que el recinto estaba hasta la bandera. Para el año que viene, si repetimos, ya andaremos más avisaos en cuanto a la ubicación.

Ya casi al final, de postre, como bálsamo infalible para olvidar la banda del motosierra, Hugo Arriazu nos regaló la originalidad de realizar un back-flip pilotando un… quad; lo nunca visto.

Por si a mi cuidado acompañante le quedaba algún hueco donde guardar emociones, a la salida del evento le compré una pequeña moto de juguete -réplica de las que había visto- en uno de los tenderetes que rodeaban el circuito. La noche del sábado durmió sobre esa moto, mientras realizaba arriesgadas piruetas a la luz de los focos.

El mágico sueño de una noche de verano.
Tan mágico como el momento en que Sergio llegue a abrir esta ventana para recordar que, su primera asistencia a un espectáculo de este tipo fue de la mano de su abuelo. Y que su abuelo estuvo encantao.

72-2

5/8/11

la piel a tiras

Disculpen que les hable bajito, es que no me sale la voz del cuerpo… aún.

Desde ayer conozco la sensación –ad litere- de lo que uno pasa cuando le arrancan la piel a tiras.
También sé, esto ya de antes, que el hombre es el bicho que tropieza dos veces en la misma piedra. Pocos días antes de practicarme la vasectomía, un amigo, pongan lo de amigo entre comillas, me aseguró:
-No te enteras de ná.

Llevaba razón. Tras recibir cuatro banderillas negras en el perímetro de los huevos, a modo de anestesia, perdí el conocimiento y cuando desperté –ya en la sala de reanimación- lo mismo daba que hubieran hecho una vasectomía, una ligadura de trompas o una capadura en toda regla. Ni que decir tiene que a este "amigo" no he vuelto a dirigirle la palabra.

Ayer pasó algo parecido. A las cinco de la tarde, hora taurina y premonitoria donde las haya, estaba citado en el Instituto Glamourmen para depilarme la espalda… a la cera.
Vaya por delante que uno es hombre de pelo recio, abundante, varonil, algo parecido al hombre-lobo.
Pregunté si iba doler y ella, candorosa, susurró… un poquito. A los quemados de la Inquisición, a los desollados en el potro, debían decirle lo mismo.
Tendido sobre la camilla, decúbito prono, indefenso, me dejé hacer… y la confianza mata.

La marmita de la cera hervía, y el burbujeo de aquel mejunje anaranjado y espeso me puso la mosca detrás de la oreja; luego vino lo que vino.
El primer alarido se oyó –dicen los vecinos- en casi todo el barrio. Cuando ya el grito no era posible porque mi garganta se había secado, se me escaparon dos lágrimas como puños, y cuando quedé sin lágrimas lo que escapó –creo-, al tiempo de un nuevo arrancamiento en las partes blandas, fue un estruendoso peo que debió sonar a alarma de fusión nuclear porque puso a la esteticien en fuga por los pasillos dando grititos de horror, no sin antes tirar la cuchara en el cazo de la cera y salpicar de mala manera la inmaculada limpieza de la sala.

Esta vez no perdí el conocimiento, aunque si la compostura. Me quejé amargamente a la dirección.

De cualquier forma, la culpa no es mía. Estas cosas se avisan, se previenen, se amortiguan, se citan en la publicidad.
-Mira Juanito, que esto duele.

Y ya uno se hace su composición de lugar y sube a la piedra del sacrificio sabiendo que le espera… si es que sube.
Luego lo quisieron arreglar con masajitos en la espalda, caricias varias y mimos comerciales, pero ya el mal estaba hecho; yo ahí no vuelvo.

potro2

Camilla de terapia del Instituto Glamourmen. El agujero del centro pueden imaginar para lo que es.