La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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31/5/07

El loco de la estación.

Colgado en El Café del Foro > mayo/06

Ahí lo tienen. Se llama Alí Oudai, y su principal y única ocupación es dar vueltas, una y otra vez, a la plazoleta que tienen ante su vista. Mientras lo hace recita, incansadamente, una extraña letanía que pone los pelos de punta al mismo profeta.

Alí Oudai hace jornada de mañana o tarde. Esto quiere decir que si está por la mañana, no lo veré por la tarde, o viceversa, pero aún no pude averiguar que particulares razones le hacen escoger un horario u otro.

Alí es moro. Quedaría tal vez más fino, más políticamente correcto, que les dijera que es magrebí. Pero no, es moro. Quizá magrebí también, pero más moro que Muza. A saber como el señor Alí Oudai, del que consta que tiene la cabeza como un cencerro, arribó a las costas de la vieja Europa. Sólo tenemos la evidencia de que no sólo llegó, sino que se quedó. También es seguro que no vino en patera. Nadie embarcaría con un orate en su cayuco, pues como tienen sabido sus mercedes, eso trae un mal fario que te cagas. Y mucho menos en una travesía en la que la Parca tiene asiento reservado a la popa. Así que le suponemos hizo el viaje en clase turista de la Transmediterránea y con 5.000 dirhan’s en el bolsillo de la chilaba.

Tampoco les puedo dar detalle de con qué subsiste. Si reparan en la foto verán que sostiene un vaso en su mano derecha. Aunque lo fácil sería suponer que es güisqui, con cuyos efluvios estaría justificada la razón de su desvarío, el verdadero contenido del vasito es café con leche, siempre café con leche, donado graciosamente por el propietario de un bar cercano.

Así, mientras Alí continúa dando vueltas a la plaza como borrico a su noria, su gori-gori en la boca, los inquilinos del consulado de Marruecos, aledaño al lugar; los civiles, también aledaños; y el público en general, miran hacia otro lado. El loco porque lo es, los otros porque se hacen...... ¡vaya mundo de locos!
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-Intermodal de Almería / El loco.

20 de Septiembre.

Me han contado los más viejos del lugar que él se llamaba Andrés, Andrés Rabiate. Y ella Lucía. Me han contado que él hacía lo que casi todos allí, faenar en la mar.

Lucía, la menor de seis hermanos, apenas cumplidos los diecisiete, huérfana de madre, ayudaba en las cosas de la casa y en las salinas aledañas a la aldea; que todas las manos eran pocas para subsistir en aquellos años. Cuando el sol se asomaba cada mañana, despuntando tras el promontorio en el que se asienta el faro de Cabo de Gata, el Califato Segura ya hacía tiempo que se mecía en las aguas de la bahía.
Pero para Andrés amanecía mucho más tarde. El día no era tal hasta que Andrés no lo veía en los ojos de Lucía; y eso nunca ocurría antes del mediodía, cuando el barquichuelo aproaba al refugio de Monteleva para dejar en tierra las pocas melvas, sardinas y pulpos que aún saltaban en su sentina. Cuando Andrés se acercaba a puerto cada mediodía, sus ojos entrecerrados para protegerse del sol en su cenit, nunca tomaron como referencia el espigón de los gatos o la torre de Vela Blanca. Su referencia siempre fue la falda de Lucía, agitada por el viento mientras la chiquilla corría hasta el amarradero que sujetaría al Califato.

La tarde se iba, su mano en su mano, sus ojos en sus ojos, entre sueños y huidas a cualquiera de las pequeñas calas que esconden los acantilados del Cabo, y en las que ellos mismos se escondían. Así pasaba la vida hasta el aciago anochecer en que el señor Ramón, el padre de Lucía, le anunció –como quién recita un avemaría- que quince días más tarde se desposaría con Don Bernardo, treinta y cinco años mayor que ella, afincado en Madrid y, lo que es más importante, dueño de las salinas que daban de comer a su padre, sus cinco hermanos y ella misma, dueño de la casa que habitaban, dueño de los trajes que vestían, dueño de sus almas y de sus voluntades. Era eso, o eso. Lágrimas o lágrimas.

No volvió a hacerse a la mar el Califato. Los muchachos barajaron mil formas de salir de la trampa. Eludir el compromiso por parte de Lucía suponía dejar en el paro a su padre y hermanos. Y un paro de 1942 era mucho paro. Andrés se arrodilló ante Don Bernardo y le ofreció, a cambio de su novia, todo lo que tenía; el Califato y lo que pudiera faenar de por vida. Ni siquiera recibió contestación. Amablemente, un criado, le puso en la calle.

El 20 de Septiembre de 1942, inusualmente para aquella fecha, amaneció nublado. Una espesa calima se pegaba a la playa, a las humildes casas y a los barcos varados en la arena. El mar, de puro quieto, no se oía. En la puerta de la pequeña iglesia de San Miguel, solitaria, enhiesta y orgullosa, Don Bernardo y sus allegados, la familia de Lucía y unos pocos lugareños, los obligados por el salario del cacique, esperaban la llegada de la novia. Lucía se hacia esperar. Don Bernardo miró por tres veces, impaciente, molesto, su reloj de bolsillo. Pasaban veinte minutos de las doce del mediodía, la hora fijada para la boda. Presagiando la tragedia, sin cruzarse una palabra siquiera, la comitiva nupcial tomó camino desde la iglesia a la humilde casa de los salineros. Caminaron despacio, como temiendo llegar. La encontraron descalza, vistiendo el traje de novia, y colgada de una viga de su dormitorio. Había utilizado para asegurar su último viaje el velo del vestido.

Tampoco el Califato estaba en su amarradero, ni se supo más de él. Se lo tragó el mar con su patrón en la cubierta. No oyeron tocar a duelo en la aldea porque el primer golpe de badajo hizo añicos una campana que durante la noche había cristalizado y salinizado. También cubrió la sal, en días, el crucifijo de la iglesia, el sagrario, los vasos sagrados, la iglesia toda, que permanece hierática, muda, monumento de sal en el paraje, abandonada y sin que su altar, ahora petrificado por la sal, haya vuelto a ser testigo de ningún oficio religioso. El pequeño cementerio aledaño a la iglesia por poniente, sólo alberga una tumba, ahora cubierta por las ortigas y las malvas: la de Lucía.

Así me lo han contado. Así se los cuento.
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La iglesia de las Salinas tras su abandono. Foto de mi amigo y maestro Domingo Leiva, obtenida de la red.

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La iglesia, remozada, en la actualidad.- Foto del autor.

30/5/07

Ella, cruel.

Colgado en El Café del Foro > julio/06
Terminaba hace unos días de jugar mi vespertino partido de tenis. Había perdido y, lo que es peor, había jugado mal, muy mal, estilo tuercebotas. En esos trances, poco comunes, mi humor oscila entre el gris marengo y el marrón aplatanao.
Al salir de la pista me estaba esperando uno de los operarios de mantenimiento para recriminarme, sin delicadeza alguna, que me había pasado veinte minutos sobre el horario programado. Y yo estaba cabreao, muy cabreao.
De lo que allí se dijo conviene no entrar en detalles. Baste decir que la tensión arterial, ya de por sí subida, subió algunos enteros más.
Y entonces llegó ella. Vestida de negro y amarillo. Pequeñita y culona, efectista, chula. No estaba invitada. Ni yo le había hecho nada. Ni a ella ni a nadie de su familia. Lo mío era con el de mantenimiento y con mi propia incompetencia. Y va, la hija de la grandísima puta, y me clava el aguijón en un sitio muy delicado…… muy delicado, sin cruzar una palabra.
De inmediato desaparecieron de mi vida el mal partido que acababa de jugar, mi humor marrón aplatanao, el tipo de mantenimiento….. y la madre que lo parió.
Ya sólo tenía ojos, pensamiento y corazón para ella. La sentí entrar en mi piel al tiempo que la sorpresa y el escozor. Llegó, me lo clavó….. y se fue. Cruel e insensible como todas, ni siquiera esperó para ver en que terminaba aquella tragedia. Alguien sugirió que debía de poner barro sobre el beso traicionero, otros que amoniaco, los más osados que amputar directamente. Ninguna de las tres opciones, por diversos motivos, me convenía.
Resolví morir de pie, abrirme la camisa e invitarla a que disparase otra vez. Pero se había ido….. ya sólo estábamos yo y su irritante recuerdo.
Inflamación, dificultad respiratoria, hinchazón inocular. Pero... pa valiente yo, que soy del campo, que me pican los alacranes y se retiran acojonaos con el aguijón desmochao de por vida.
-¡Aguanta, Juanito!, que no se diga, no te va a poder ella, tan pequeña, tan poca cosa. Y aguanté. Digo que si aguanté. Aguanté hasta que, salva sea la parte, se puso como el globo terráqueo. Se me nubló la visión, me entró miedo….. y acudí a Urgencias. En Urgencias me tocó una médico también pequeña, también delgada, pero sin culo, sin tetas y feucha... tarde aciaga, pardiez. Podía haber resuelto en un pis-pas, pero no quiso. Lo que quería era verme el culo. Y me lo vio…… claro que me lo vio. Urbasón inyectado. Corticoides. Polaramine.
Acabé con el ojo en la mano, las lágrimas en los ojos, los pantalones en las rodillas, el ego en los tobillos, y las manos de la galena toqueteándome el culo.
-Hombre de Dios, me dijo, la próxima vez que le vuelva a picar una avispa, no intente arreglarlo tomándose una aspirina... so bruto.

Hay tardes que no debería uno levantarse de la siesta.

Trenes, ajos y alacranes.

Colgado en El Café del Foro > septiembre/06
Luego de reunirse uno con gente del club Amigos de los Arrieros, siempre se tienen cosas que contar.
Fue el caso este fin de semana. A la espera de la comida, que no de la bebida, tome muy buena nota que Pepe Ocaña, allá por 1950, era factor de circulación de RENFE en una estación de Jaén llamada Cabreriza, entre Vilchez y Vadollano, donde purgaba sus penas entre las siete de la mañana y las siete de la tarde.

Cabreriza, donde en verano hacia un calor del copón, era una estación dejada de la mano de Dios y la administración, allá donde Cristo perdió las chanclas. A pesar de ello era una estación importante. Tan importante que tenía hasta una vía de “estrellamiento”. Han leído bien, estrellamiento. El fin último de esta vía era que, si algún convoy perdía los frenos bajando Despeñaperros, fuera desviado sin ningún miramiento, daba igual pasajeros que mercancías, hacia esta vía, construida de manera que, si o si, de allí el tren no pasaba. Cuantos trenes metió Pepe Ocaña en la vía de estrellamiento no fue relatado, pero sí que en el edificio de la estación el calor hacía la estancia insoportable. Tan insoportable que el bueno de Ocaña se buscó un túnel abandonado y allí se encaminaba, día o noche, a echar la siesta o dormir la mona.

El problema era que en Cabreriza había muchos alacranes…. pero muchos…. muchos. Así que nuestro factor, además de la manta y la almohada, preparaba también una talega con ajos, por aquel entonces bien baratos. Colocaba la manta en el suelo y, rodeándola, aproximadamente cada treinta centímetros, colocaba una cabeza de ajo. Mano de santo. Según asegura…… y yo me lo creo, no hay cosa que más espante a un alacrán que el olor de los ajos y, cual si fuesen vampiros, huían despavoridos y el bueno de Ocaña dormía fresquito como una lechuga.

Pepe Ocaña, experto a lo que se ve en alacranes y meter trenes en la vía de estrellamiento, me contó más. Si quieres, me dijo bajito, saber si en cualquier lugar del campo hay alacranes, corta un pepino en rodajas y tíralo al suelo. Si los hay, por estas que son siete, en un pis-pas están los alacranes tirándole bocaos al pepino. Otro día les cuento la vez que torearon un macho cabrio, en celo, en la estación de Setenil, teniendo como burladero un montón de sacos de anís colocados en el andén.
A mí, por suerte, me pillo allí.

Una de tenis.

Colgado en El Café del Foro > enero/07
El mes pasao me trajo mi hijo del pueblo a la capital para ver un partido de tenis. En el pueblo sólo se juega a los bolos y al subastao, y dice mi hijo que ya va siendo hora que me culturice y explore los deportes de nuevas tendencias.
A mí el deporte siempre me ha parecido un absurdo. Un absurdo nada sano, además. Absurdo porque, básicamente, se trata de hacer un esfuerzo vano, ilógico, algo que no sirve para nada. El alpinista, ..... subir para bajar; el submarinista, bajar para subir; el corredor... para llegar primero a la meta. Y, digo yo, ¿es que la meta no estará mañana en el mismo sitio?
Insano porque no hay nada más perjudicial para el cuerpo humano que hacer deporte. Lo dicen las mujeres de todos los deportistas.
Y si hay un deporte que reúne como pocos las calificaciones de absurdo e insano, ese es el tenis. El tenis, me aseguraron, lo inventaron los ingleses. Y para empezar, en origen, no hay nada más raro que un inglés. Si, los ingleses son esos tipos que hacen todo al contrario; conducen por la izquierda, cuentan en libras y toman té en lugar de café y güisqui en vez de vino tinto.
El tenis es insano porque, pese a no haber contacto físico entre los contendientes (de hecho están separados por una red para que no se muerdan), ya antes de empezar puede cualquiera comprobar lo maltrechos que aparecen. De tal guisa los verán que se sujetan las articulaciones de codos y rodillas mediante extraños vendajes y se espolvorean los huesos y músculos con apestosos ungüentos. Algunos de ellos suelen incluso colocarse una cinta o pañuelo en la frente, debemos suponer que para mitigar los dolores de cabeza que el juego produce, o para que no caigan al suelo las escasas ideas que por allí les ronden.
Absurdo porque, también básicamente, el juego consiste en que el contrario se quede con una pelotica que ninguno de los dos quiere. Para conseguir este fin, se la lanzan uno a otro con persistencia rayana en la locura. Con cuanto más mala leche se la eches al contrario mayores posibilidades tienes de que se la quede. Echársela al público no vale. Volearla fuera del recinto del juego tampoco vale. Si al contrario no le gusta la forma en que se la has lanzado, por descortés o violenta, te dice –“jau”, y vuelta a empezar. Puntuar tampoco se puntúa como en otros deportes. Son, por decirlo de alguna manera..... raricos. En vez de contar los goles de uno en uno, los cuentan de 15 en 15, pero alguno hace trampa y yo oí a uno que ya contaba de 40 en 40.
El partido suele acabar cuando los dos raros se ponen de acuerdo en el tanteo o uno de ellos la endiña de “muerte súbita”, que eso debe ser ya la rehostia.
Es, además, incomodísimo de ver, porque como ninguno de los dos quiere la pelotica, esta va pacá.... pallá.....pacá...... pallá....., y a ti te entra una tortícolis de cojones y terminas mandándolos a esparragar mientras coges el caminito del bar a tomarte un tinto de verano. Lo único que me ha gustado del tenis ese es que, si juegan mujeres, lo hacen con unas falditas cortísimas. El juego continua siendo igual de malaje, pero ellas están pa comérselas.

¡Ay, Sharapova!

Colgado en El Café del Foro > enero/07
No sé si a sus mercedes les gusta la Sharapova. No sé siquiera si les gusta el tenis. Pero es seguro que a mí menda cortijera le gusta el tenis... y le gusta la Sharapova, a pesar de que tenga –un poco- cara de seta. A la mayoría de los chicos de este Café, es más, a todos menos al imbecil, les gusta la Sharapova.

Y es que la rusa, amén de jugar al tenis aceptablemente bien, está pa mojar pan. Un pastelito. Quizás, aunque no les guste el tenis ni la Sharapova, sepan que acompaña todos y cada uno de sus golpes con un quejido, entre erótico y angustiado, lamento existencial con el que pretende acentuar su afán stalinista de aniquilar a quien encuentra al otro lado de la red. Ese ay, ese suspiro, la verdad sea dicha no queda ni bonito ni elegante. Es, por decirlo de alguna manera, una nota que chirría en la imagen glamourosa de la tenista pues, dicho sea de paso, no es un suspiro quedo, disimulado, insinuado tal vez, sino más bien un berrido amenazante, el grito atronador del macho que marca su territorio. Algo en resumen que empaña la imagen de tan dulce bollycao.

El caso es que, consideraciones estéticas aparte, ha llegado a mis oídos que los mandamases de la WITA están estudiando cortar, de raíz, los quejidos estentóreos de la Sharapova. O sea, prohibirle que grite. O sea, ordenarle por las claras que golpee la bola, pero calladita. Esta medida, la primera de este tipo que se toma en el circuito profesional de tenis, se encuentra avalada por las numerosas quejas recibidas de las adversarias de la rusa, que manifiestan que tanto aullido las descentra y las hace jugar en inferioridad de condiciones.

Apruebo, si es que llega, la medida. El tenis no es un deporte de brazo, o piernas, es un deporte de cabeza, como el ajedrez, y tanto griterío impide concentrarse a quien debe estar concentrado. Los suspiros de la Sharapova deben quedar para la intimidad de la alcoba, para susurrarlos al oído de su contrincante en la cama, y si ese contrincante fuera yo.... mejor que mejor.

Apuntado todo esto, sepa la foreria en general que esta madrugada ese cachito de queso que responde al nombre de Maria, juega la final del abierto de Australia contra un camionero llamado Serena Willians, negra pa más señas, de la que cada uno de sus brazos tiene el diámetro de mi cintura. La bella contra la bestia. El anís dulce contra el aceite de ricino. La poesía contra el haeve metal.

Allí estaré yo, pese a los grititos.

La historia según Tarugo: Alabez

Alabez, o Alavez, que tanto monta, fue el último rey moro de Mojácar.
Allí andaba este buen señor por el mil cuatrocientos y mucho pico, sin meterse con nadie, cuando hete aquí que Fernando, por mal nombre el Católico, se empeñó en la conquista de Granada y puso a su gente acampada en Santa Fe, qu’ entonces, dicho sea de paso, no se llamaba de este modo.
Como lo de Granada se les estaba poniendo durillo, ampliaron su área de joder unos cuantos kilómetros al este, hacia la costa, y dieron con el reino de mi amigo.


Fernando, por mal nombre El Católico, mando un emisario al moro con la siguiente misiva (más o menos):
“Dado que su merced es un moro mierda, y yo soy un rey cristiano en el ejercicio de conquistar, le emplazo para que en el tiempo más breve posible, o sea ya, coja el petate y trasponga al otro lado del Mediterráneo, que’ es su tierra y qu’ es donde tenía que estar. Puede llevarse a su gente y los enseres que le quepan en el bolsillo. Las moras en edad de merecer pueden quedarse, al menos por ahora”.


Ahí lo tienen ustedes. Puede que la traducción me falle en la forma pero les juro que no en el fondo. El bueno de Alabez, compungido de cojones, entrego al mensajero (en vez de cortarle la cabeza, qu’ es lo que tenía que haber hecho) un papelico que decía (más o menos):
“Ala sea contigo, hermano:
Me incitas, sin otra justificación, a que haga mis maletas y me exilie a “mi tierra”. Has de saber cristiano que “esta” es mi tierra. Aquí nacieron mis hijos, mi padres, mis abuelos y los abuelos de mis abuelos. Son míos, porque los plante y los vi crecer, el olivo y el almendro, y el cereal con el que alimento mis animales. Son míos el sol y la luna, y el mar que baña mi pueblo. Yo, ni mi gente, en nada te he ofendido, ni me apropie de nada que te perteneciera, ni a ti ni a los que te precedieron. ¿De qué coño m’ estas hablando?. Ni he luchado ni lucharé contra ti, ¿Porqué entonces me amenazas?. ¿Porqué no podemos vivir en paz? ¿Porqué no bebes de mis fuentes y yo de las tuyas?.

El mensajero, salió cagando leches y entregó el mensaje a su rey. Fernando, con un soplo de sensatez, meditó la respuesta del moro y en un principio accedió a su petición.

Pero nunca dura mucho la alegría en casa del pobre. Fernando, por mal nombre El Católico, y la gente de su entorno, terminó haciendo la vida tan imposible al morico que finalmente abandonó Mojácar y la entregó a los Cristianos. Su camino hacia el exilio no fue muy largo. Se ahorcó en un lugar conocido como Macenas, en la playa, a los pies del monte sobre el que se asienta Mojácar. Saquen sus mercedes sus propias conclusiones.

Otro día, más.

Una de beatos.

Original en El Café del Foro > enero/04
Y que conste que no me choteo de nadie, que a mí me parece de puta madre el que cada uno se la busque como quiera, siempre que no fastidie al prójimo. Es sólo que me resulta..... llamativo.

Y se lo cuento. El caso es que dedicarme a lo que me dedico me lleva, en ocasiones, a vivir situaciones de esas en que se te caerían los pantalones de no ser por el cinturón. Unas veces tengo el humor y el tiempo, y las ganas, de contarlo, y las más se pierden ahogadas por mi desgana.

Desde que las musas me repudiaron y no me quieren ver ni en pintura, tengo que acudir a estas historias si es que quiero contarles algo que les entretenga. A ustedes..... y a mí.

Es el caso. No ha muchos días, al amanecer, di con mis huesos en el domicilio de un sacerdote jubilado, mayor, muy mayor, que durante la noche había ido a reunirse con su Jefe. Se ve que tenía mano con ÉL porque esa muerte la firmaba yo ahora mismo. Pasar al otro barrio mientras duermes es una dicha que está al alcance de unos pocos enchufaos. El cura, más viejo ya que Matusalem se había ido sin decir ni mú.

Cuando muy de mañana fue a despertarle su casera, o la beata que por él miraba –vivía solo-, o su ama de llaves, se encontró que el anciano estaba mas tieso que la mojama. Y ahí fue la de Dios es Cristo. La beata corrió la voz entre el resto de la feligresía más devota y, pronto, aquello fue un Vaticano II, donde no recuerdo ahora de que se trató, pero debió reunir a bastantes capillitas. En un pis-pas conté, a vuelapluma, doce beatas, dos beatos, un monaguillo y un sacristán. Todos tremendamente afligidos, todos totalmente desorientaos. La cosa se complicó un poquillo más cuando el médico del lugar se negó a certificar la muerte natural y hubo de pasarse aviso al forense y a la comisión judicial, lo que posibilitó que me tuviera que dar por enterao.

Bueno..... pues allí estábamos, a la espera de Su Señoría, todo el mundo contándose lo bueno y lo santo que había sido Don Licinio y, de cuando en cuando, exigiéndome una explicación por la tardanza de los justicias. Andaba ya un servidor desviando su atención hacia la hija de la Milagros, cuando de modo resolutivo irrumpió en el salón la más beata de las beatas, alguien por tanto muy alejada de la santidad y que, como quien trae bajo el brazo la cuadratura del circulo, exclamó de modo solemne y mostrando tanto alivio como el que se quita un zapato que le aprieta:

- ¡Ya lo sabe La Curia!

¡Tócate los cojones! . Pues si ya lo sabe La Curia, pensé, estamos salvaos. 
Mis conocimientos sobre Teología no son muy profundos pero, como ustedes, en seguida caí en que esos de La Curia tenían que mandar un rato. Al final resultó que el que lo supiera La Curia no nos libró de otra horita a la espera de Su Señoría, mal rayo lo parta, que al bueno de Don Licinio lo metieran en una funda con cremallera para hacerle la autopsia y que yo pecara gravemente, de pensamiento, claro, con la hija de la Milagros.

ADVERTENCIA: 
No se molesten sus mercedes en buscar el término Curia en el RAE. No existe. No viene. No está. He ampliado mi investigación a otras instancias y...... encontré la Curia Romana, la Diocesana, La Curiana..... pero a los extremos que nos ocupan, y resumiendo que ya es tarde, La Curia a la que se refería la buena mujer es una especie de “Comisión Obispal” que rige y controla la trayectoria de la iglesia en una provincia o, dicho de otra manera, la camarilla del Obispo.

Jennifer.

Original en El Café del Foro > enero/05
Jennifer Beltrame era una chica guapa. Guapa y joven. Pero eso no evitó que tuviera mala suerte. La que le llevó, viajando con su novio en una vieja furgoneta con la que recorría España, a la barriada de Sopalmo, en el levante de Almería.
El Sopalmo es una especie de oasis entre montañas, algo idílico, pero para ella las puertas de su adios. Alguien les habló de que siguiendo un estrecho camino que allí se toma, justo 2 kilómetros de bajada hacia el mar, encontrarían una pequeña cala, de aguas limpias, arena dorada, y solitaria.... muy solitaria.
Era el 2 de noviembre del 2001. En Almería no llueve nunca.... o casi nunca. Pero cuando se decide, es tanta sed la de la tierra, que a veces parece cayera el Diluvio Universal con arca y todo. Y esa noche llovió..... o diluvió, y lo que esa tarde había sido una rambla árida y seca, el camino del Paraíso, se convirtió en pocos minutos en la antesala del espanto, la puerta del infierno. Probablemente cuando se despertaron sobresaltados, la furgoneta ya estaba siendo arrastrada por el agua enloquecida que corría entre los altos riscos buscando desesperadamente el mar. El novio, a duras penas, pudo escapar huyendo hacia la orilla. Ella, sencillamente, no pudo. El agua, el miedo y las altas paredes que forman aquel embudo fueron demasiado para sus fuerzas.
No encontramos su cuerpo hasta dos días después, arrojado por el mar a la playa, cansado ya de jugar con él. Les cuento esto porque esta mañana he visto que sus amigos han colocado en el lugar, inaccesible como pocos, una placa con su foto y con su nombre. Y escrita en cinco idiomas, una dolorosa advertencia:
“SI LLUEVE NO ACAMPAR AQUÍ. SE MUERE”.


24 de agosto de 2013
Esta tarde, la historia interminable, he vuelto a bajar a la cala del Sopalmo. Sergio me pidió una historia que le ayudara a cruzar el umbral de la siesta y me acordé de Jennifer Beltrane. Quedó atrás ya la época de cuentos fantásticos y divertidos; Zaragata es sólo un recuerdo.

Así que le referí la triste historia de la italiana Jennifer y su novio. De cómo llegaron con su caravana a la barriada del Sopalmo.
De como alguien les indicó que, rambla abajo, encontrarían una cala pequeña, coqueta y solitaria.
De como los ojos del puente fueron los últimos que la vieron con vida.


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De como aquella noche cayó el diluvio universal en unos pocos metros cuadrados y la tranquila rambla se convirtió en una trampa mortal de la que Jennifer fue incapaz de escapar.
De como buscamos el cuerpo de Jennifer sin éxito, hasta que el mar, cansado de jugar con él, lo arrojó a la playa como un muñeco de trapo.
De como sus amigos colocaron en el lugar una placa, recuerdo y advertencia, de que “aquí se muere”.


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A día de hoy, limpia y cuidada, la placa continua en el lugar acompañada de algún muñeco de trapo y alguna flor marchita dejada por aquellos que la lloraron o aún la lloran. Ciao amore.

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Tengo que volver a bajar acompañado de Sergio. Contarle como durante dos días pateamos los acantilados con la esperanza de encontrarla viva. Que sepa que es una rambla y el peligro que entraña. Referirle donde el mar dejo su cuerpo inerte para que lo entregásemos a los que la querían; que ya éramos todos. De la impotencia y la resignación. De otra vida más allá de esta. De que en la vida real no todos los cuentos acaban con el “y fueron felices…”
Con ocho años ya se pueden ir aprendiendo esas cosas.
Y si es de la mano de su abuelo –la historia interminable- mejor que mejor.


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La cala del Sopalmo, casi siempre un paisaje idílico.

Una de piratas.

Original en El Café del Foro > julio/04
"Nosotros, somos asesinos, crueles y sanguinarios. Somos los piratas del Pacífico, los que disputamos el mar a España, los que asaltamos sus galeones cargados de oro. Los que atacamos puertos, capturamos hermosas doncellas y las llevamos a nuestros refugios. Los que en islas solitarias detapamos barriles de ron y bebemos hasta caer borrachos en una vorágine de alcohol y mujeres. Los que con el mismo vértigo que sentimos cuando el serviola grita desde la cofa que hay vela a la vista, llenos de coraje y desprecio por la vida, maniobramos los cabos con una sola mano...... en la otra, una botella de ron o el pañuelo de una dama".
(.... del manifiesto del libro de Los Piratas).
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Ahí queda eso. De haber nacido en la época correcta, un servidor de ustedes, en vez de farero habría sido pirata. De todas, todas. De cualquier forma, por aquello de las reencarnaciones, me he propuesto seguir, para antes de que acabe el verano, un curso acelerado de piratería práctica. El centro donde lo imparten es de cojones. Ya tengo el bajel, 40 rufianes a sueldo, un cofre de monedas que perteneció a Morgan, una doncella raptada para sentar a la popa ....... y el loro.
A ver si en la siesta de mañana, sueño algo más sobre el tema, y vengo, y les cuento.

Las chicas Dove.

Original en El Café del Foro > mayo/05
Cuando la vida se muestra particularmente dispuesta a hacerme putaditas, mire usté, me da por divagar. Es una forma como cualquier otra de intentar escapar de lo que no te gusta, de lo que no estaba en tu guión.

Y divagando andaba yo estos días cuando me dio en reparar que han cubierto mi ciudad de carteles publicitarios en los que se nos muestran, en todo su esplendor, las chicas Dove. Las chicas Dove, como sus mercedes habrán advertido, están todas buenísimas. Pero buenísimas de comérselas.

Los publicistas, que no tienen dos pelos de tontos, y huyen de la ruina de sus empresas como del diablo, nos han colocado, con la excusa de reivindicar a las gorditas, unas señoras de infarto que nos sonríen desde el cartel reivindicando los molletes de Antequera y las mantecas de Arriate, tan de uso común en los desayunos del farero. Y como estoy hasta los güevos de la censura, hoy me la voy a pasar por allí mismo, y me voy a poner a gritar en este patio, pa el que quiera leerme, que a mí me encantan las chicas Dove. Es más, me voy a pedir una para Reyes.... a ver si cuela.

Eso sí, no se engañen, que no to el monte es orégano. Para ser una chica Dove, además de los kilitos, es condición sine quanom que te desborde el encanto. Si no hay encanto...... sólo hay kilitos, se jodió el invento.

Por lo demás, tengan cuidado compadres si las llegan a conseguir, estoy seguro que las chicas Dove te pueden dar tantos disgustos como las otras...... o más.



chicas-dove

Tiscar.

Original en El Café del Foro > junio/05

Quién le iba a decir a Abd-Allah el Baezano que pasados los años las tierras de Quesada se iban a convertir en la atracción de cristianos irredentos. Riscos, encinas, quejigos, olivos, más riscos, pinares, agua y más riscos hacen de Tiscar lo que es, un acento en mi tierra andaluza.

Bien es cierto que el Santuario de Tiscar viene a quedar donde Cristo perdió las chanclas, pero merece la pena el viaje. Sobre todo si tienes la suerte de tener una amiga cuya familia conserva, justo al borde de la Cueva del Agua, escondida entre los pinos, una vieja casona en cuyo jardín la sombra de los castaños enmarcan el lugar ideal para montar una barbacoa de las que quitan el sentio. Y el colmo de la suerte es que te acompañe otro amigo, maestro barbacoero, que se tizna los dedos y chamusca el hocico para que las chuletas, los pinchitos y las tocinetas salgan como Dios manda y a ti sólo te quede decir:
-Alfredito, t’ ha salio de puta madre.

En Tiscar se amanece pronto. Son apenas las 7’30 cuando ya estas dando cuenta de un buen café y unas tostadas con aceite, que aquí sería pecado sin absolución desayunar otra cosa.
Y luego, al monte. Cualquiera de los picos que rodean el Santuario pueden ser la meta, el Cabañas, el pico Gilillo o la Loma del Rayal. Tiene cojones coronar cualquiera de ellos y entre la base y la cima vas dejando, poquito a poco, las chuletas, los pinchitos y las tocinetas que Alfredito te preparó el día anterior. Ya cuando estas arriba, sólo el cielo sobre tu cabeza, te viene a la memoria aquello de "Juanito, que grande eres".

La bajada la haces con la directa puesta, casi cayendo al vacío, siempre con el rumbo puesto en el humillo que se cuela entre la arboleda y es promesa de que Alfredito está a lo suyo.
Comida entre amigos, cerveza fresquita y comentarios jocosos. Sucede a este rato el de la siesta, sagrada, intocable, único lugar donde un cristiano puede estar cuando el sol quema los campos y hasta los lagartos llevan sombrero de paja y piden clemencia mirando al Lorenzo. Un café oloroso te vuelve a traer al mundo de los vivos.

Poco rato después el sol, misericordioso, se esconderá entre las cumbres de los riscos que se levantan a occidente, no sin antes advertirte que mañana te espera. De cualquier modo, mejor en verano que en invierno. Estuve aquí un enero, se me ocurrió mear en la calle y se heló el chorrillo antes de llegar al suelo.

En Tiscar no se ve la tele ni se oye la radio, no llega la señal. Los móviles tampoco son operativos. No te queda otra que conversar como antaño, al frescor de la arboleda y a la luz de las bujías.... sí sí.... he dicho bujías. Un ciento de recuerdos, de confidencias, te llevan al umbral del sueño..... en Tiscar se amanece pronto.


0505-Tiscar3ph

¡Manque pierdan!

Original en El Café del Foro > junio/05
El pasado día 11, sábado, día de San Fortunato pa más señas, cocía mis huesitos, poco a poco, en el horno en que se había convertido la plaza Nueva de Sevilla. 

Tenía los ojos y el sentimiento puestos en una caricia de Juan Ramón Jiménez.... “la chiquilla del carbonero, bonita y sucia cual una moneda, bruñidos los negros ojos y reventando sangre los labios prietos entre la tizne, está a la puerta de la choza, sentada en una teja, durmiendo al hermanito”, cuando de improviso, era sobre el Ángelus, una algarabía blanca y verde se adueñó de la plaza. 
Reparé entonces que ese mismo día, a las 9 de la tarde, el Betis iba a jugar la final de la Copa del Rey. La verdad es que yo, por afinidad de colores, siempre había sido más palangana que bético, pero lo que vi me impresionó. Y lo que vi es que aquella gente que había tomado la plaza al asalto de su alegría era importante porque se sentía importante. 

Para aquella gente, el Betis era y es el equipo más grande del mundo, pero no porque sea el mejor sino porque es el suyo. Lo de menos era que a la caída de la noche la Copa del Rey fuera o no suya, lo esencial era que ellos estaban allí, haciéndose notar, como colectivo, un millón de corazones unidos por una cinta blanca y verde. 

El encanto de la pasión. Y me dieron envidia porque me la dan todos los que se apasionan, todos los que se ven impotentes para sujetar el corazón y se separan de los que se quedan en el suelo guardando la cordura. Desde el sábado, el Betis y los béticos me caen simpáticos.
¡Manque pierdan!.


17sep-166*
Sentimiento Bético... manque llueva.

El 8 de Julio.

Original en El Café del Foro > julio/05
Hoy, San Procopio, cumplo, cumplimos, un montón de años de casados No sé cuantos, pero seguro que superan la treintena. Aguantar más de treinta años la misma mujer, por buena que sea, tiene un mérito muy especial. Así que algo habrá que hacer pa celebrarlo, que las mujeres son muy miradas para estas cosas.
Yo, a estas alturas, me conformo con que aún continuemos los dos en el mismo bando, y no uno en Santa María y otro en San Pedro. Y digo lo de Santa Maria y San Pedro porque he recibido, empapada de sorna, una felicitación de mi amigo Pacheco, muy distinguido e ilustre vecino de Arcos de la Frontera, pueblo que deben saber anda dividido en dos parroquias. Algo así como los del Sevilla y el Betis, pero en capillita. La parroquia de Santa María, que dicen que es la más antigua, tiene derecho preferente sobre San Pedro para repicar campanas y otras ceremonias. Los de San Pedro, que son muy suyos, se pasaban y se pasan ese derecho por la entrepierna y tocan sus campanas cuando les sale de los cojones, lo cual ha traído no pocos conflictos entre Marianos y Pedristas, que en más de una ocasión han resuelto a hostias, y no sagradas precisamente. Ya hace una montonera de años la cosa acabo en el Tribunal de la Rota, que no hizo sino confirmar los derechos de Santa María como matriz, más antigua, más mejor y más principal, e incluso les envió un Niño Jesús que aún pasean en procesión vestido de alabardero el día del Corpus.
Nosotros, el día de nuestro aniversario, en vez de pasear al Niño Jesús hemos decidido pasearnos nosotros mismos, y por eso nos vamos a Alicante a comer con unos cuantos foreros tan pirados como yo (la farera está por encima de nosotros y nos ve como a bichos raros), y luego nos alargaremos hasta Benidorm, que es casi como volver a los orígenes. Mientras tanto dejaré el faro con el automático puesto y que salga el sol por donde mejor le convenga.
Envejecer juntos..... lo vamos consiguiendo.

Santiago y cierra, España.

Original en El Café del Foro > julio 2005

Hoy es el día de Santiago Apóstol, Santi matamoros para sus amigos, patrón de las Españas y estandarte de la Cristiandad.
Me apresuro en hacer notar, para los profanos en asuntos de la Iglesia, que pese a ser protagonista de notorios escándalos, el tal Santiago no tiene nada que ver con los hermanos Matamoros, Coto y Kiko, estos muchos más actuales y frescos que el personaje que me ocupa. Y también me apresuro en apuntar que lo de frescos lo digo porque KiKo y Coto aún rebuznan y Santiago anda ya un poco amojamao, si bien es cierto que sigue viva su presencia entre los creyentes y entre los que sólo creemos la mitad de lo que vemos y nada de lo que oímos.

Me da en pensar que Galicia, como llueve tanto, es sin duda buena tierra para amojamar al personal y que su estampa perdure a través de los siglos. Ahí tienen ustedes al Fraga, sin ir más lejos, que se cargó en una playa de Palomares de la energía radioactiva que se les había caído a los americanos y con más de cien años renquea, pero camina. En la misma playa me he bañado yo varias veces buscando el mismo resultado, pero lo único que conseguí fue pisar un erizo, dudo que fuera radioactivo, y tuve el pie como el de Popeye durante casi una semana.

Lo que si es cierto es que Santiago no huele porque, de cuando en cuando, botafumeiran su casa y el incienso disimula mucho las podredumbres, y en casa de Don Manuel están todo el día quemando varillas de esencia de limón. Quiso instalar en su domicilio un botafumeiro como el del Obradoiro, pero se opuso la Curia Vaticana alegando que bien está lo que bien está y que no fuéramos a tonterías con las cosas santas.

Venga, a lo que iba, que empiezo a decirles lo bien que anda Maruja y termino contándoles que hice la mili en Cerro Muriano. El caso es que la relación entre el tío Santiago y el farero no están muy allá desde aquel infausto día de Mayo de 2004 en que, sin pedir audiencia ni na, me planté vestio de ciclista ante su media personalidad y le solté a las claritas que me tenía mu disgustao por el viajito que m’ había dao desde Burgos, que una vez y no más Santo Tomas, y que como reclamo turístico era una calamidad. Así me fue luego como me fue, claro, que na de lo que le pedí me fue concedido, y tuve que vender hasta la bicicleta, la Peregrina, porque cada vez que la orientaba a Santiago se le salía la cadena y no había modo de darse un paseo con ella sin llenarse las manos de grasa. Así que por mí...... le vayan dando.

Y aunque Caballero de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, en la categoría de Placa, con fecha hoy curso mi solicitud para ingreso también en la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, y no porque yo tenga ganas –a estas alturas- de combatir a los infieles ni ser nervio o sostén de la Cruzada, sino por ser de la competencia y desagradar, en lo posible, a los que tan desconsideradamente me trataron.

¡Se jodan!.

Era inevitable.

Original en El Café del Foro > agosto 2005
Ya están aquí. Llegaron esta mañana. Blanquecinos, soñolientos y vestidos para función de circo. Lo han llenado todo, playas, paseos, bares, restaurantes, discotecas y servicios públicos. Ni cagar se puede ya tranquilo. Saben más que nadie, tienen más que nadie...... y son más chorras que nadie. Nos miran por encima del hombro y pretenden colonizarnos, imponernos su "modus vivendi", un modus del que no deben estar muy satisfechos cuando han venido a dar con sus huesos en el culo del mundo. Y que feos son.... ¡por Dios!. Ellas, aún aún..... alguna que otra se salvaría de la hoguera, pero ellos....
Si pudiera, que no puedo, yo invernaría como los osos, pero en verano, en Agosto, y despertaría el 20 de Septiembre, cuando de la horda de gurripatos que ha entrado por la puerta sólo quedara la basura que nos han dejado.
Esta mañana, uno de ellos, el ombligo del mundo, se dirigió a Pepe, el kiosquero, y le pidió un diario de Madrid. Pepe, con mucha guasa, le contestó que era temprano, que aún no habían llegado, que fuera a tomarse una cervecita o un café. En lugar de eso, el tipo, con cara de asco, se volvió a nosotros y nos dijo..... "esto es vergonzoso".
-¡Vayase usté a la mierda!

La Fernanda.

Original en El Café del Foro > Abril 2005
Ayer, muy a pesar de mi amigo Don Paco, a quien espantan estas vulgaridades, comí en el Tintero. Se me hace difícil pasar por Málaga y no terminar sentado en la terraza de este chiringuito. Una tras otra fueron cayendo exquisitas raciones de chanquetes apócrifos, espetos de sardinas, pulpo a la gallega, gambas a la plancha, coquinas (un día destos les enseñaré a coger coquinas), navajas y bogavantes. De postre, tarta de limón, café y un ron con miel, necesario broche para tan buen rato.

Y antes de que me pongan de tragón, debo decirles que tuve ayuda. Una agradable ayuda. 

Para hacernos más llevadero el trance de pagar, Papi, camarero embutido en cuerpo de boxeador, nos contó que hace unos días agredieron sexualmente a la Fernanda, una solterona de su pueblo con vocación de solterona. Cuando la Guardia Civil la interrogó sobre su actitud para defenderse de la agresión a la que la sometian, la Fernanda contestó:

-Qué va a jaser una? Si la cogen a una y se la meten a una. Pos moverse una pa que le venga a una..... ¡que vaser una!

Estoy deseando volver.

Inmaduro's Gooffy Sport


El Inmaduro’s Gooffy Almería Sport 05 es el penúltimo trofeo de tenis que me he llevado a casa. Es un torneo, para amigos y menos amigos, que vengo teniendo la mala costumbre de ganar en los últimos cinco años. La organización ya va estando hasta los cojones de que siempre sea para el mismo, y cada año intentan ponérmelo un poco más difícil pero, en el país de los ciegos..... el tuerto es una lumbrera.

Este año, como arma novedosa, se me planteó, cochina y alevosamente, la guerra psicológica. El enemigo, avieso, pretendió el derrumbamiento previo, el debilitamiento anímico, pero hasta en eso son tuercebotas. Comenzaron a llegarme, a horas intempestivas, indecentes, tal como las 16 (siesta) y las 2’30 (coitus interruptus), sms y llamadas anónimas del tipo:



-Juanito, se t’ h’ acabao el chollo.
-Juanito, tienes un problema.
-Juanito, me cago en tus muertos.


A otras horas, no pasarían de ser divertidas anécdotas. Pero que te llamen a la hora de la siesta, para cualquier cosa que sea, es un sacrilegio merecedor de ser perseguido por la Inquisición o, lo que es lo mismo, por la Tabla Redonda, y el sacrílego condenado a la hoguera y ser chamuscado empezando por las patas.

Entre los rivales más notables de este año se encontraban un tenista revelación, un atleta depilado y un capitán de barco. Uno tras otro, y nunca mejor dicho, fueron mordiendo el polvo rojo del ladrillo.

Fijada la final para las 19 horas del pasado día 2, domingo, día del Señor, acudí a la cita con quince minutos de antelación, el tiempo de cambiarme y entrar a la pista. Para meterme miedo, mi rival llevaba ya 30 minutos calentando con un sparring.
Si yo calentara 30 minutos es evidente que terminaría requemado, así que suelo ir a lo práctico y caliento sobre la marcha. Además, como última añagaza psíquica, mi rival, 20 años más joven que yo, había acudido con todos sus amigos. Y todos sus amigos, de su misma edad, con todas sus esposas, también de su misma edad, y todas bueníiiiiiisimas y apetecibles.

Y ya saben sus mercedes que suele ocurrir cuando mezclo faldas y tenis...... ¡una debacle!. Así que para contraatacar, más chulo que un ocho, antes siquiera de saludar al adversario, desde el otro extremo de la pista y a grito pelao para que todos, TODAS, lo oyesen, dije: -¡Manolo! ¡pero..... ¿tú solo has venido?!

Esta mezcla de aseveración y pregunta no cayó nada bien en el graderío. Entre murmullos y cuchicheos oí que se me tachaba de chistoso, chulo, enterao, prepotente y viejo (no sé si verde).
Mientras, la farera, ..... miraba hacia otro lado.

Y del cruce de palabrería pasamos al cruce de bolas. Y fui soltando miedos y ganando puntos. Y en la grada parecí un poco menos chulo, menos enterao y menos viejo. Al final casi lo estropeo. En mi afán de revancha, de hacerles pagar las siestas escalabradas, me dirigí el respetable y, con muy mala sombra, pregunté: -Me dejarán participar cuando venga con la cayailla?

Pasado lo pasado nos fuimos a tomar juntos unas cervezas. Yo con ellos y ellas con ellas, asunto este que tendrá que mejorar la Organización.

Aquí me tienen, con el Gooffy Sport en las manos....... ¿Qué pasa? ¿no les gusta? ..... en mi club somos originales hasta pa eso.

29/5/07

Nadal.

Original en El Café del Foro / Octubre 2005
Alucinó con lo que acabo de ver. Rafaelito Nadal, con un pie en su casa y el otro también, acaba de remontar un partido que tenía siete veces perdido y se ha llevado, una vez más, el gato al agua. ¡Tiene cojones la cosa!. 

Los que sabemos algo de tenis, aunque sea poco, se pueden hacer una idea de lo bien amueblada que hay que tener la cabeza para hacer una cosa así. No basta el que sepas jugar muy bien, el que tengas una condición física inmejorable, el que la suerte sea amiga tuya; tienes, además, que poseer un poder de concentración mental de los que no se ven paseando por la calle. Tenía enfrente el niño un monstruo de 1’93 metros de altura, rapao y feo como para dar miedo, jugando un tenis de muchas estrellas, 13 en la lista de la ATP y number one en la lista de su señora madre y con motivación para echar a los cochinos. Un croata al que hasta hace poco sólo conocían en su casa y que pone al contrario contra el paredón de fusilamiento cada vez que recoge las bolas para servir. ¡Un monstruo!. 

Un pero le sigo poniendo al niño, por ponerle alguno. Debería, inmediatamente, de cambiar de asesor de imagen, dejar de usar el tanga que hace que a cada instante tenga que sacarse el hilito de la raja del culo y comprarse, ya tiene dinero, unos calcetines con los elásticos ajustados. Por lo demás…. admiración profunda. 

El tenis, como la vida, es tremendamente injusto. Siempre hay un perdedor, pero en ocasiones la Victoria abraza a quien no debía o es tan estrecha y ruin que se ve incapaz de abrazar a los dos. Tampoco sería justo que yo terminara este post sin citar siquiera a quien estaba al otro lado de la red y por el que siento el mismo respeto que por Rafaelito, IVAN LJUBICIC.

Metiéndome en charcos.

Original en El Cáfe del Foro /
Antes de exponer, presento mis excusas a los organizadores de esta feria, pues quizás crean que este mensaje debería estar colocado en otro foro. No es el caso, mi naturaleza apolítica me impide siquiera pisarlo. Y además, no pretendo hablar de política, sino de reacciones humanas, y siempre en la tertulia del café, nunca en el estrado. Prometo, en cualquier caso, procurar no reincidir. 

El ser y sentirme asquerosamente apolítico, más bien diria, alérgico a la política, me permiten escribir con absoluta libertad estos pensamientos. El día que encuentre un político a mi medida, habré de envainarmela, pero mientras tanto...... 

Leo, entre divertido y escéptico, los comentarios que colegas contrarios a los Peperos están dejando en este y otros foros. Hasta ahora, los mensajes sólo vienen de las huestes derrotadas. Los vencedores, a lo que se ve, deberán estar celebrando la victoria, como no "merecidísima", y aún no han tenido tiempo para escribir nada. 
Los mensajes leídos vienen todos a decir lo mismo, algo raro ha pasado pero esto no es lo que tenía que pasar. "Esto es un chanchullo y que me expliquen, pensando yo como pienso, como leches es que han ganado los Peperos con lo repugnantes que son y lo majos que somos nosotros". Y se quedan tan panchos. 

Me viene a la memoria el recuerdo de las primeras elecciones libres y democráticas argelinas, hace ya unos cuantos años. Resulta que ganaron los que no tenían que ganar, los más radicales de los islamitas, y los demócratas de toda la vida pusieron el grito en el cielo. Tan en el cielo lo pusieron que se anularon las elecciones y se realizaron otras a modo y medida que el resultado fuese el previsible. Tiene cojones la cosa. Pues aquí, me da la impresión que está pasando lo mismo. 

Exceptuando las primeras manifestaciones de los jefes de los derrotados, que han venido a decir lo "politicamente correcto" aunque se les notase a la legua que pensaban lo "correcto que hubiera sido que ganaran ellos", todas las demás reacciones que he leído pasan por la descalificación del ganador. ¡Chupate esa, Teresa!. U sease, que lo del gobierno de la mayoría, el voto del pueblo, y el poder de las urnas, tienen su sentido siempre que la mayoría sea la mía, el pueblo mi pueblo, y la urna la que yo controle. 

Como soy mu Tarugo y estas horas de la noche son absolutamente indecentes para estar fuera de la cama, lo cual altera mi psiquis, no espero siquiera que ustedes me entiendan, mucho menos que compartan mi exposición (eso ya sería la leche), pero no quiero irme a dormir sin quitarme un lastre de encima. Y se me ocurre una idea: Cogemos el capullo, o la rosa, o lo que sea, del PSOE, y la frotamos con las siglas IU, con lo cual quedará inmediatamente envenenada. Luego le damos de comer la flor a la gaviota de los Peperos, con lo cual estirará la pata en un pis-pas. Al funeral podemos invitar al señor Tamayo y a la señora Saez. 

Y muerto el perro, se acabó la rabia. Formamos un gobierno con los diez más viejos del país, y los diez más jóvenes, y los diez más listos y los diez más tontos, y los diez más guapos y los diez más feos..... y así hasta que llenemos el hemiciclo. Juro por la memoria del Capitán Trueno que no lo harán peor que cualquiera de los que ahora se parten la cara por sentarse en el sillón y salir en la foto. Y es más, nos saldrian más baratos.

Que ustedes sueñen con los angelitos.

28/5/07

Místicas.

He aprovechado estos días para retirarme al Monasterio de Santa María de las Penas, y realizar los ejercicios espirituales que mi confesor, fray Ambrosio, me receta periódicamente para el sosiego de mi espíritu y del suyo, pues de la salvación de mi alma ha hecho el hombre una cruzada personal. Está claro que el pobre hombre se condenará conmigo.

El claustro del Monasterio me confunde y abruma. Mi ánimo tribal, definitivamente primitivo, se diluye entre los aromas del incienso que emana de la capilla, y el del puchero que fray Tomás macera en la cocina. Esta mezcla tan irreal de lo divino y lo humano obran en mí prodigios, y el propósito de enmienda, tras abandonar estos protectores muros, llega incluso a durarme tres días. En ocasiones he logrado que la pobreza y la obediencia permanecieran en mí casi una semana, pero no puedo decir lo mismo, loado sea Dios, de la castidad, auténtico fin del enclaustramiento. Mosén Ambrosio me lleva de la mano durante el tiempo que logra que mi impía persona aguante en el retiro.


Empieza la jornada del eremita a las 03’30 horas (han leído bien, a las 3’30 horas) con los maitines. Vendrán luego la primera, la tercia, la sexta, nonas, vísperas y completas. Finalizando las completas, si bien el alma de este humilde siervo debe encontrarse cercana al Altísimo, el cuerpo, mucho más chapuza, se encuentra sin lugar a dudas completamente destrozado. Ello, no obstante, permite que confunda el camastro de mi celda con un Pikolín 4ª Generación.

Así, sin más lecturas que la Biblia y vidas de santos, sin Internet, sin prensa, sin radio ni televisión, sin mujeres, sin el Marca y sin el As, van transcurriendo los días. Los tiempos de trabajo los paso en el scriptorium, traduciendo del latín oficios divinos del alto medioevo. Los iletrados acuden al huerto, a la herrería o al corral de los animales, de modo que doblando el espinazo encuentren la cercanía de Dios.

Este ciclo no lo he comenzado bien. Sólo llevaba dos días de retiro cuando, caminando hacia el coro para cantar Laudes, advertí en un rincón del claustro la presencia de un repollo de coliflor, posiblemente dejado en el suelo por algún irresponsable al que la llamada al oficio pillaría de improviso. Iría yo pensando en lo que había hecho el Madrid el fin de semana, pues saliéndome un poco de la fila y al más puro estilo Zidane, le arreé un zurdazo al repollo, con el exterior del pie, que mandó el esférico hasta la urna que preserva el dedo incorrupto de San Cleofás y, si bien el dedo resultó indemne (bendito sea el Hacedor), no puede decirse lo mismo del cristal de la urna, que se vino abajo con gran estrépito. La mirada, severísima, del Prior ahogó en mi garganta un incipiente grito de ¡Gooooooool ¡. Me fue impuesto un día de ayuno absoluto, y dos a mi confesor Fray Ambrosio, por no transmitirme adecuadamente el espíritu de la Orden.

La vida de Mosén Ambrosio es de cojones. Y oscura, muy oscura. Valiéndome de perversas maquinaciones conocí, en mala hora, algunos episodios de ella. Fue abandonado en su cuna junto al torno del convento de las Mercedarias. Se habló que su madre fue una noble dama, tan noble como caliente, que dejó junto al torno el fruto del último de sus pecados. Entre las ropas del bebé fue encontrado tanto dinero que bastó y sobró para reparar el total de la techumbre del convento y comprar para su anexión las tierras que hoy sirven de huerto. Mosén vivió con las Mercedarias hasta que, rozando la pubertad, fue sorprendido por Sor Camila entregado al vicio solitario mientras espiaba el baño de una novicia. Lo tratado entre Sor Camila y el entonces impúber Ambrosio no ha trascendido, pero sospecho hubo un requerimiento no satisfecho que originó el chivatazo de la hermana y el que el joven Ambrosio fuera desterrado al Monasterio de Nuestra Señora de Iguacen, alejado de la perniciosa influencia que las mujeres ejercían en su incipiente vida monacal.

El frio del Pirineo no fue suficiente para que al joven Ambrosio se le desprendiese ni de su cabeza, ni de su corazón, la imagen de la novicia amada (nunca me confesó su nombre) y, mira tú por donde, recién cumplidos 19 años, con ocasión de una visita del Obispo de Aragón, al que acompañaba, a la ciudad de Sevilla, volvió a encontrar a su novicia, ya profesada, en el convento de Santa Clara, de la capital andaluza. No hay cadenas ni yugos capaces de sujetar la llamada de la carne ni el gozo de la juventud. Propiciado el encuentro, arremangaos los hábitos de él y ella, se fundieron en tan apasionao abrazo que, bien por el tamaño del cirio de Mosén Ambrosio –nunca mejor empleada la expresión-, bien por el fuego de la pasión, bien por el summun del éxtasis al que llevó a la novicia, el caso es que la pobre allí quedó, inane entre las piernas de Mosén y sobre la mesa de la sacristía en que se consumó el fornicio; los ojos, las piernas y la boca abierta. Con su último empujón el joven Ambrosio se había llevado por delante el himen y la vida de la novicia.

Al apercibirse incrédulo de lo que había pasado, cegado por el dolor y la confusión, tratando de explicarse lo inexplicable, reparó en una guillotina de las utilizadas para recortar las hostias que se encontraba sobre un anaquel (¡Jesús bendito!). Y ya que estaba con el miembro fuera, en su locura y para expiar la culpa, no tuvo otra ocurrencia que introducirlo en la guillotina y....... rebanar el cirio.

Ni que decir tiene que de lo que allí pasó no se enteró ni Dios (es un decir). La Iglesia es muy suya para algunas cosas. Mosén huyó al monte y allí hubiera muerto desangrado de no ser encontrado por los miembros de la Santa Compaña que, inconsciente, lo arrastraron hasta las puertas de la catedral de Sevilla. Cuando despertó de su delirio, muchos días más tarde, Mosén Ambrosio no recordaba ni como se llamaba.

El tiempo, cruel e ingrato esta vez, le fue devolviendo poco a poco sus recuerdos, pero no le devolvió ni el báculo guillotinado ni la paz consigo mismo, que pretende recuperar alejando de la lujuria a tipos tan lujuriosos como yo. Pero ese es asunto que tiene su intríngulis y no tiene cabida en esta entrega. Ojalá que del relato obtengan ustedes beneficiosas conclusiones. Mi penitencia, por hoy, acaba aquí. Amén.


En la imagen: Convento de San Esteban.- Salamanca.

Una tarde, ventosa, de domingo.

Huyendo de la amenaza del viento del Cabo, he recalado esta tarde en el refugio de mi faro. Tras la calma agradecida que me ofrece la protección de las cristaleras, adormecido por la música de Luz Casal –y no me importa nada.... - me entretengo mirando, admirando, el mar embravecido y las palmeras agitándose hacia el levante.
A unas dos millas del faro un velero se afana en doblar el Cabo. Tiene unos 9 metros de eslora y navega a motor, recogido el velamen. La mar, a poniente, es tan gruesa que en ocasiones desaparece de mi vista el único palo. No creo que lo consiga. Yo cambiaria el rumbo 180 grados, volvería sobre mis pasos y me refugiaría en el cercano puerto de San José. Me da por pensar que su patrón debe llevar las rodillas machacadas por las caricias del vendaval y las manos doloridas intentando mantener en su sitio el timón. Pero seguro que él sabe bastante más de temporales y de mares que yo. Y si no, espero que tenga mano con la Virgen del Carmen.
He abierto esta ventana para contarles lo que veía e invitarles a un capuchino como el que tengo en la mano, tan agradable de olor como de sabor. El sol está bajando apresuradamente hacia el oeste.
Yo seguiré con mi mano en su cintura.