Saben sus mercedes que yo no pretendo enseñarles nada, pero encuentro gratificante sacudir la aridez de vuestros días, arar el barbecho empedernido de vuestro pensamiento y asomaros a los balcones a los que yo me asomo. Es el caso.
Sostenía mi maestro un consejo latino algo superfluo, si vis pacem para bellum, porque el hombre es por naturaleza peleón y para guerrear está siempre más o menos paratus. Y andaba en esta reflexión cuando, mañanita de sol, acudía al muelle de levante, lugar donde se encuentra amarrada La Conejera si no navega las aguas del mar de Alborán, escenario natural de sus correrías.
Sostenía mi maestro un consejo latino algo superfluo, si vis pacem para bellum, porque el hombre es por naturaleza peleón y para guerrear está siempre más o menos paratus. Y andaba en esta reflexión cuando, mañanita de sol, acudía al muelle de levante, lugar donde se encuentra amarrada La Conejera si no navega las aguas del mar de Alborán, escenario natural de sus correrías.
La Conejera, contra lo que pudiera parecerles, no es un rincón de mi cortijo, sino un patrullero tipo P-30 de la Armada Española en el que hizo la mili, cuando era obligatorio hacerla, el Bernardo, mi compadre. La misma que tienen en la foto, cobijada a la sombra de la Alcazaba. Y tenía yo interés en verla de cerca porque el Bernardo, mi compadre, cuenta y no para de sus andanzas marineras, a tal punto que más pareciese que había servido en el Juan Sebastián Elcano que en un buque ligero de 33 metros de eslora por 5 de manga, y con un calado de sólo 1.4 metros, lo que hace que el mar lo zarandee a modo a poco que se ponga farruco.
El tener la curiosidad, las intenciones –como diría el del corral- y conocidos de buena voluntad hasta debajo de la cama, puso mis pies esta mañana sobre la cubierta secante, papel de lija pa que me entiendan, del P-31. Cuando el Bernardo hizo la mili, esto es, cuando había que hacerla por cojones y porque así lo mandaban Don Francisco y la Santa Madre Iglesia, la dotación de La Conejera era de 15 hombres.
Hoy, perdida la conciencia de Patria, del destino en lo universal, de arrimar el hombro y algunos papeles más, se han de apañar con sólo la mitad. Y aún con sólo la mitad, aquello parece mucha gente para tan poco barco. La relación hombre/espacio aparece maltrecha. Y si la sensación de intimidad es mínima para todos, la carencia se acentúa, o al menos eso imagino en mi rusticidad, en la única mujer que forma parte de la tripulación y que comparte camarote, baño, olores, ronquidos, bufidos y otras miserias de la condición humana, con el resto de la marinería. La que yo vi es voluntaria, pero me explicaron que también podría ser forzosa. A juzgar por su semblante, por su actitud, no lo llevaba mal en absoluto. De cualquier forma, tengo claro que para trabajar aquí es condición sine qua non que te guste mucho la mar, y si eres mujer...... aun más.
Hoy, perdida la conciencia de Patria, del destino en lo universal, de arrimar el hombro y algunos papeles más, se han de apañar con sólo la mitad. Y aún con sólo la mitad, aquello parece mucha gente para tan poco barco. La relación hombre/espacio aparece maltrecha. Y si la sensación de intimidad es mínima para todos, la carencia se acentúa, o al menos eso imagino en mi rusticidad, en la única mujer que forma parte de la tripulación y que comparte camarote, baño, olores, ronquidos, bufidos y otras miserias de la condición humana, con el resto de la marinería. La que yo vi es voluntaria, pero me explicaron que también podría ser forzosa. A juzgar por su semblante, por su actitud, no lo llevaba mal en absoluto. De cualquier forma, tengo claro que para trabajar aquí es condición sine qua non que te guste mucho la mar, y si eres mujer...... aun más.
Lo primero que me sorprendió, porque fue lo primero que visite, es que la mitad del barco es máquina. No me engañaba el Bernardo. Los motores ocupan dos tercios del sollado del barco y, la sala de máquinas, motores a tope y navegando, debe semejarse en mucho a las calderas de Pedro Botero. Hasta tal punto el ruido y el calor son extremos en aquel compartimento que los hombres de máquina hacen su guardia en un camarote anexo que los separa, sólo un poquito, de aquella caldera. La cruz viene cuando, de vez en vez, hay que examinarla de proa a popa. Entonces, agarrados a los asideros como pulpos, caminando por un angosto pasillo, no es infrecuente que un golpe de mar los lance sobre la máquina que, prácticamente al rojo, les causa quemaduras de las que no matan, pero si duelen.
Recorrida la sala de máquinas, agazapados como zamacucos por el estrecho pasillo central que separa los dos motores Diesel de 2.800 c.v., 25 nudos, llegamos al pañol, el último habitáculo del barco, que sirve como almacén, desván y cuarto de las ratas para marineros díscolos.
Ya volvía sobre mis pasos cuando reparé en una pequeña puerta circular, estanca, d’ esas que vemos en las pelis de submarinos, no más de 60 centímetros de diámetro, con la inscripción SERVO, situada en el panel trasero del pañol.
-¡Coño!, me dije, esto va a ser el servofreno del barco. Casi, casi. La angosta trampilla da acceso, y lo de acceso es un eufemismo, a un pequeño habitáculo, casi un escondrijo, donde caso de fallo en el sistema hidráulico de gobierno, tendrían que meterse tres hombres, a gatas, para desde allí manejar, a golpe de brazo por no decir algo más sonoro, el timón de la nave.
Recorrida la sala de máquinas, agazapados como zamacucos por el estrecho pasillo central que separa los dos motores Diesel de 2.800 c.v., 25 nudos, llegamos al pañol, el último habitáculo del barco, que sirve como almacén, desván y cuarto de las ratas para marineros díscolos.
Ya volvía sobre mis pasos cuando reparé en una pequeña puerta circular, estanca, d’ esas que vemos en las pelis de submarinos, no más de 60 centímetros de diámetro, con la inscripción SERVO, situada en el panel trasero del pañol.
-¡Coño!, me dije, esto va a ser el servofreno del barco. Casi, casi. La angosta trampilla da acceso, y lo de acceso es un eufemismo, a un pequeño habitáculo, casi un escondrijo, donde caso de fallo en el sistema hidráulico de gobierno, tendrían que meterse tres hombres, a gatas, para desde allí manejar, a golpe de brazo por no decir algo más sonoro, el timón de la nave.
A fin de reponerme de la impresión que supuso para alguien pegado al terruño como yo la visión de lo anterior, tuvo la amabilidad el Comandante del patrullero de compartir conmigo su camarote, también mínimo, y en el que llamó mi atención una placa en la que se encuentra grabados los nombres de todos los Comandantes que tuvo el navío desde su botadura, y ya van unos cuantos.
Visitamos luego la sala del radiotelegrafista, que también hace de oficina, y que dado su tamaño puede hacer de una u otra cosa, pero no de las dos a la vez porque sólo tiene sitio para un hombre; el puente –a buen seguro lo más espacioso del barco- y la cocina, que dicho lo dicho ya podrán imaginar sus mercedes que no es la del Mesón del Alabardero. En este punto me explicaron que cuando el navío tenía su tripulación al completo, figuraban destinados dos “hosteleros” que cumplían la misión de dar de comer a sus compañeros.
Hoy comen gracias a que un Cabo 1º marinero, de forma voluntaria y altruista, y con más moral que el Alcoyano, desfoga su pasión culinaria en la pequeña cocinita de La Conejera.
Hoy comen gracias a que un Cabo 1º marinero, de forma voluntaria y altruista, y con más moral que el Alcoyano, desfoga su pasión culinaria en la pequeña cocinita de La Conejera.
Acabamos la visita en la cubierta de proa, sin duda el lugar más amable de la embarcación, junto a una AA Oerlikon de 1 20mm. convenientemente enfundada y que no habrá tenido que ser usada salvo para ejercicios rutinarios, en los 25 años de vida del barco.
Ea, por hoy ya he arao convenientemente el tedio de vuestro sábado. La imagen que les traje no es la imagen de un barquito. Es la imagen de 25 años de historia con otras muchas historias dentro. Y para mí, que hice la mili a lomos de mi arao por aquello de ser hijo único y con los pies planos, gente como el Bernardo merecen que me quite el sombrero aún a riesgo de escaparatear mi incipiente calva.
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-La Conejera en los tiempos que atracaba en el muelle de levante del puerto de Almería; al fondo La Alcazaba.
NOTA DEL MAESTRO VIDRIERO:
La Conejera dejó de tener su atraque en el Puerto de Almería en Septiembre de 2006, no siendo sustituída por ningún otro navio.
En la mañana del 21 de febrero 2012, en el Arsenal Militar de Cartagena, se celebró el acto de transferencia a la Marina senegalesa de nuestro patrullero, después de que hubiera causado baja en la Armada española, en cumplimiento del acuerdo adoptado por el Consejo de Ministros del 7 de octubre de 2011, por el que este buque y su gemelo “Dragonera” han sido vendidos por el precio simbólico de 100 euros cada uno a Senegal y Mozambique, para su dedicación a tareas de vigilancia marítima. Durante la travesía a Senegal, y para garantizar su llegada a destino en perfectas condiciones, la patrullera fue escoltada por otro buque de la Armada Española.
9 comentarios:
Todos sus relatos me parecen fascinantes,trocitos de vida narrados de forma extraordinaria,espero que siga mostrando sus andanzas y yo disfrutando de ellas.Le confieso que desde que empece con ellos me tienen totalmente enganchada,un ratito de paz asi no lo encuentra una todos los dias....mil gracias.
Emilia Redondo,incondicional suya.
Comentarios tales, doña Emilia, tienen la culpa -entre otras cosas- que uno no termine de publicar pamplinas.
En cualquier caso, muy agradecido.
Yo hice el servicio militar en el "Conejera"!!!. Guardo muy buenos recuerdos, eramos casi como una familia, donde todos compartíamos y, sobre todo, más que disciplina militar lo que había era profesionalismo y cómpañerismo.
En La Conejera no se hacia la mili, se vivía, la cuidabamos porque era nuestro barco, nuestra casa. Estuve año y medio navegando con ella y aun forma parte de mis mejores recuerdos y puedo asegurar que se movia hasta amarrada en puerto. Una vez llevamos al farero de Alborán hasta la isla y dijo que nunca más montaria en ese barco. Mil historias, paisajes, puestas de sol, playas, y tambien guardias en esas máquinas a 50 grados de temperatura zarandeado por las olas.
Gracias por la visita, Salvador. Sería ya la repera que hubiera coincidido su merced con mi compadre, el Bernardo.
En cualquier caso, estaríamos encantados con saber de sus andanzas en el barco.
Yo también hice la mili en el "Conejera", cuando tenia en Málaga su base. Casi treinta años después aún guardo recuerdos imborrables. Leo que ha sido "vendido" por 100 € a Senegal. Es curioso: después del "Conejera" yo he continúado sirviendo a mi país en Mauritania. Un gran abrazo para todos.
Excelente relato. Me trae además, muy gratos recuertos. Un saludo.
ANONIMO 2º por lo que dices coincidimos en época y lugar, hace unos 23 años yo estuve en Málaga cuando el Conejera estaba allí. Me gustaría preguntarte una cosa, si puede ser en privado mejor. gannagar@gmail.com Un saludo
Nacho fué el autor de nuestro último comentario.
Estoy buscando a la tripulación de la Conejera de los años 1998-1999 cuando atracaba en Málaga ¿Hay fotos por alguna parte?
Saludos
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