La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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25/6/07

Crónica apresurada para un lunes de junio.

Si estuviese para líricas, que no lo estoy, estaría con ustedes hasta la hora del aperitivo, del ángelus, de pecar. Me conformaré con un breve apunte para echar atrás la mañana de este lunes brumoso. Si, en el Cabo amaneció brumoso, caluroso y pegajoso, lo que a los osos nos fastidia particularmente.

Ya conocerán que seis de nuestros soldados han dejado la piel en el Líbano. La noticia no es del todo mala; quiero decir, que podría ser peor. Podría ser peor porque resulta, que de los seis muertos tres son colombianos, mira tú que alivio, y que en el Líbano ese no estamos en guerra, que aquello es una misión pacificadora, así que lo que ha pasado sólo tiene relativa importancia. ¡Tocate los cojones!

De mucho menor importancia es el asunto de que el Madrí, mi Madrí, le ha vuelto a birlar otra Liga al Barcelona. No ganan pa disgustos. Esta vez la de baloncesto. Esta vez en el propio Palau BlauGrana –se escribe así?-, con lo cual estamos doblemente contentos. En casa del pobre cualquier cosa es motivo de fiesta, ustedes entiendan.

Y a José Mari Manzanares, hijo, un morlaco le hizo ayer un destrozo en el muslo cuando toreaba en su tierra, Alicante. Luego del revolcón, probablemente un pelín cabreao, se hizo un torniquete en la pierna, se fue para el toro y lo despachó de una estocada tendida.
La feria de Alicante, este año, ha sido el rosario de la aurora. Posiblemente alguna de sus mercedes piense que en el sueldo va la sangre. Posiblemente se equivoquen. Ni los soldados estaban en el Líbano para que los matasen, ni un torero pisa el ruedo para salir de allí con los pies por delante. Pero explicarles el asunto me llevaría más tiempo del que hoy dispongo.

Este año ni he saltado la hoguera, ni me he mojado los pies, ni he quemado el papelito ni le he pedido a San Juan que me mire con cariño. En vez de todo eso me he mirado al espejo y he dicho: ¡Tranquilo, Juanito, será lo que tenga que ser!.
Que el lunes no se les atragante.

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