Me han comprado una moto. Una moto color burdeos con casco a juego, una moto urbanita, una moto de andar por casa, que va como la seda. Una preciosidad de moto.
Y, esta vez, ha sido un regalo…. de porque sí….. de aquellos que te hacen decir “no me lo puedo creer”.
No es la primera que tengo; me he desparramado ya con unas cuantas, más grandes y más pequeñas, pero esta vez, si me desparramo, será un desparrame consentido.
Así que andábamos hablando de motos, de las veces que había descabalgado de manera poco ortodoxa, cuando hice memoria de Paco-Peta.
Paco-Peta era un agromotero año 1960. Hoy, que estamos todos motorizados por demás, Paco-Peta pasaría desapercibido, pero en aquellos tiempos era la estrella, lo más de lo más, el más grande. Y si no el más grande, si el genuino, el único, era….. Paco-Peta, la simplicidad en persona.
Yo le recuerdo siempre a lomos de algo. Primero fue un borrico, luego el mulo, el tractor y, el remate de los tomates, la moto. La primera moto que tuvo Paco-Peta fue una Guzzi. ¿Se acuerdan sus mercedes de la Guzzi?
La Guzzi 1960 era aquella moto siempre de color rojo, con el cambio de velocidades en una palanquita situada al lado derecho del depósito de combustible. Una moto que tenía su principal amortiguador en su eje vertical, bajo el asiento del piloto, lo que hacía que se desplazase semejando el andar de un camello sahariano. La Guzzi de Paco-Peta.
Bueno, pues andaba Paco-Peta vacilando con su Guzzi cuando enamoró a la Remedios, la que luego sería su mujer, que Paco-Peta habría montado muchas motos, pero mujeres, que se sepa, sólo montó a la Remedios. La Remedios vivía con su padres en el cortijo Marchal, a unas cinco leguas del pueblo.
Una noche de mayo, andaba Paco-Peta pelando la pava junto a la reja de Remedios cuando se puso a llover intempestivamente. ¡Que cojones intempestivamente! …. llovía de cojones, llovía el diluvio, llovía como el día que se ahogó Bigotes. Llovía tanto que el señor Ramón, el padre de la Remedios decidió, tras reunirse con su perro, que no era cosa que el muchacho volviese al pueblo con la que estaba cayendo. Y que sería buena cosa que durmiese en el pajar.
Así se dispuso y así se hizo. Se acomodó el pajar y todos se fueron a dormir. La Remedios a su cama, los padres a la suya, las gallinas al palo y Paco-Peta al pajar. A las dos de la mañana, ronquido arriba-ronquido abajo, un trueno horroroso sacudió los cimientos del cortijo despertando algunas de las gallinas y al señor Ramón. Este, quiso saber donde había caído el rayo, muy cerca sin duda, y salió al exterior a comprobarlo.
Llegó al pajar, lo abrió..... y allí no estaba Paco-Peta.
-¡La Remedios!, ese está con la Remedios, exclamó el cateto.
Así que cogió la escopeta, le metió dos cartuchos del 12 y salió disparao con el pensamiento fijo en perdigonear al pelapavas. Abrió la puerta de una patá, se echó la escopeta a la cara.... pero allí no estaba Paco-Peta. La Remedios seguía sola... y entera, que se supiera.
¿Dónde estaría Paco-Peta? ¡Con la qu’ estaba cayendo!
El señor Ramón puso en pie a creyentes y no creyentes y buscaron por todo el cortijo. La Guzzi estaba allí, pero Paco-Peta no aparecía. La Remedios comenzó a llorar desconsoladamente. En esas estaban cuando vieron acercarse una luz por el camino. Seguía lloviendo a mares y alguien, vacilante, se acercaba al cortijo.
Llegó al fin el del candil. Y el del candil era Paco-Peta.
-Pero.... Paco, mi arma, .... ¿de dónde vienes así?, le requirió la Remedios.
-Pues de donde voy a venir, mujé, de decirle a mis padres que voy a dormir aquí.
Esto, que es más verdad que el año que viene el Madrí tampoco ganará la Liga, no fue ni mucho menos la única hazaña motorizada de Paco-Peta.
Luego, ya de casado, tuvo una Lambretta. Ya saben sus mercedes que era una moto que cuando desembragaba, en primera, tenía un arrancar un poco brusco. Tan brusco que la Remedios sólo puso el culo en ella una vez, la primera. Paco-Peta embragó, metió primera, y soltó el embrague. La Remedios no estaba preparada y salió despedida hacia atrás. Lo doloroso no fue que esto ocurriera ante las amigas de la Remedios, ni siquiera que estuviera dos semanas sin poder sentarse del culetazo que pegó en el suelo; lo doloroso fue que Paco-Peta no advirtiera que había dejado en el suelo a su mujer hasta que llegó al pueblo siguiente y paró pa echar gasolina.
La fama de Paco-Peta se extendió en el tiempo y en el espacio. Fue conocido en toda la comarca y hoy, cuarenta y seis años después, yo les estoy entreteniendo con sus andanzas. Con todo, lo peor que te puede pasar a lomos de una moto no es que hagas el ridículo. Pero eso queda para otro día.
-Imágenes; La moto de Paco-Peta y la del maestro Vidriero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario