La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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1/6/07

La Peregrina.

Colgado en El Café del Foro > enero/06

 
No es una bicicleta cualquiera, es La Peregrina.
Tiene nombre propio desde Mayo del 2004, ganado a pulso, en buena lid, tras llevarme a su lomo los 556 kilómetros que, con algunas vueltas de más por extravíos en el páramo, separan Burgos de Santiago de Compostela.

Y es una bicicleta humilde, no crean. Desde luego no fabricada para tales travesías pero, ...... a la fuerza ahorcan. Siendo la más pobre de las cuatro que navegaron juntas, llegó al mismo tiempo que las otras, eso sí, tan maltrecha como el Capitán Pedales que, más muerto que vivo, se aferraba a su manillar como a un clavo ardiendo, mas para no caer que para conducirla.

La Peregrina fue un regalo de Reyes (Magos, quiero decir), de hace ya unos cuantos años. Siempre me ha parecido que los regalos no son mejores o peores por lo caro, o por lo raro, o por lo dificultoso de encontrar, sino por lo oportuno. Y La Peregrina, ya ven que siempre me refiero a ella con mayúsculas, fue un regalo oportuno. Oportuno y agradecido, agradecido y aprovechado. Tan aprovechado que salvo casos de catástrofe o calamidad pública, no ha pasado semana en que no la sacara a pasear. Nos gusta perdernos por el monte, o por el paseo de ribera, la música en los oídos, para soñar caminos. No se trata de competir, ni siquiera de mejorar la condición física, se trata de pasear, de divagar, fantasear, pensar, soñar. Está acostumbrada a detener la marcha para sorprenderse con las andanzas de un conejo o comprobar si el pescador de turno engancha algo a la caña de la que tira con esfuerzo. Alguna que otra vez, me ha tocado a mi cargar con ella sobre mis costillas, pero he de afirmar en su descargo que soy yo quien elige los itinerarios y que para perderme no hace falta que vaya al Dakar. Nunca me ha fallado. Espera sumisa en el garaje hasta que alguno de mis compañeros de tenis me deja tirado o yo me acuerdo que existe.... y nunca dice que no.

Se me viene a la memoria una procacidad, un desahogo, pero no me parece oportuno hablar de mujeres cuando estoy hablando de bicicletas, aunque al final, como a mi amigo el Delicado, lo que me apetezca es terminar hablando de tías. Se sorprenderían de las similitudes que podemos encontrar.... dicho sea sin animo de ofender y salvando las distancias, que ustedes son muy suyas y enseguida se me van a subir a la parra, entre una bicicleta y una mujer.

Y, hablando de mujeres, ¿saben aquel del misionero que iba por la selva amazónica evangelizando a un grupo de salvajes?.... pues sí, diez o doce aborígenes le seguían y cada vez que el misionero se encontraba con algo nuevo lo nombraba en castellano para que lo repitiesen los guripas. - Serpiente, decía el misionero. - Serpiente, repetían los indios. - Cascada, insistía el clérigo. - Cascada, le hacían coro los otros. De improviso, al doblar un recodo, se topan con un nuevo misionero que se estaba follando a una india, ¡uy, perdón!, quise decir “evangelizando” a una india. El clérigo, para salir del paso, exclama - Bicicleta...... y continua rápido la marcha. Pero tiene que detenerse porque uno de los indios ha sacado su cerbatana y, de un escupitajo, le ha clavado un dardo envenenao al misionero follador.
Todos vuelven la cara hacia el agresor preguntándole sin palabras la razón del clericidio. Y el indio, mu cabreao, dice:
- Bicicleta, mía.

Cicloturismo en Cabo de Gata.

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