La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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10/1/16

la romería

Hoy es el cumpleaños de mi hijo pequeño.
Si les digo cuantos cumple, pensarían de mí que soy un vejestorio.
Se equivocarían. Si… pero no. Es que uno, saben, comenzó a volar con prontitud.

Hoy, también, era la romería de la Virgen del Mar.
No lo recordamos hasta que oímos la salva de cohetería a nuestras espaldas, lejana.
La Virgen acababa de salir de su iglesia.

En nuestra ruta, la ermita de Torregarcía; el lugar a donde peregrinaba la Virgen y sus romeros.
Como el poniente pasaba ya de ser una amenaza, Julieta y yo decidimos que ahí fijaríamos el punto de retorno. No era prudente llegar al Cabo para volver con el viento en la cara.

La ermita ya estaba tomada por los de siempre, pero la Virgen aún no había llegado. Las Vírgenes caminan despacio.
Como no queríamos volver por la misma ruta se imponía regresar por un pequeño camino que une la carretera de Cabo de Gata con Torregarcía, precisamente por donde llegaría la Virgen, pero la policía tenía cortada esta vía. Haciendo uso de nuestro proverbial respeto por las prohibiciones absurdas, les hicimos la pirula e iniciamos el regreso. A mitad de camino vimos que, a lo lejos, se acercaba la comitiva de la Virgen. Desmonté, aparte Julieta a un lado y preparé a Nikita.

Una pareja de policía motorizada abría la comitiva. Le seguía el carromato de la Virgen, arrastrado por un coche. Este año la escoltaba un pelotón de ciclistas.

Uno sabía, porque lo sabía, que no tendría que estar allí pero hay ocasiones que sólo se presentan una vez. Me planté en mitad del camino y comencé a disparar a Nikita. Cuando el coche ya casi me atropellaba me hice a un lado.
Entonces el coche -y por ende, la Virgen- se detuvieron.

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Yo pensé: Ea, Juanito, ya te has ganado la reprimenda. Por imprudente y salta vallas.
Pero entonces descendió del coche una señora guapísima que resultó ser la camarera de la Virgen. Y resultó también que, a la camarera de la Virgen, uno la conoce de otros menesteres que no vienen al caso. 
-¿Tú eres... ?  sonrió, nos dimos dos besos, nos felicitamos el año. Volvió al coche, cogió tres estampas bendecidas de la Virgen y me las puso en la mano, con una sonrisa. Volvió al coche y la Virgen continuó su camino escoltada por la tribu de ciclistas.

Mientras se alejaban yo quedé allí de pie, con una sonrisa de tonto en la cara y las estampitas en la mano. Luego pensé que, por una vez, la Virgen se había detenido para darme algo… aunque fueran estampitas. Y que comenzar el año con una anécdota como esta no podía ser sino augurio de que nuevas esperanzas se abrían para el tiempo venidero.

Les dejo algunas imágenes del suceso.
A través de ellas pueden llegar al conocimiento de que ahora los romeros no van a pie, sino en autobús. Que unos churros con chocolate entran bien a cualquier hora, aunque haya que hacer cola. Que el comercio, definitivamente, se ha mezclado con la religión -hagan memoria de Jesús expulsando a los mercaderes del templo- y que, como decía doña Concha:
Hay gente pa to.


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Las romerías, tampoco son lo que eran.

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