La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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3/10/12

¡... por fin, el Nicio!

Las ruinas del Nicio (Munt Nis), finales del siglo IX, se sitúan en las estribaciones de Sierra Bermeja, en el término municipal de Estepona, entre los ríos El Castor y El Padrón, y suponen un primer ejemplo de la cultura hispano-goda. Posteriormente ocupado por los árabes, que lo utilizaron como fortaleza defensiva de la frontera, es milagroso que sus ruinas hayan llegado a nuestros días, máxime cuando ninguna administración, en ningún tiempo, ha considerado oportuno ponerlo en valor. Si exceptuamos los trabajos de investigación llevados a cabo por Sánchez Bracho (1984) y la tesis doctoral del profesor Fernández (1987), nadie nunca se ocupó de que el Nicio subsistiera. Si ello ha sido posible no se debe más que a su aislamiento y su difícil acceso. Lo que les cuento a continuación es la crónica de mi primera visita a tan taumatúrgico lugar.

Me agradaría sobre manera que el lector, al discurrir por esta crónica, pusiera su voz en modo Félix Rodríguez de la Fuente. Es para dar ambiente… ¿sabe?


“Transcurrieron muchos días en que el avezucho… digo, el intrépido explorador, permaneció tras los cristales contemplando, amuermao, como la lluvia resbalaba sobre ellos. Una lluvia no por necesaria menos impávida, triste, cansina, descalabradora de aventuras. El cauce de los arroyos, secos desde hace meses, comenzó a correr con inusitada violencia. Bajo esa perspectiva, el capitán Pedales y su amigo y sherpa Antonio Atienza, convinieron la necesidad de permanecer al cobijo de un buen y seguro techo mientras una y otra vez se postergaba la cita con la cumbre del Nicio. Chocolate con churros, para los dos.


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correntías disuelve excursiones

El último día de septiembre, cuando el capitán Pedales ya había despedido al sherpa –que tenía obligaciones- y se apuraba en desmontar la tienda y recoger la mochila, amaneció radiante.

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horizontes menos lejanos

Miró el capitán al cielo y “entre uno en la mano o ciento volando”, no tardó en decidirse por lo primero. De este modo enjaezó de forma apresurada a Lagartija y ambos pusieron rumbo al norte, hacía las estribaciones de la Sierra Bermeja, sin sherpa y con la amenaza de un ejército de nubes traga-exploradores a las espaldas.

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Bien es cierto que en esta clase de recorridos, el no saber con seguridad que caminos se pisan cansa tanto o más que la propia dificultad del trayecto. Además, hubo tres omisiones graves por parte de las instrucciones recibidas del sherpa. La primera de ellas es que “en caso de duda, subir”. El no tener esta premisa en cuenta, máxime cuando la voluntad y el ánimo lo que piden es bajar, obligó al aventurero a volver sobre sus pasos en más de una ocasión. Cuando el camino se bifurca, es muy conveniente tener claro que ramal tienes que tomar. Lamadrequeloparió es la interjección más socorrida en estos casos.

A una subida puñetera sucedió otra subida más puñetera todavía. Ni un alma a quien pedir socorro, ni un triste cartelito indicador de la ubicación del Nicio. La aguja de la brújula en el norte y el espejo del mediterráneo en el sur. Y entre ellos un capullo en bicicleta preguntándose por la cuadratura del círculo y con las provisiones de agua peligrosamente escasas.


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Despojado ya de toda dignidad, muchas de esas subidas no se hicieron a lomos de Lagartija, sino ayuntado a su lado y sostenidos el uno en el otro.

La segunda de las omisiones graves del sherpa fue el advertir que las ruinas del Nicio están prácticamente cubiertas por la vegetación, y es por ello muy necesario andar con el ojo avizor para que el camuflaje no malogre el descubrimiento. A dios gracias, las ruinas de la llamada “Casa del Guarda”, en el cerro del Zagalote que se enfrenta al del Nicio, son bastante visibles y sirvieron de baliza para desvelar el misterio.


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Casa del Guarda y, frente a ella, el cerro del Nicio

La tercera cagada del sherpa fue el silenciar que, una vez llegados al cerro del Nicio, su contorno está cercado por una alambrada que impide el paso. Como el lector comprenderá, después de dos horas como puta por rastrojo, empapado por fuera del sudor y seco por dentro como la mojama, no hay valla que frene el impulso de clavar el piolet y la bandera en la cima. Así que desmontamos lo desmontable con sumo cuidado, y Lagartija y el menda avanzamos hasta el mismísimo patio de armas de lo que un día fue realidad y hoy es vestigio y recuerdo del castillo del Nicio. Luego, que uno es cuidadoso, dejamos la cerca como la encontramos.

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la jodida alambrada

Lo siguiente fue sacar el mini-trípode y la cámara y, a modo de ceremonia de coronación, dejar constancia de que estuvimos allí.

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Las imágenes que les dejo dan fe notarial de la veracidad de lo que les cuento. Fue en la mañana del día del señor del 30 de septiembre de 2012, festividad de San Jerónimo.

3 comentarios:

Vic:click dijo...

Tremenda aventura licenciado!!! Pero tenía usted cara de "cansao"... eso va a ser del riego... Por cierto, la Peregrina me manda recuerdos y afectos para usted. La hemos llevado al Doctor y la están haciendo una operación de cirugía estética que ni "La Esteban" oiga...

Roque dijo...

Me alegra que hayas subido hasta el Nicio, no sé si del tirón o a tirones, y que hayas disfrutado de sus vistas.
La próxima vez que te aventures por estos lares avísame, me gustaría poder acompañarte.
Hacía tiempo que no entraba en la vidriera, hoy lo he hecho y me he puesto al día.
Hasta pronto.
Un abrazo.
Roque.

Juan de Mairena dijo...

Pues la subida fue a tirones y la bajada del tirón, que no es lo mismo.
De cualquier manera... demasiada altura para mi gusto.