La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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20/6/12

¡... y cuando subimos a San Jerónimo!

El pasado fin de semana anduvimos de guacabaud por tierras de los Califas, oportunidad única y largamente perseguida de volver a caer en brazos del Séneca –filósofo cordobés y amigo- compartiendo confidencias a la sombra del Pata Negra, entre copa de Moriles y tapa de salmorejo.

Se trataba esta vez de subir al Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, que todo el mundo conoce –porque lo ve a lo lejos- pero pocos han visitado, dejando atrás las ruinas dormidas de Medina Azahara.

Nos habían amenazado con la tontuna de la caló y la privacidad. ¡Na!, miedo pa pobres. El termómetro rondó los 38 grados sin llegar a freírnos y respecto de los carteles de “prohibido pasar” decidimos que es difícil ver nada cuando tienes puesta la atención en no dejarte los piños sobre lo abrupto del camino.

La subida hasta Medina Azahara es suave, tendida y con buen firme, nada especialmente gravoso para alguien que disponga de dos piernas en buenas condiciones de uso; otra cosa es de ahí p’arriba. Aquí, lo que empezó con el regalo de un huerto a un fraile portugués, terminó con la construcción de un convento categoría cinco estrellas, y ello por el empecinamiento del monje en poner piedra sobre piedra en vez de plantar melones, que es lo que suelen hacer todos aquellos a los que les regalan un terrenito.

El antiguo monasterio de San Jerónimo, propiedad ahora del Marqués del Mérito, está situado en la faldas de la sierra de Córdoba, pa Trassierra, y para llegar a sus puertas hay que superar una subida de la categoría dos cojones y un palito, inmediatamente inferior a la de tres cojones, que es lo máximo en la escala de cuestas imposibles. Por encima de estas ya sólo queda la de “bájate y empuja”, de categoría especial. Por si fuera poco, el firme del camino es indecente, lo que nos viene a confirmar que el dichoso marqués va poco por allí.

Y si bien es cierto que se presenta relativamente fácil obviar los cartelitos de prohibido el paso y propiedad privada, no lo es tanto el sortear la presencia del ganado bravo que pasta por el lugar. Toros con cuernos de metro y medio de largo, dejados allí a sus anchas para atemorizar a los posibles visitantes, que te miran con inquina mientras tú echas el bofe tratando de alcanzar las puertas del monasterio.

En el colmo de la ironía cartelera, nos sorprendió alguno que rezaba: Prohibido Peroles. Viene a decir, apuntamos para los no foráneos, que no son bien recibidas las visitas que vienen a merendar al campo. Como si organizar una perolada rodeado de toros bravos fuera cosa de gusto.

El caso es que bien que mal nos plantamos a las puertas del recinto que, como no podía ser de otra manera, estaban cerradas a cal y canto. El marqués no quiso recibirnos y el guarda de la finca tampoco. Al muy malaje lo vimos allá, a lo lejos, a la sombra de una gran higuera en la puerta de la guardería, pero a pesar de hacerle señas a la voz y al gesto, decidió no era el momento oportuno de abandonar la sombra que tan ricamente le protegía. Así que tras hacer las fotos de rigor para documentar debidamente la hazaña, tomamos el camino de regreso. Si la subida es jodida la bajada es peligrosa, de lo que da fe el dolor acumulado en los dedos de las manos de tanto tirar de la maneta del freno.

Lo demás, pan comido. Una vez de regreso al centro de interpretación de Medina Azahara, todo es tan fácil como seguir el camino paralelo al canal que nos pondría en las puertas de Córdoba, allá por la Avda de Trassierra, y esta a la sombra de nuestro nido. Una ducha reparadora, una copa de Moriles fresquito y la sonrisa amable del filósofo al otro lado de la mesa. Merecido premio para tan notable esfuerzo.


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-punto de salida / a quien madruga, Dios le ayuda...

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-punto de destino

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- el camino paralelo al canal

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-punto intermedio / centro de interpretación de Medina-Azahara

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-los peligros del camino

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-al fin arriba

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-dando fe de que llegamos.

2 comentarios:

Gonzalo Ximénez dijo...

Me han dado ganas, viendo sus fotos y recordando el lugar, de subir a san Jerónimo. Misterioso monasterio ...

Juan de Mairena dijo...

¡Ah... don Gonzalo Ximénez de Quesada, mi buen amigo!
Suba... suba... y vea de conocer a la novicia.