El problema del google maps es que todo es plano.
El mundo es plano. Como la palma de la mano.
Y así claro, visto desde el aire, las dificultades brillan por su ausencia.
Luego, vueltos a la realidad, pasa que entre el punto A y el punto B hay una barranquera del demonio y el demonio te espera allá abajo para comerte. Al demonio no le importa que estés pellejuo y correoso; te come igual.
También se recomienda no ir solo.
Y esta recomendación se basa en el más simple principio de supervivencia.
Si te pasa algo en esas gargantas, cárcavas o desfiladeros, no te encuentran ni los cuervos. Así que se hace imprescindible llevar alguien al lado que avise si te escalabras. Además ese alguien cumple la función de darte charla, hacer que no te sientas solo, en lugares donde la sensación de soledad abruma.
Crossing of the desert. Son apenas treinta kilómetros con salida y regreso en el pueblo de Tabernas. Sales del pueblo, te introduces en la rambla y comienzas a bajar como unos ochos kilómetros. Cuando divisas la muralla natural que supone el trazado de la autovía A-7 tomas otro desfiladero situado a la derecha y comienzas a ascender, la brújula apuntando el norte. Las altas paredes te impedirán ver otra cosa que no sean farallones y cielo, azul o nubloso según esté el día.
Si la predicción meteorológica anuncia tormenta tampoco es aconsejable hacer esta ruta. Lo que está más seco que el ojo Perico, en caso de avenida, puede alcanzar metros de altura en minutos y arrastrar con todo lo que se ponga por delante. Y, créame, según el sitio, no hay salida.
Dejas el desfiladero, rodeas el poblado indio de Fort Apache, saludas a Pluma Estropeá y tomas rumbo sur por un camino de ensueño para ciclear. Encontramos un tractor abandonado con el que jugamos un rato.
De pronto te encontraras el camino cercado. Si no quieres volver sobre tus pasos, cosa de todo punto imposible, toca saltar la cancela y hacer saltar las monturas. Cuando estas al otro lado, carteles sobre la valla te hacen ver que donde no tenías que estar era de donde vienes, y que el recinto está fuertemente alarmado. Te entra la risa floja y dices que te toca los…
Sigues hacia el sur, cruzas por el puente bajo la autovía y comienzas el camino de regreso. Cuando llegas al Mini-Holliwood, la cartografía vuelve a jugarte una pesada broma. Allí debía haber un camino que no encuentras. Así que toca dejarse caer por un terraplén con la bici a la espalda. Te pinchas con las aliagas, te resbalas, te caes, te estrozas y te despellejas un pelín, pero vuelves a pisar terreno ciclable.
Y ahora toca subir; sin prisas… pero sin pausas. La bici y tú ya lleváis encima el suficiente barro y polvo para que no te conozcan en casa, así que poco importa un poco de polvo más.
El camino, la rambla desértica, te vuelve a dejar a las puertas de Tabernas, ahora en el lado sur. Pero te reserva una última sorpresita. Para ascender a la plataforma del pueblo hay que subir un cuestón corto, pero contundente. De la categoría pa cagarse. A estas alturas, ciclistas piltrafillas como nosotros solo pueden hacerlo con la bicicleta de la mano, el corazón saliéndote por la boca y el viento por el tubo escape.
La aventura ha durado tres horas y media. Te duelen el culo y los brazos; y los desollones de las piernas.
Lo sucio que estás es proporcional al hambre que tienes.
Pero una sonrisa se pinta en tu cara mientras añades otra muesca al currículum del Capitán Pedales.
La Vidriera del Mairena
24/11/14
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2 comentarios:
Alucinante el paisaje! Impresionan esas paredes, y mucho.
Bs
Mas impresiona en vivo y en directo.
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