Tengo pendiente, lo sé, la crónica de la Vía Verde de Serón; la Vía Sosa la llamaré.
Pero va quedando atrás por aburrida, por sosita… ya digo. Y otras de más enjundia se atropellan por salir al escaparate de La Vidriera.
Tal es el caso.
Cuenta la leyenda, digo bien… la leyenda, que corría el año 826 cuando el califa pechinero Urs Al-Yaman conoció los encantos de Aisa (no confundir con la mora Ascia, de Tras los pasos de Edurne), una doncella cristiana que tenía su morada en lo que hoy conocemos como Los Baños de Sierra Alhamilla. Cuenta también la leyenda que cada noche, mientras Aisa peinaba sus cabellos junto al pozo, los reflejos del agua termal le devolvían la hermosura perdida, por lo que esta permanecía siempre intacta.
El caso es que, habiendo bajado Aisa al mercado de Pechina, enamoró y se enamoró del califa pechinero, que ya no pensó en otra cosa que hacerla parte de su harén. En esas estaba cuando una buena mañana, ahíto ya de ausencia el pechinero, decidió ponerse en camino y presentarse ante los padres de la doncella. Como no encontró caballo en sus cuadras, y el deseo le urgía, inició la marcha a pie. El pedirla, o raptarla, sería cosa que se vería según se sucedieran los hechos.
Pero lo que sucedió fue que el califa, delicado de salud y –como hombre de letras- poco entrenado en el ejercicio físico, no pudo con la pronunciada cuesta que separa Pechina de Los Baños, teniendo que desistir a mitad de la subida. Así, llegado al lugar que hoy ocupa un antiguo transformador eléctrico y entonces la fragua de un fabricante de alfanjes, el pechinero abandonó la escalada y se encaminó a un frondoso oasis dormido a la falda de la sierra, lugar más acomodado para esperar a su princesa… si es que su princesa llegaba.
Pasaron días en que el califa sólo se alimentó de los dátiles de las palmeras y la leche de las cabras que por allí pastaban en estado salvaje. Aisa nunca acudió. Las lenguas de doble filo cuentan que, entre dátil y dátil, sucumbió a los encantos de un cristiano de Cantoria que le hizo olvidar a sus padres, las aguas termales y al califa pechinero.
Este, repleto de aburrimiento, incapaz ya de volver sobre sus pasos subiendo la cuesta a la fragua del alfanjero, puso rumbo al sur, alcanzando la rambla de San Indalecio, el barranco Espinaza y finalmente el camino del Llano de la Salvaora -llamado así desde entonces-, que le regresó a Pechina más muerto que vivo.
Esta es la ruta de Al-Yaman, la que siguió el califa en su periplo tras los encantos de Aisa. Cual un windown’s para torpes, pretende mostrar al ciclista piltrafilla el itinerario que siguió el moro. Son quince kilómetros para disfrutar de la leyenda… y del paisaje.
Espero que les aproveche.
km. 0
Que situamos en el estacionamiento del club de tenis Indalo. Siga la flecha amarilla y tome el camino de La Norieta en dirección a Pechina.
km. 0’300
Camino de La Norieta. Si continuas todo recto llegarás a la plaza del pueblo. Algún tramo hay de dirección prohibida; queda a elección de tu espíritu transgresor el dar un rodeito para llegar al mismo sitio. Yo no aconsejo, yo informo.
km. 1’320
Plaza del Ayuntamiento de Pechina. De obligado paso para imbuirse del espíritu califal. Deberá tomar, para salir del pueblo, la calle del obispo Casanova, señalada con la flecha.
km. 1’640
Acceso a la carretera AL-3117
Acceda por la izquierda y una vez en la carretera tome a la derecha, dirección Rioja.
km. 2’460
Abandone la AL-3117 y tome el desvío a la derecha para acceder a la AL-3100. Hasta el antiguo transformador eléctrico, ya todo será subida, una rampa del copón, un martirio. Plato pequeño, piñón grande, grandes dotes de músculo y paciencia… y p’arriba.
Si no puedes con la bici, te bajas y continuas andando. No te sientas avergonzado; si no pudo el califa… y era califa, porqué vas a poder tú.
En cualquier caso… ¡a mí qué me cuentas!
km. 3’450
Rotonda sobre la autovía. Todo tieso. La flecha señala el lugar por donde debes continuar subiendo. A ser posible con la bicicleta debajo del culo.
imagen 315
Tu esfuerzo será recompensado con paisajes como este.
km. 6`580
Ya tienes a la vista el transformador (1). Deberás dejar la carretera –aquí fue donde lo hizo Al-Yaman- y tomar el camino de tierra que sale a la derecha (2).
imagen 317
Vista del transformador, antigua fragua del alfanjero.
imagen 319
Donde se te muestra una panorámica del lugar a donde te diriges. (1) es el camino que debes seguir, (2) el oasis y (3) humo de una hoguera que han encendido los indios alhamillos. Si están de buenas, no tendrás nada que temer.
imagen 328 y 330
Idílicas tomas del oasis-palmeral
imagen 324 y 327
¡Es la guerra!
Cuando yo hice el recorrido, al llegar al oasis, me vi sorprendido por una legión –que no LA legión- de indocumentaos que jugaban a la guerra… que ya tiene mandanga la cosa; tan grandes y jugando con pistolitas.
Ahí los tenéis, como prueba documental, todos ellos disfrazados de Rambo, pegándose tiritos como si fuesen chiquillos.
Se me ocurrió sacar una bandera blanca y colocarla sobre Lagartija, pasando entre las líneas enemigas sin lesión ni deterioro físico.
imagen 331
A mi espaldas el oasis palmeral, toca fijar rumbo sur, hacia la rambla de San Indalecio.
km. 9’490
Barranco de La Espinaza. Aquí también suelen jugar a las guerras; quede advertido el intrépido viajero.
imagen 335
Rebasado el barranco La Espinaza, rambla pura y dura. Desierto tabernario en su más genuina expresión.
km. 11’320
Se abandona la rambla de San Indalecio y se toma el camino de la derecha. La presencia de Lagartija, independientemente de que es coqueta y le gusta posar, es el testimonio gráfico de la autoría de este panfleto.
km. 11’700
Acceso al camino de Llano de la Salvaora, que se toma a la izquierda, sentido descendente.
km. 12’330
Volvemos a la rambla de San Indalecio, a la altura del viaducto bajo la autovía, que debemos rebasar por el ojo más a la izquierda –marcado con la flecha-.
Haciéndolo así accederemos a Pechina por el llamado Camino Alto, que nos llevará hasta la misma Plaza de Buenavista.
km. 13’040
Plaza Buenavista. Aquí deberemos tomar la calle el Turco –a la izquierda- que nos llevará otra vez al Camino de la Norieta y por él a nuestro punto de partida.
Supongo que su merced lo habrá pasado bien. ¿Le duelen las piernas?. Si ello es así, no habrá hecho más que verificar, en sus propias carnes, el refrán popular de... amores duelen.
La Vidriera del Mairena
11/1/11
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6 comentarios:
Por mucho que intentes pintarlo de otro modo, las afueras de Almeria son feas, feas, muy feas. En principio veo mucha carretera. Las imagenes idilicas que dices, 328, 330 parecen más bien "el dia despues" de Apocalipsis Now. Para colmo los apaches por alli al acecho. Nada mas faltara que nos dieran con una flecha en el culo. Yo creo que te habrás confundido o el moro este iba follao huyendo por donde fuera. De seguro que se cayó unas cuentas veces encima de algunos cactus. Pero en fin, si se tiene que hacer....... se hace.
Que digo yo que si, que bien, pero que si me dijera quien escribe el comentario pues estariamos todos mucho mejor informados.
Y, probablemente, más a gusto.
Esta ruta repitela en primavera, alucinaras con el paisaje y veras que diferencia.
Felicidades por la cronica.
Miguelon
www.tikitaka.net
Tarde pero llego, sin bicicleta pero sudada solo de ver el recorrido, menos mal de las flechas que lo hacen más facilito.
Una pregunta, ¿para llegar a la rambla no hay un camino menos complicado? porque es guapa de verdad y debe sr un gozo bicicletear por ella.
Parece que Lagartija no le guarda rencor desde el día que la abandonó para ir a bañarse al charco de las nutrias. Suerte que tiene que es coqueta le gusta salir en las fotos y, además, debe ser de buena pasta.
Enhorabuena por haber conseguido lo que no pudo hacer el califa.
besos.
Buenas Juanito, Es el momento de hacer esta ruta, veras el cambio, te sorprenderas tu, y quien la critica.
Saludos
Miguelon
www.tikitaka.net
Ea, pues lo mismo me animo.
Y animarme... ya me animo yo solo.
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