De siempre he sentido una especial atracción hacia ellas. Al borde del camino, constituían, al tiempo, una referencia y un lugar de apoyo. Me estoy refiriendo, ya lo han adivinado, a las casillas de Peones Camineros.
Un Real Decreto de 25 de junio de 1.852 ordenó el inicio de su construcción. Muchas de ellas, al tiempo que lo hacían las carreteras de la que luego formarían parte. Generalmente eran dos viviendas que compartían un vestíbulo central y un huerto/patio trasero. Condición imprescindible era que tuvieran agua cercana, bien por algún río/arroyo o por un pozo productivo.
La idea original era que en ella residiera, de forma permanente, personal que se encargara tanto del mantenimiento y vigilancia de la carretera como del auxilio de viajeros, teniendo en cuenta las enormes distancias -y el incipiente parque móvil- que a veces existían entre las poblaciones.
La picaresca debió de surgir pronto y en varios reglamentos se prohibió a los camineros despachar comidas y bebidas o comerciar de algún modo con los viajeros.
Todos recordamos que sobre las fachadas de estas edificaciones solían dibujarse carteles con las distancias a que se encontraban las poblaciones próximas.
Durante la Guerra Incivil española se destruyeron muchas de ellas. Solamente en la provincia de Teruel, por poner un ejemplo, acabaron derruidas 63 de esas casetas.
Finalmente se ordenó la demolición de todas las que pertenecían a la red de carreteras del Estado. Las que se salvaron fue a instancias de Diputaciones Provinciales que las utilizaron como almacén, o fueron enajenadas a terceros para otros usos ajenos a la conservación de las carreteras.
En las proximidades de Luco de Jiloca, provincia de Teruel, alguien con una sensibilidad especial acondicionó una de esas casetas -construida en 1861- en una especie de museo visitable que ofrece al viajero una idea sobre los muebles, herramientas y austeridad del hogar de los sufridos peones camineros.
En la provincia de Almería también se conservan de modo milagroso alguna de estas casetas. Una se encuentra a la entrada de Laujar de Andarax, y otra -foto que les adjunto- en el km. 21’5 de la carretera local A-391 que cruza la sierra de Gádor entre Alhama de Almería y la población de Aguadulce.
!Cuánta vida se esconde tras esos muros¡
!Cuantas vivencias a pie de camino¡
!Cuántas historias por contar¡
!Cuantas vivencias a pie de camino¡
!Cuántas historias por contar¡
Hoy ya sólo sirven como lugar de parada y reposo para moteros nostálgicos como este que les cuenta.
1 comentario:
En este enlace puedes conocer más cosas sobre los peones camineros... https://caminantedelguadarrama.wordpress.com/2020/11/21/los-peones-camineros-y-sus-casillas/
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