La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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14/10/21

sin cortar la proa

 

El que no sepa rezar 

que vaya por esos mares, 

verá lo pronto que aprende 

sin enseñárselo nadie.

Para acompañar;

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Mi amigo y compañero de armas Berengueli, que es el sheriff de Zafra y su comarca, me lo tenía dicho repetidas veces:

-Juanito, si te da la vida, vete un día al Museo Naval de San Fernando y apúntate a una visita guiada. Me lo agradecerás de por vida.

Y tenía esta consigna, como un deber por hacer, desde hace ya unos cuantos años.

Y la vida dándome largas y uno buscándole las vueltas a la vida. Hasta el pasado sábado 9 de octubre, en que a la hora del ángelus estaba el tío, más bonico que un San Luis y con la cámara al hombro, a las puertas del antiguo edificio de la Capitanía General de la Zona Marítima del Estrecho, donde en un anexo se ubica el Museo Naval en cuestión.

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Y como me tenía anunciado mi amigo, de la mano de un guía que lo vive, me sumergí –nunca mejor dicho- durante un par de horas en la Historia Naval de España.

El Museo, fundado en 1992, fue acondicionado y reinaugurado por el Rey Felipe VI en el año 2016, como consta en la firma plasmada en el Libro de Honor situado a la entrada del recinto.

No les voy a cansar con lo mucho y de calidad que albergan las cuatro paredes del moderno edificio que acoge el museo. Sólo, y a modo de aperitivo, como un esbozo de pincel, les citaré el primer mascarón de proa del buque escuela Juan Sebastián Elcano, de cabeza apócrifa y realizada por un imaginero malagueño que hacía la mili en San Fernando.

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La Manolita, conocida así familiarmente el vehículo oficial del antiguo Comandante del Cuartel de Instrucción de Marinería.

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… o el Último Combate de El Glorioso, de Ferrer-Dalmau, que nos recuerda que un navío español de 70 cañones se enfrentó por tres veces a los británicos, puso a salvo el tesoro que traía de las Américas a España y volvió a la batalla hasta ser finalmente desarbolado, hasta el punto de que el Comodoro Walker, al mando del Russell, el último navío que enfrentó el Glorioso escribiera: Y de nuevo comenzó la persecución y la conquista de su audaz y escurridizo enemigo; porque nunca los españoles, y nadie en realidad, ha luchado mejor con un barco que lo hicieron ellos.

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Hay que estar ahí, frente al cuadro, en el silencio y soledad del museo, para sentir en la piel el frío que produce la derrota con honra.

Y si la visita ya me tenía lleno de satisfacción y orgullo patrio, rendido a los héroes anónimos que un día defendieron nuestra bandera hasta el final, el postre lo supuso el encuentro con un ilustre navegante internauta que conocedor de mis pasos se personó en el Museo para que tuviéramos la ocasión de conocernos personalmente, detalle que agradezco en lo que vale.

Para el final dejo el lema con que se abre este hilo. El dicho marinero de que en el mar y en la vida, lo mejor y más conveniente es no cortar la proa, no cruzar por delante del que se supone tiene la preferencia, sino cruzar por su popa y con la suficiente precaución y mesura.

Para aprender sólo hay que tener ganas.

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