Una de las cosas que más fastidia a los jugadores de tenis
–mis colegas podrán confirmar lo que digo- no es que te hagan el punto, es que te
lo hagas tu mismo.
Es lo que se llama “errores no forzados”. Partiendo de la
base de que dominas todos los golpes, fallas el punto cuando el golpe del
rival, al que contestas, no te está exigiendo. Es lo que en fútbol sería
rematar fuera o al palo estando la puerta vacía.
Y es algo, eso de los errores no forzados, que te mina tanto
la moral como sube la del contrario. Mandar la bola a la red, o dos metros
fuera, cuando nada te impide hacerlo bien, es tan deprimente como cierto.
Esta mañana –ya saben que los miércoles toca tenis-, me he
entretenido en contabilizar mis errores no forzados, o cagadas, que también se
les llama en mi pueblo. Cada vez que hacía el cambio de lado, dejaba sobre el
raquetero tantas hojitas como errores cometidos. Al final de un partido al
mejor de tres sets, hora y medio de juego, este ha sido el resultado: Nueve
meteduras de pata, por la jeta.
Les advierto que no es un mal índice. Es bueno tirando a
sobresaliente. En un día malo, uno de esos en que ya puedes pintar angelitos
que te saldrán diablos, puede no haber bastantes hojas en el árbol para
contabilizarlos.
Que porqué les cuento esta pamplina? Es mi forma de darle las
buenas tardes.
Y la foto me ha quedado la mar de bonita.
2 comentarios:
Juan me ha encantado esta narrativa que haces de un partido de tenis, porque me la aplico a mi mismo ya que vivo en los partidos de los errores no forzados de mis adversarios de turno.
Ahoracuando estoy jugando me acuerdo cuando veo hojitas por la pista jajaja
posdata
yo tambien colecciono algunas durante los partidos, pero sigo gateando jajaja
saludos de tu amigo EL SHERPA
No sabes cuánto añoro que pase todo este jaleo del bicho y poder volver a encontrarme contigo en una pista de tenis. Ojalá tengamos ocasión.
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