La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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21/4/21

errores no forzados

 

Una de las cosas que más fastidia a los jugadores de tenis –mis colegas podrán confirmar lo que digo- no es que te hagan el punto, es que te lo hagas tu mismo.

Es lo que se llama “errores no forzados”. Partiendo de la base de que dominas todos los golpes, fallas el punto cuando el golpe del rival, al que contestas, no te está exigiendo. Es lo que en fútbol sería rematar fuera o al palo estando la puerta vacía.

Y es algo, eso de los errores no forzados, que te mina tanto la moral como sube la del contrario. Mandar la bola a la red, o dos metros fuera, cuando nada te impide hacerlo bien, es tan deprimente como cierto.

Esta mañana –ya saben que los miércoles toca tenis-, me he entretenido en contabilizar mis errores no forzados, o cagadas, que también se les llama en mi pueblo. Cada vez que hacía el cambio de lado, dejaba sobre el raquetero tantas hojitas como errores cometidos. Al final de un partido al mejor de tres sets, hora y medio de juego, este ha sido el resultado: Nueve meteduras de pata, por la jeta.

Les advierto que no es un mal índice. Es bueno tirando a sobresaliente. En un día malo, uno de esos en que ya puedes pintar angelitos que te saldrán diablos, puede no haber bastantes hojas en el árbol para contabilizarlos.

Que porqué les cuento esta pamplina? Es mi forma de darle las buenas tardes.

Y la foto me ha quedado la mar de bonita.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Juan me ha encantado esta narrativa que haces de un partido de tenis, porque me la aplico a mi mismo ya que vivo en los partidos de los errores no forzados de mis adversarios de turno.
Ahoracuando estoy jugando me acuerdo cuando veo hojitas por la pista jajaja
posdata
yo tambien colecciono algunas durante los partidos, pero sigo gateando jajaja
saludos de tu amigo EL SHERPA

Juan de Mairena dijo...

No sabes cuánto añoro que pase todo este jaleo del bicho y poder volver a encontrarme contigo en una pista de tenis. Ojalá tengamos ocasión.