La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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23/4/21

el Acueducto de Carcauz, o de los veinte ojos.


Esta vez tocaba visitar el Acueducto de los 20 Ojos… ahí es na. 


Los acueductos de la rambla o barranco de Carcauz son un sistema de acueductos y acequias de origen romano, que se encuentran situados en el límite municipal entre los municipios de Felix y Vícar, en la provincia de Almería, y que transcurren a lo largo de la rambla de Carcauz, en las faldas de la Sierra de Gádor. 
Lo forman tres acueductos de piedra de diferente tipología y las acequias que los comunican. De ellos el más importante, y el primero que te encuentras, es el conocido por de los 20 ojos o, directamente, Acueducto de Carcauz, obviando los otros dos. Estos, de menor prestancia, se conocen por los motes de “el inacabado” y el “de un solo ojo” y se encuentran situados más al interior del barranco. 

Así que documentados debidamente y someramente estudiados los mapas de la zona, nos arrojamos a la aventura cual Indiana and Jones cualquieras. 

Nosotros iniciamos la aproximación atacando el objetivo desde la parte baja del barranco, entrado por la Ciudad del Transporte, salida 420 de la autovía A-7, pasando por la zona de Las Cantinas y estacionando el coche en el último grupo de casas que encuentras, donde finaliza el camino asfaltado y comienza el de tierra. Desde allí, en el de San Fernando. 

Imprescindible llevar calzado adecuado y pantalones largos, lo que nos evitará el ataque de la maleza a nuestras pantorrillas, como le pasó al incauto que les relata. 

Lo primero que deberíamos indicar al intrépido explorador es que desde cualquier lugar en el que se sitúe siempre se verá observado por el impresionante Peñón de Bernal, famoso desde que John Milius lo eligió para rodar escenas de Conan el Barbaro. 


El itinerario hasta el acueducto carece en absoluto de señalización –ni un mal cartel- por lo que os aconsejamos estudiar concienzudamente el google maps antes de meterse en harina. 

Ya bajo la sombra de nuestro acueducto podemos comprobar de primera mano lo que ya sabíamos, que su estado de conservación es lamentable. El agua, que antes discurría entre ellos por una interminable acequia, ahora se conduce por modernas tuberías de plástico o pvc. Eso sí, en algunos tramos, la tubería es conducida por el cauce de la acequia romana. 

Al igual que nos pasó en nuestra excursión a la Caldera Volcánica de Majada Redonda, también aquí encontramos un coche abandonado, aunque este con origen más conocido; se despeñó por el barranco. Aquí no cabe duda que se trata de un Peugeot y que no lleva mucho tiempo en el lugar. 


Una vez alcanzamos la cota del acueducto y tonteamos un poco entre sus ojos, continuamos la ascensión hasta un camino que conduce a la cortijada El Cañuelo y por el mismo, otra vez hacia el mar, llegamos al lugar donde habíamos dejado estacionado el coche. 

































No quiero terminar este cristalito sin hacerles saber que el Acueducto de Carcauz es el cuarto en importancia de la península ibérica, a pesar de lo cual aún no está declarado como Bien de Interés Cultural… y lo que te rondaré, morena. 

-El Peñón de Bernal, desde uno de los ojos de nuestro amigo.

Esta vez rematamos la faena, el tercer tiempo que decimos nosotros, en la Venta El Cortijo Blanco, donde degustamos una carrillera que estaba pa morirse. Hasta la próxima.



Otrosí:
Fue declarado Bien de Interés Cultural, en la tipología de Monumento, en diciembre de 2023.

21/4/21

errores no forzados

 

Una de las cosas que más fastidia a los jugadores de tenis –mis colegas podrán confirmar lo que digo- no es que te hagan el punto, es que te lo hagas tu mismo.

Es lo que se llama “errores no forzados”. Partiendo de la base de que dominas todos los golpes, fallas el punto cuando el golpe del rival, al que contestas, no te está exigiendo. Es lo que en fútbol sería rematar fuera o al palo estando la puerta vacía.

Y es algo, eso de los errores no forzados, que te mina tanto la moral como sube la del contrario. Mandar la bola a la red, o dos metros fuera, cuando nada te impide hacerlo bien, es tan deprimente como cierto.

Esta mañana –ya saben que los miércoles toca tenis-, me he entretenido en contabilizar mis errores no forzados, o cagadas, que también se les llama en mi pueblo. Cada vez que hacía el cambio de lado, dejaba sobre el raquetero tantas hojitas como errores cometidos. Al final de un partido al mejor de tres sets, hora y medio de juego, este ha sido el resultado: Nueve meteduras de pata, por la jeta.

Les advierto que no es un mal índice. Es bueno tirando a sobresaliente. En un día malo, uno de esos en que ya puedes pintar angelitos que te saldrán diablos, puede no haber bastantes hojas en el árbol para contabilizarlos.

Que porqué les cuento esta pamplina? Es mi forma de darle las buenas tardes.

Y la foto me ha quedado la mar de bonita.




1/4/21

el manual

Hace unas fechas mi amigo Rafael @ Gatofrito, ese desde cuya ventana se ve Medina Azahara y se huele el Guadalquivir, revolviendo en una casa palaciega que su familia posee en Ecija, descubrió un librito desvencijado cuya impresión podríamos fechar en torno al año mil novecientos. Y con ser la fecha importante, no es lo más significativo. Lo más significativo es que el libro recoge un manual sobre la ingeniería de mi empresa. Sí, porque mi empresa va a cumplir, en nada, dos siglos de vida.

Mi amigo podría haberlo defenestrado, con el resto de muebles viejos de la casa, pero al percatarse de su contenido… y como mi amigo que es, decidió regalármelo. Tras unas peripecias muy propias de la poca profesionalidad de los que en este país se visten de amarillo para trasladar envíos postales, el libro ya está en mis manos.


De su estudio hemos deducido, a las primeras de cambio, que ojear sus páginas es como poner los pies en el ocaso del siglo XIX; llamándonos especialmente la atención, entre otras varias cosas, como el “compañero de armas” ocupa un lugar preferente sobre el “amigo”. Es perfectamente lógico; raramente tendrás la vida en manos de tu amigo por mucho cariño que le tengas y comúnmente la tienes en las de tu compañero, aunque cuando cuelgues el mono de trabajo no te lleves con él.

El manual es una joyita que hay que sentir con ojos y corazón de mil novecientos. Sus páginas te hablan desde el remedio para un envenenamiento con estricnina a la importancia del baño semanal y el no tenerle miedo al agua.

Pese a que su estado de conservación es nada más que regular, voy a intentar que trascienda de nuestro ámbito, esto es, que pase a formar parte de la biblioteca de Estudios Históricos donde si tienen la suficiente sensibilidad podrá seguir durmiendo por los siglos de los siglos.

Y si no la tienen… pues… de padres a hijos, que tampoco es mal plan.

Le prometí a mi amigo, el Gatofrito, que mi forma de darle las gracias sería dedicarle una cristalito en este lugar. Y soy un tipo de palabra; lo aprendí en el manual.




Otrosí:
Con fecha de agosto de 2021 nos participan, por escrito y oficialmente, que el manual ha sido aceptado para formar parte de la biblioteca de Estudios Históricos que citamos. Consta en el expediente su origen y el donante. Larga vida.