La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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10/8/20

el Marquesado del Almanzora

Finalmente ayer por la tarde volví sobre mis pasos para cumplir con los deberes que tenía pendientes en el pequeño pueblo de Almanzora, en el valle del mismo nombre, y que no era otro que echarle un vistazo al prestigioso palacio del Marqués de la Romana y, ya de puestos, a la remodelada estación del ferrocarril cuyo entorno ha sido primorosamente acondicionado una vez visto que nunca más un tren pasará ante su fachada. Había dos posibilidades, dejarla caer –como está sucediendo con el palacio- o afrontar su restauración y darle un nuevo destino, que es lo que inteligentemente se ha hecho; hoy es una flamante cafetería.

Esta vez nos ocuparemos sólo del palacio; ocasión habrá de meterle mano al ferrocarril.

El palacio del Marqués de la Romana -o del Almanzora- es un edificio ubicado en el centro del pueblo de Almanzora y data del siglo XVIII. Es de estilo neoclásico, señorial y elegante y fue realizado por el arquitecto español Ventura Rodríguez.

Palacio Marqués de la Romana

A mediados del siglo XIX el palacio y las fincas que le eran anexas fueron adquiridas por Don Antonio Abellán Peñuelas, industrial minero de Cuevas del Almanzora, que fue nombrado marqués de Almanzora por Amadeo I de Saboya y que en 1848 casó con Catalina Casanova, natural de Cuevas, 1ª Condesa de Algaida desde 1887. La plaza mayor del pueblo, donde se ubica el palacio, lleva en la actualidad el nombre de la condesa.

La decadencia de la minería afectó a los herederos del marqués y una parte importante de sus propiedades en Almanzora, incluido el Palacio, pasaron a D. Juan March Ordinas que, inmediatamente, nombró un administrador para que las fuese vendiendo. De esa forma, se repartieron en pequeños minifundios las propiedades del marqués de Almanzora y el palacio fue adquirido por dos familias cuyos herederos aún mantienen la propiedad.

En el transcurso de la investigación realizada sobre los antecedentes del edificio he descubierto que el tal Juan March financió, de forma muy importante, la sublevación del ejército en el año 1936.

El 25 de febrero de 2008 fue declarado Patrimonio Arquitectónico de Interés Histórico Artístico.


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-Patio Principal y entrada al palacio. 

A pesar de ello y a día de hoy, el palacio languidece en pura ruina. Sólo ha sido reformada y acondicionada la capilla que se sitúa a la derecha del patio principal. El resto amenaza con venirse abajo sin que los propietarios ni la administración hagan nada para evitar el anunciado derrumbe.

Es el edificio más representativo del neoclásico de la provincia de Almería y a pesar de ello es prácticamente desconocido para el público en general.


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-Blasón del Marquesado.

3/8/20

¡¡ MANOS ARRIBAS !! esto es...

La antigua estación de Renfe en Almería es, tras la Alcazaba, muy posiblemente el edificio más emblemático de la ciudad. Fue construida en el año 1890 y es un ejemplo perfecto de la arquitectura del hierro y del cristal. Su interior lo preside un reloj firmado por Paul Garnier y en el vestíbulo se podían admirar varios murales cerámicos de Francisco Cañadas, con escenas del ferrocarril y paisajes de Almería.

Y he escrito "se podían" porque hace ya mucho tiempo, demasiado, que el disfrute de la estación fue hurtado –en unas obras de conservación interminables- a sus verdaderos propietarios; los almerienses.

La más fiable información sobre el autor sostiene que fue diseñada por Laurent Farge, quien se encargó del proyecto de cálculo y montaje. El cuerpo central y algunas vidrieras fueron diseñados por la compañía francesa Fives-Lille. Está en trámite para ser declarada Bien de Interés Cultural desde el año 1985; pero el expediente, que sepamos e inexplicablemente, no se ha resuelto.

Dando sombra a la estación, durante muchos años, estuvo una edificación que los lugareños siempre conocimos como el Toblerone. El Toblerone, parte fundamental del entramado que la Compañía Andaluza de Minas dispuso para la evacuación del mineral de hierro procedente de las minas de Alquife, fue un elemento singular de la decoración urbana de la capital desde el año 1973 al 2013, en que el Ayuntamiento –con la oposición de buena parte del sentir de la sociedad almeriense- decidió demolerlo.

antigua estación de renfe

Con tan singular edificio, al que ya estaban acostumbradas las retinas de los almerienses, podían haberse trazado cien y un proyectos, pero nada pareció oportuno. El Toblerone, llamado así por su parecido con la famosa chocolatina, terminó bajo la piqueta.

Entonces se nos vendió la moto. En el lugar que ocupaba la chocolatina se construiría algo similar al paraíso, un salto de calidad en la arquitectura de la ciudad que nos adentraría, por fin, en el siglo XXI. Y nosotros, como siempre, nos lo creímos. Bueno… nos lo creímos el 50%, que el otro 50% -como suele suceder- pasó del tema como pasa con cualquier otro problema que afecte a la ciudad o a la provincia. El almeriense es pasota por naturaleza… parece como si lo llevásemos en el adn.

Bien, pues aquí tienen el salto de calidad prometido: Una mole de hormigón, una colmena de viviendas –carísimas, eso sí-, y de tan feo horroroso, que ha terminado de dinamitar el entorno de la estrella de la corona almeriense; la antigua estación de Renfe.

Recuerdo, como si fuese ayer, que en el año 1998 se derribó el edificio Trino, situado junto a la gasolinera de Oliveros, porque se pretendía que Almería se asomase al mar… quedaba bonito eso, mira tú.

Ignoro, como casi todos, el procedimiento a seguir para que un desatino como este vea la luz. Sospecho, como casi todos, que alguien ha hecho el negocio del siglo.

Y mientras, como decía mi abuela, ajo y agua. Porque pasotas seremos, pero ojos tenemos en la cara.

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