Ya podemos jugar otra vez al antes-después.
Tres años separan las dos fotografías que les traigo. Las dos están hechas a las puertas del Santuario de la Virgen del Mar, en el día de su festividad. Un vendedor de nardos, despliega junto a los venerables muros su mercancía para así recaudar unos euros que llevará donde no sobran.
Han pasado tres años, pero pudieron ser tres días. La misma camisa, el mismo pantalón, las mismas zapatillas… hasta el mismo reloj. Usos y costumbres. Tampoco han cambiado el ciclomotor Derbi, los cubos de los nardos y el taburete plegable sobre el que se sienta.
Idéntico escenario para los mismos actores. Sólo el gorro azul que este año adorna su cabeza parece subrayar la diferencia de mil días entre una y otra toma.
También ha variado el objetivo desde el que se recogió la escena. Aquella con la Nikon D3100, que ya no está en mis manos; esta con Nikita Junior la Coolpix S6300 que vale tanto para un roto como para un descosio, dixit doña Concha.
Y entre una y otra, una jubilación, una moto nueva, dos comuniones y un sinfín de goteras más. Tantas que parece imposible que sólo hayan pasado tres años.
La Vidriera del Mairena
24/8/19
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