La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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24/2/18

Casa Ferrera

Casa Ferrera-1

El cristalito de hoy va de arquitectura y urbanismo, de historia, de sensibilidad y dejación.

Hoy, antes que sus muros acaben en los contenedores de basura que alguien de exquisito gusto colocó delante de su fachada o, lo que es peor, bajo la piqueta del demoledor, les voy a hablar de Casa Ferrera.

En la confluencia de la calle Martínez Campos con el Parque Nicolás Salmerón pueden admirar –todavía- este edificio pura historia de Almería. Fue construido en el año 1913 por Trinidad Cuártara –arquitecto, Casa de las Mariposas- y su inauguración supuso un acontecimiento en la vida local. Aquello era como el Corte Inglés de la época, un almacén de ultramarinos y coloniales en que le podían vender desde canela de Ceilán hasta el ancla de su barco.

El impulsor de su construcción fue Emilio Ferrera, cartagenero acomodado y emprendedor, componente de una familia dedicada al negocio de la compra-venta de hierros y herramientas que vino a enamorarse hasta el desconsuelo de una mocita de 13 años, hija del representante para España de la multinacional francesa Portland (cementos y demás) con negocios en las minas murcianas y filial de las del Alquife: Gustave Giraud Brobic. Cuando en 1892 destinaron al padre de la muchacha a Almería, Emilio se vino tras ella, dispuesto a emprender lo que hiciera falta.

Y entre lo que emprendió, extensión del negocio de su familia, estaba la construcción de este edificio, que sería la sede de su empresa en la capital. Eso luego de casarse, claro está, con Luisa Giraud de la Roque, que así se llamaba la niña.

A título de curiosidad, y entre las muchas cosas que la ciudad debe agradecer a Emilio Ferrera, está que fue el promotor de la primera cabalgata de Reyes que se celebró en Almería. Fue el 30 de diciembre de 1916.

Pero el señor Ferrera murió relativamente joven. Se lo llevó por delante la epidemia de gripe de 1918, con poco más de cuarenta años. La contrajo en un viaje que, como cada año, hacía con su esposa a Barcelona y Valencia, donde se encontraban el grueso de sus proveedores. Emilio Ferrera murió el 5 de junio de 1918 y su cadáver llegó a Almería dos días después, en el tren-correo. Esa tarde no abrió ningún comercio y la ciudad entera se volcó en la calle.

La modernidad no le ha sentado nada bien al edificio. La desidia y la dejadez, tampoco. En la actualidad la primera planta está ocupada por el Colegio Oficial de Arquitectos de la Provincia –en alquiler- y la planta baja por una sucesión de negocios a cual más desgraciado e inconveniente.

Ante un futuro que se nos antoja incierto, visto lo visto, Nikita y yo hemos querido traerles este singular edificio para que tengan memoria de lo que fue… de lo que es. La próxima vez que pases bajo sus magníficos azulejos, piensa que un siglo de historia te contempla.

Casa Ferrera-2

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