En el lugar, no se habla de otra cosa. Ocurrió la noche del 4 al 5 de marzo del año de desgracia de 2011. Los periódicos locales se hacen hoy eco de la noticia en portada pero, muy probablemente, lo contarán con menos gracia que yo lo contaré a su merced.
Una tenebrosa tormenta, con abundante aparato eléctrico, se abatió sobre el levante almeriense.
Quizás como presagio de los duros tiempos que nos quedan por vivir, un rayo tremebundo descargó sobre la estatua del Sagrado Corazón de Jesús, en la localidad de Vera.
Los profesionales de la medicina lo llamarían autolisis, el forense muerte por decapitación, pero en el pueblo lo que dicen es que al Cristo lo ha partio un rayo.
Allí yace la cabeza, a sus pies, mudo testimonio del precio pagado por cuantos y lo gordos que son nuestros pecados.
Los profetas dirán lo que se avecina. Cagaos por las patas abajo están en la comarca.
Así las cosas, los creyentes habrán de convenir conmigo en uno de estos dos supuestos:
a) O aquello que nos contaban sobre el sometimiento de los fenómenos naturales a la voluntad del Sumo Hacedor es más cuento que el de Calleja, o
b) A falta de cruz, esta vez optó por el suicidio.
No cabe otra.
A mí, descreído viejo, este episodio me trae a la memoria aquel otro del gitano que seguía un día lluvioso la estación de penitencia de su Cristo favorito. A nada que el cielo amenazaba lluvia, los cofrades se apuraban en desplegar sobre la imagen una gran sábana de plástico para que esta no se mojara. Al poco, cuando la lluvia cesaba, retiraban el plástico. Unos metros más allá, tenían que volver presurosos a proteger el santo.
El gitano, harto ya de tanto quita y pon, pero con más fe que todos los cofrades juntos por más que no pusiera en su vida los pies en la iglesia, les gritó convencido.
-Dejadle al muchacho, que se moje si quiere.
Desde el profundo respeto que me inspira cualquier tipo de creencia, de sentimiento o devoción, aunque no sean los míos, no tomen esta crónica como una falta de respeto; nada más lejos de la realidad. Sólo pretendí dejar testimonio de un sucedido. Y esta es mi forma de contarlo.
Uno, a su manera, también cree en dios. Pero mi dios, desde luego, no pasa las noches al sereno encima de un cerro. La verdad es que no sé dónde coño pasa las noches.
Así me va.
Edito para añadir:
A la semana siguiente, el caso fue tratado en el programa televisivo "El Cuarto Milenio", de Iker Jiménez. Un poco así de pasada y sin ahondar en el asunto. Podrá su merced recuperarlo en el Youtube tecleando cosas como "espíritu santo" o "vera".El descabezamiento duró hasta el siete de abril, en que operarios del ayuntamiento, tras colocar el oportuno andamiaje, restituyeron la cabeza a su sitio. Sin más ceremonia y sin más nada de nada.
Desde entonces, el Cristo luce su nueva cabeza... y a esperar otro rayo.
Almería, julio de 2013
He de retomar este cristalito en la convicción de la bondad de ver los asuntos desde prismas distintos.
Y es que, según de donde sople el viento, lo que puede variar la misma situación.
Ha caído en mis manos el libro La Almería Extraña, de Alberto Cerezuela. La impresión general es que, independientemente del cariño que el autor puso en la obra –que trasluce-, pretendió llenar un granero inmenso con unos cuantos sacos de trigo; el resultado es que sobra paja.
Una noche tormentosa un rayo viene a caer sobre el lugar más alto del pueblo sobre el que, por añadidura, se levanta una figura con armazón metálico. Blanco y en botella… leche.
Dije, y me reafirmo en ello, que todas las creencias –por ilusorias que parezcan- merecen un profundo respeto. Y desde ese respeto contrapongo, a un simple fenómeno de la naturaleza tan frecuente como casual, la interpretación tan original que nos traslada el señor Cerezuela del suceso que tratamos y de la que no me resisto a transcribir algunos párrafos:
“Enclave –refiriéndose al cerro del Espíritu Santo- marcado por lo insólito y por una serie de fenomenología que roza lo sobrenatural”.
“La figura, haciendo honor a su alma de salvador, libró de una tragedia a las casas que hay al pie del monte, pues el rayo tenía como terrible objetivo el impacto en ese vecindario”.
¿Desde cuándo los rayos tienen objetivos?, me sigo preguntando yo.
M.A.M., concejal de educación del ayuntamiento, fue una de las primeras personas que acudió al lugar del suceso:
“Me acerqué con la policía para ver los daños, y se me metió un miedo en el cuerpo cuando llegué a la altura del cerro y vi que le faltaba la cabeza. Pero lo más sorprendente es la cabeza, pues estaba partida por la mitad, con la parte trasera destruida, pero el rostro intacto. Aquello me dio mucho miedo, pues los ojos del Cristo estaban clavados en mí”.
Desde luego no hay nada mejor para ser sugestionado que ser sugestionable.
En fin, no les quiero sugestionar. Les remito al libro, editorial Circulo Rojo, cosa que el autor me agradecerá.
Por lo demás… ustedes mismos; saquen sus propias conclusiones.
La Vidriera del Mairena
7/3/11
3/3/11
La ruta de los dos ríos, Castellar y las tagarninas de don Florentino.
A riesgo de convertir La Vidriera en una guía especializada de rutas para ciclistas piltrafillas, es preferible este mal a la ausencia absoluta de movimiento. Así, y ya que el patio no está para otras líricas, vamos a sumar uno más a la lista de los itinerarios cicleros que se recogen en este blog.
Esta vez se conforman en un pack de dos, ambas situadas en el Campo de Gibraltar y a escasos kilómetros de distancia sus puntos de partida. Como en otras ocasiones, les dejaré una buena muestra gráfica de los itinerarios, lo cual les hará bastante más agradable el viaje.
Día 1 / ruta de los dos ríos / 30 kms. aproximadamente / dificultad baja.
Fijamos el punto de partida en la barriada del Secadero, junto a San Martín del Tesorillo y cauce del río Guadiaro, que seguiremos hacía arriba. Aquí se sitúa una farmacia y un cartel explicativo que nos cuenta discurriremos por las fértiles vegas del Genal y el Guadiaro, así como que pasaremos junto a la finca Los Nogales y ermita del Rosario del Campo, donde la gente del lugar celebra la romería de la Virgen del Rosario del Campo. Ahí es ná.
Ahora seguiremos por su margen izquierda el cauce del río Guadiaro, hacia la confluencia con el Genal, todo el recorrido es prácticamente llano.
A la derecha nos quedará la cumbre de Sierra Crestellina, a cuyas faldas duerme Casares, parajes que ya fueron tratados en este mismo blog. Vea el lector abril de 2009 / Casares.
Panorámica del trazado. A la derecha Sierra Crestellina (1) a la izquierda (2) la finca Los Nogales. Esta finca, casi como todo lo de por aquí, pertenece o esta gestionado por sociedades de don Florentino Pérez, presidente del Madrid pa más señas. Seguro que le conocen.
Finca o Venta los Nogales, que dejaremos a nuestra izquierda. Ahora está deshabitada. En sus tiempos albergó una escuela y una iglesia para dar servicio a los colonos que trabajan estas tierras. Eran otros tiempos, claro. Aún conserva el vestigio de su señorío y, naturalmente, está pintada de blanco.
A poco de rebasar la confluencia de los ríos, al otro lado del cauce del Genal, advertimos el tejado de la ermita de la Virgen del Rosario. Necesariamente hay que mojarse para llegar a sus puertas.
Punto de confluencia de los ríos Genal y Guadiaro.- El cartel indicativo, reza:
“Está usted en un punto de encuentro. Aquí han confluido las culturas a lo largo de la historia.
En esta zona se situó un embarcadero hasta el que llegaban los barcos fenicios, desde el mediterráneo y río arriba, para comerciar con los habitantes de la zona. En aquellos tiempos el río era navegable. Un poco más al norte, siguiendo el curso del río, los romanos construyeron una ciudad, fortaleza militar, llamada Lacipo, para dominar este importante punto estratégico, que era una de las entradas a la Bética Romana. Años más tarde y justo aquí también hubo una venta de caminos, lugar de paso de viajeros y contrabandistas procedentes de Gibraltar, que llegó a albergar un pequeño destacamento estable de carabineros”.
El intrépido viajero entre el Genal (2) y el Guadiaro (1).
Epatante contraluz del viajero reponiendo líquidos, bajo la presencia de los innumerables molinos eólicos situados en la zona.
Pasada la confluencia de los ríos, el camino asfáltico se vuelve de tierra compactada.
Final del trayecto. Un puente derruido nos indica que “non plus ultra”. Con todo, aún tuvimos ganas y fuerzas para hombrear las bicicletas, salvar río y terraplén y continuar por el camino que se adivina en …
… pero este muere apenas doscientos metros más allá. Fue, definitivamente, el punto de retorno.
Allí quedaron los hinojos, las tagarninas, los palmitos, los cítricos y las reses bravas de don Florentino.
Desde luego, por siempre, ¡Hala Madrid!.
Día 2 / ruta de Castellar / 30 kms. aproximadamente / dificultad media.
Establecimos el punto de salida en el aparcamiento del “Guerrero & Blount – Real Estate SL”, donde dejamos el vehículo y cabalgamos las bicicletas. Para acceder a este recinto hay que dejar la autovía E-15 en la salida 130, Guadiaro-Castellar-Sotogrande.
Este itinerario tiene poco misterio; casi ocho kilómetros de subida -la suficiente para que el poco preparado eche el bofe- y otros tanto de bajada hasta llegar a Castellar de la Frontera (el nuevo), con la misma partitura en la vuelta. Todo ello en un carril bici estupendamente acondicionado y seguro, que discurre paralelo junto a la carretera A-2100.
Yo les dejo las fotos y ustedes se hacen su composición de lugar. Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras y… esta vez… además había poco que contar.
El viajero se sorprenderá con la presencia de numerosos pastos de reses bravas.
Detalles del camino, absolutamente separado de la carretera y en optimas condiciones de seguridad.
Prueba superada; estamos en Castellar.
Original campanario de la iglesia de Castellar de la Frontera.
Un respiro; monumento al agricultor. El agricultor es el que está detrás… advierto.
Esta vez se conforman en un pack de dos, ambas situadas en el Campo de Gibraltar y a escasos kilómetros de distancia sus puntos de partida. Como en otras ocasiones, les dejaré una buena muestra gráfica de los itinerarios, lo cual les hará bastante más agradable el viaje.
Día 1 / ruta de los dos ríos / 30 kms. aproximadamente / dificultad baja.
Fijamos el punto de partida en la barriada del Secadero, junto a San Martín del Tesorillo y cauce del río Guadiaro, que seguiremos hacía arriba. Aquí se sitúa una farmacia y un cartel explicativo que nos cuenta discurriremos por las fértiles vegas del Genal y el Guadiaro, así como que pasaremos junto a la finca Los Nogales y ermita del Rosario del Campo, donde la gente del lugar celebra la romería de la Virgen del Rosario del Campo. Ahí es ná.
Ahora seguiremos por su margen izquierda el cauce del río Guadiaro, hacia la confluencia con el Genal, todo el recorrido es prácticamente llano.
A la derecha nos quedará la cumbre de Sierra Crestellina, a cuyas faldas duerme Casares, parajes que ya fueron tratados en este mismo blog. Vea el lector abril de 2009 / Casares.
Panorámica del trazado. A la derecha Sierra Crestellina (1) a la izquierda (2) la finca Los Nogales. Esta finca, casi como todo lo de por aquí, pertenece o esta gestionado por sociedades de don Florentino Pérez, presidente del Madrid pa más señas. Seguro que le conocen.
Finca o Venta los Nogales, que dejaremos a nuestra izquierda. Ahora está deshabitada. En sus tiempos albergó una escuela y una iglesia para dar servicio a los colonos que trabajan estas tierras. Eran otros tiempos, claro. Aún conserva el vestigio de su señorío y, naturalmente, está pintada de blanco.
A poco de rebasar la confluencia de los ríos, al otro lado del cauce del Genal, advertimos el tejado de la ermita de la Virgen del Rosario. Necesariamente hay que mojarse para llegar a sus puertas.
Punto de confluencia de los ríos Genal y Guadiaro.- El cartel indicativo, reza:
“Está usted en un punto de encuentro. Aquí han confluido las culturas a lo largo de la historia.
En esta zona se situó un embarcadero hasta el que llegaban los barcos fenicios, desde el mediterráneo y río arriba, para comerciar con los habitantes de la zona. En aquellos tiempos el río era navegable. Un poco más al norte, siguiendo el curso del río, los romanos construyeron una ciudad, fortaleza militar, llamada Lacipo, para dominar este importante punto estratégico, que era una de las entradas a la Bética Romana. Años más tarde y justo aquí también hubo una venta de caminos, lugar de paso de viajeros y contrabandistas procedentes de Gibraltar, que llegó a albergar un pequeño destacamento estable de carabineros”.
El intrépido viajero entre el Genal (2) y el Guadiaro (1).
Epatante contraluz del viajero reponiendo líquidos, bajo la presencia de los innumerables molinos eólicos situados en la zona.
Pasada la confluencia de los ríos, el camino asfáltico se vuelve de tierra compactada.
Final del trayecto. Un puente derruido nos indica que “non plus ultra”. Con todo, aún tuvimos ganas y fuerzas para hombrear las bicicletas, salvar río y terraplén y continuar por el camino que se adivina en …
… pero este muere apenas doscientos metros más allá. Fue, definitivamente, el punto de retorno.
Allí quedaron los hinojos, las tagarninas, los palmitos, los cítricos y las reses bravas de don Florentino.
Desde luego, por siempre, ¡Hala Madrid!.
Día 2 / ruta de Castellar / 30 kms. aproximadamente / dificultad media.
Establecimos el punto de salida en el aparcamiento del “Guerrero & Blount – Real Estate SL”, donde dejamos el vehículo y cabalgamos las bicicletas. Para acceder a este recinto hay que dejar la autovía E-15 en la salida 130, Guadiaro-Castellar-Sotogrande.
Este itinerario tiene poco misterio; casi ocho kilómetros de subida -la suficiente para que el poco preparado eche el bofe- y otros tanto de bajada hasta llegar a Castellar de la Frontera (el nuevo), con la misma partitura en la vuelta. Todo ello en un carril bici estupendamente acondicionado y seguro, que discurre paralelo junto a la carretera A-2100.
Yo les dejo las fotos y ustedes se hacen su composición de lugar. Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras y… esta vez… además había poco que contar.
El viajero se sorprenderá con la presencia de numerosos pastos de reses bravas.
Detalles del camino, absolutamente separado de la carretera y en optimas condiciones de seguridad.
Prueba superada; estamos en Castellar.
Original campanario de la iglesia de Castellar de la Frontera.
Un respiro; monumento al agricultor. El agricultor es el que está detrás… advierto.
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