Es americana. Americana de Sant Antoni de Vilamajor, que no sé por dónde queda… pero debe quedar muy lejos.
Andamos conociéndonos. Como ni ella habla castellano, ni yo inglés, pues la cosa va despacio.
La he bautizado Lagartija, por su vocación rural y caminera.
Ha llegado para que La Peregrina pase a segunda actividad, que le llaman ahora.
Cada vez que tengo ocasión, repito que mi ilusión infantil no cumplida fue tener una bicicleta. Los posibles, y los imposibles, impidieron que aquel sueño se hiciese realidad. Ya van años y aún recuerdo cuantas veces se me fueron los ojos, y las ganas, detrás de la bicicleta de otros más afortunados. Quizás por eso también llegue a la madurez, no sé si a madurar, con la dentadura completa.
En esto de las dos ruedas hice el camino al revés; llegué a tener moto sin haber tenido bicicleta. Muy posiblemente aprendiera a montar en la de un amigo.
Ya de mayor, de muy mayor, La Peregrina satisfizo ese arraigado sueño. Ahora, a los umbrales de la senectud, ya pocos sueños van quedando. Quizás ilusiones, caprichos, antojos, niñerías de persona mayor.
En cualquier caso, es definitivo es que la bicicleta es una buena compañera.
Hay veinticuatro razones, veinticuatro, por las que debe preferirse la compañía de una bicicleta a la de una mujer. Si su merced está interesado en alguna de ellas, yo no tengo inconveniente alguno en ilustrarle.
Por lo pronto, a modo de presentación, les dejo con una imagen de Lagartija.
La verán a menudo.
.La he bautizado Lagartija, por su vocación rural y caminera.
Ha llegado para que La Peregrina pase a segunda actividad, que le llaman ahora.
Cada vez que tengo ocasión, repito que mi ilusión infantil no cumplida fue tener una bicicleta. Los posibles, y los imposibles, impidieron que aquel sueño se hiciese realidad. Ya van años y aún recuerdo cuantas veces se me fueron los ojos, y las ganas, detrás de la bicicleta de otros más afortunados. Quizás por eso también llegue a la madurez, no sé si a madurar, con la dentadura completa.
En esto de las dos ruedas hice el camino al revés; llegué a tener moto sin haber tenido bicicleta. Muy posiblemente aprendiera a montar en la de un amigo.
Ya de mayor, de muy mayor, La Peregrina satisfizo ese arraigado sueño. Ahora, a los umbrales de la senectud, ya pocos sueños van quedando. Quizás ilusiones, caprichos, antojos, niñerías de persona mayor.
En cualquier caso, es definitivo es que la bicicleta es una buena compañera.
Hay veinticuatro razones, veinticuatro, por las que debe preferirse la compañía de una bicicleta a la de una mujer. Si su merced está interesado en alguna de ellas, yo no tengo inconveniente alguno en ilustrarle.
Por lo pronto, a modo de presentación, les dejo con una imagen de Lagartija.
La verán a menudo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario