Mi primer coche fue un Renault 5. Era de color verde con una raya longitudinal amarilla a los costados imitando el mítico Ford Torino de Starsky y Hutch. Luego le siguió un Seat Panda, un Citroen BX de infausto recuerdo, un Seat Ibiza y un Renault Clio de 2015. Todos, excepto el BX, cumplieron con creces lo que de ellos se esperaba.
El último ha sido un Toyota Corolla con aspiraciones de platillo volante y cuyo valor, como en la mili, aún está por demostrar.
En todos ellos colgó, del espejo retrovisor interior, el par de alpargatas que les muestro y que se han ido pasando de uno a otro. Las dichosas alpargatas, luego acompañadas de un buho azul, fueron regalo de mi tía María, ya fallecida. Obsequio humilde y sencillo pero, a la vista está, resultaron más que apropiadas para el camino ha recorrer. Han cumplido ya 50 años y ahí están… como el primer día.
Coincido con mis clientes, adictos a su pesar, que esta es una más de mis pamplinas pero… están en mi adn. Además, qué esperan sus mercedes de una adormecida tarde de verano.
Seguro que en vuestros coches también cuelga cualquier chuminá. Te da vergüenza confesarlo?
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