En mi pueblo jugábamos a piola. No teníamos consolas, ni
tablets, ni móvil, ni puñetera falta que nos hacía. Pero teníamos amigos y
teníamos la calle, que supera cualquier pasatiempo que la modernidad estuviera
por traernos. Así que jugábamos a piola, al churro va, al pañuelo o al fútbol
total.
Lo del jersey de ganchillo ha sido idea de una vecina del
pueblo y no era cosa de darle un disgusto a la mujer.
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