Lo de esta mañana si que merece una charla de café, un cristalito en La Vidriera o una esquela en La Voz de Almería. La vida a golpe de pedal.
Pues resulta que iba uno cicleando con Julieta por su ruta
más habitual, que no es sino el camino por la costa desde Almería al Cabo; un
placer para los sentidos y un sosiego para el alma.
Y al hacerlo entre el varadero del Alquián y Retamar primero
encontramos el rebaño… como lo hemos visto otras veces… un ciento de cabras
conducidas por un sólo pastor y dos o tres perros, profesionales en ambos
casos.
Pero es que tras el rastro que dejaba el rebaño, a algo menos de un kilómetro, la encontramos a ella. Y ella acaba de parir un par de cabritillos a los que no cesaba de dar lametones para que salieran guapos en la foto.
El cabrero se había limitado a dejarla amarrada a un poste, con sus crías al lado. Supongo que para que luego fueran recogidos por alguien.
Otro ciclista, tan asombrado como yo, se detuvo a mi lado y
estuvimos un buen rato comentado la jugada. No todos los días se observa un
espectáculo parecido; al menos no lo observamos los urbanitas como nosotros.
La vida se abre paso en cualquier momento y circunstancia, y
ya que fuimos testigos de excepción, no era el caso no traerlo a este lugar.
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