La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


.

27/9/21

la mala sombra

Este curso, mi nieto Sergio juega al fútbol en un equipo federado de juveniles. Él tiene 15 años y la categoría agrupa chicos de 15 a 18 años, con lo que las diferencias de envergadura pueden ser notables.

Pero no es a eso a lo que voy a referirme. Voy a que el ambiente del fútbol es absolutamente nefasto, deprimente, asqueroso.

No hay partido en el que no encuentre un energúmeno al que, por decreto-ley, habría que impedirle su entrada a los estadios. Esta clase de sujetos… y sujetas… se retratan ellos mismos. Llevan a la grada lo que son en su casa, en su trabajo, en su entorno; y no son otra cosa que personas muy deficientes en lo emocional.

Siempre encontrarán el blanco de su ira, de su desprecio; preferentemente el árbitro. No entiende la criaturita que, sin el árbitro, no se daría el espectáculo. Pero también están los jugadores contrarios, los espectadores como él o sus propios jugadores cuando las cosas vienen rematadamente mal.

Y además no callan. Este fin de semana, una señora que se sentaba a mi lado, harta ya de escuchar la perorata de uno de estos energúmenos le pidió, por favor, que se contuviera un poquito. Para que le dijo nada… lo más suave que le contestó es que él no se callaba ni en su casa y no se iba a callar allí. Ya podemos imaginar cómo será la vida de este elemento en su casa.

Los aborrecibles no entienden de género. Se da en ellos, en ellas y en elles.

Por propia experiencia conozco que no se vive lo mismo desde dentro, que él jugador sólo quiere jugar y vive ajeno a estas movidas. Tan cierto como que he practicado/seguido unos cuantos deportes, pero a ninguno le rodea un ambiente tan insano como al fútbol.


Y miran que se organizan movidas para anularlos. No hay manera; es un cáncer con metástasis.Son aborrecibles con muy mala sombra.

26/9/21

el huevo Kinder

 

Lucía ha cumplido este verano 11 años. Así que este curso escolar termina la primaria y el próximo año comenzará en el instituto los estudios de ESO.

Lucía, por sus especiales circunstancias, siempre ha gozado de un punto especial de protección de su abuelo, que soy yo. Al otro abuelo, Casto, un buen hombre, poco pudo conocerlo.

Y desde que comenzó su etapa escolar, cada jueves de cada semana, su abuelo… o sea yo, ha entregado a Lucía un huevo Kinder antes de que entrara en el colegio. Si, un huevo de esos de chocolate que traen dentro una sorpresa. Si de invierno en invierno, si de verano en verano. Cosa que sigue sucediendo a día de hoy.

Era una forma, mi forma, de hacerle ver a Lucía que ahí estaba su abuelo por si venían mal dadas… o peor dadas, que todo se puede esperar. Luego resultó que la vida me sorprendió haciéndome ver que Lucía era un estiloso camaleón que se adaptaba, sin estridencias, a los vaivenes que la vida le iba presentando.

El caso es que este año, cuando comenzaba el curso, y así en una conversación abuelo/nieta, le espeté:

-Lucía, el año que viene comienzas en el instituto. Tendré que seguir trayéndote huevo Kinder cada  jueves?

Y Lucía, con esa voz pausada y tenue que a veces ni se oye, contestó:

-A ti te importará?