Esta vez a mi amigo el Sherpa se le quedó corto lo de "la charca de las extranjeras", que era nuestra meta habitual en estos parajes. Así que superada la cuesta de Atanasio –menudo bicho tenía que ser el Atanasio-, la cuesta Mojones, y otras veinte cuestas más en la mitad de las cuales tuve que descabalgar para recoger el corazón de la cuneta, llegamos a lo más intrincado de la Sierra Bermeja, allá cerquita de donde nace el río Padrón.
A este nuevo conjunto de pozas, las bautizamos como La
Marmolina, porque de mármol parecen las paredes que forman el vaso de la
piscina.
Cuatrocientos cincuenta metros de desnivel positivo sobre el
lugar en que iniciamos la andadura, cuando llegas aquí te bañas sí o sí, porque
el capricho se ha convertido, desde kilómetros atrás, en pura necesidad.
Bien es verdad que el esfuerzo queda compensado por la
belleza del paisaje y la paz que allí se respira, medicinas ambas que no vas a
encontrar en ninguna farmacia.
Para regresar, como aún se le hacía escaso lo de triscar
montes a golpe de pedal, nos desviamos hasta el club de tenis donde esta vez
finalizamos como es tradición y de reglamento; con un par de cervezas en la
mano.
Les dejo un resumen de lo vivido en una calurosa mañana de julio cuando el "terral" de poniente amenazaba con secarnos…
6 comentarios:
Juan, perfecta la narrativa de la aventura de ayer sobre el rio padrón .
Eres un máquina en esto de plasmar el presente sobre el paso de tiempo q recordaremos aunque pase tan
rápido
A tu disposición para nuevas hazañas
Un abrazo
Aclaro para los profanos que "Unknown" no es otro que mi amigo Antonio, al que desde el cariño siempre he llamado el Sherpa, por los berenjenales en que me mete.
Y al que aquí dejo un amistoso abrazo.
Creo q ya sale mi nombre Juan
Perfecto.
Hola juan,hoy he vuelto a la charca marmolina con mi compi la bici
Era para recordarte el sufrimiento de la cuesta ATANASIO y demas desniveles q tanto te gustan
jajaja
pero la recompensa de un buen baño en la charca q es una buena medicina contra el
mundanal ruido
un abrazo y saludos
Que peligro tienes, Antoñito.
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