La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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16/10/17

la Senda de Matagallar

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Fueron esta vez de la partida el Sherpa, el Vete y el Capitán Pedales; tres patas para un buen banco.

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Jubrique, punto de partida

Cuando tras cuatro horas y cuarto de triscar montes, subir trochas y bajar barranqueras, llegamos a la sombra y fresco de la Venta de San Juan, sentado ante el plato que les muestro, mi cuerpo entero estaba en las mismas condiciones que las ruinas que le siguen. Estamos por el caucel del Genal, en un rincón conocido por Arroyo Hondo.

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Y puedo asegurarles, sin temor a equivocarme, que engullimos los platos sin el menor remordimiento de conciencia. Por una vez, y sin que sirva de precedente, el colesterol –bueno o malo- pasó a ser algo intrascendente.

Inhabilitado para jugar al tenis por mor de una lesión en el dedo indice de la mano derecha, lesión ridícula y puñetera que lo mismo me retira, esta vez el Sherpa acordó llevarnos de excursión por la Senda de Matagallar. Nos acompañó nuestro amigo el Vete, siempre dispuesto a apuntarse a estas correrías.

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En la referida excursión, de unas cuatro horas aproximadamente de duración, se recorren doce kilómetros. Ello puede darles una idea de la orografía del terreno a patear.

... del Runtastic

En términos generales se trata de dejar el coche en Jubrique, tierra de bandoleros, y descender ya caminando hasta el lecho del río Monardillo. Superado el trámite, y si no te has despeñado, hay que subir los 596 metros de nada de la Sierra Paloma, tras lo cual daremos vista a Genalguacil.

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Una vez en sus calles se impone un alto en el camino, tanto para reponer fuerzas con un breve refrigerio, como para admirar –siquiera sea de pasada- las obras de arte que se agolpan en sus calles.

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Recuperado el aliento, hubimos de descender por el cauce del Panerón hasta el río Armachal, que nos llevará al Genal en el paraje conocido por Arroyo Hondo. Este descenso hará ridículo el anterior de Jubrique, que uno pensaba –hasta ahora- que era lo más de lo más.

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Ya en la Laguna de Pradollano, que incita al baño como el canto de las sirenas de Ulises, el camino se hace más liviano y cómodo. La chopera te ampara del sol abrasador y la Junta de Andalucía habilitó seguras pasarelas para ir salvando sin mayores problemas el cauce del río, ya en el horizonte la Venta de San Juan, término de nuestro viaje.

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Una vez en la Venta, derrengaos y extenuados, la cerveza fresquita entra por el gaznate como si fuera el agua del Genal.
Tras el postre, el digestivo y el café, sólo queda un pequeño problema; alguien nos tiene que subir hasta Jubrique para recuperar nuestro vehículo.

Ello queda en manos de la buena gente del lugar. Para nosotros no supuso impedimento y para el que quiera copiar la aventura supongo que tampoco lo será.

Este habrá sido, desde luego, el menor de los impedimentos que encontrarán en el camino.

Quede pues aquí constancia de la aventura, a mayor gloria de los tiempos en que pudimos hacerlo.
Otras vivencias de la Senda de Matagallar:

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Bien está, lo que bien acaba.

3 comentarios:

francisco dijo...

So saborio, que yo vengo aquí sin que necesite señales de humo y a veces hasta te escribo algo a pesar de saber que no habrá respuesta en la mayoría de los casos.

francisco dijo...

ya e hartado, jartao.
Tendré que desabilitar a mi nieto que me tiene jodido el PC

Juan de Mairena dijo...

Ningún comentario en este lugar se queda sin respuesta. Cortesía propia del autor y como muestra de agradecimiento.
Siempre que lo vea, claro.
Gracias por pasar.