El camino a todas las cosas grandes, pasa por el silencio.
Nietzsche.
Fué el día del Señor del 16 de abril de 2017; Domingo de Resurección, para los creyentes.
Después de recoger por dos veces mi corazón de la cuneta, convine conmigo mismo que, de no matar al Sherpa, el Sherpa… un día de estos, me mataría a mí.
Pero esas cosas no se hacen con los amigos; a los amigos se les disfruta, o se les sufre, sin importar de qué lado sopla el viento. Incluso amigos, que como este, te digan convencidos que cada paso que les aleja de la civilización, del tráfico, del ruido, de la muchedumbre, le acerca más a Dios. Que es tanto como decir que les acerca a ellos mismos.
La banda sonora de estos guacabaud’s, es evidente, sólo puede ser el ruido del viento o el respirar de la naturaleza. Hay días, o ratos, en que comparto esa teoría.
Sentados estos antecedentes, estas premisas aceptadas, la idea era volver al Nicio. El Nicio es una muerte a pellizcos que escribimos en el año 2012 y que pueden encontrar en este mismo blog (octubre 2012).
Pero alcanzadas las primeras cotas, el Sherpa se me vino arriba:
-Oye, Juanito, que digo yo que el Nicio ya lo conoces. Qué te parece si en vez de ir allí vamos a la mina Conchita.
-Qué coño es la mina Conchita?
-Una mina de wolframio abandonada; una pasada.
-Y eso qué esfuerzo supone?
-Bah… facilito… más o menos el mismo que subir al Nicio… pero vamos despacito y, ya sabes, donde no llegan los pedales llegan las zapatillas.
Pues vamos.
Se ve que el no estar aún lo suficientemente cansado, no acordarme de anteriores sufrimientos, la llamada de la naturaleza, el cariño a la aventura o, definitivamente, que me va la marcha, me hizo aceptar la apuesta.
Dejamos la ruta del Nicio a la derecha y tras vadear el río Padrón comenzamos la subida al Puerto las Palmas, antesala del camino que nos llevaría a la mina. Aún éramos felices.
Parece oportuno hacer un paréntesis para contarle, siquiera sea brevemente, los antecedentes del lugar que luego íbamos a visitar. De cualquier manera, el lector viborilla podrá encontrar en la red numerosos trabajos que la estudian y de los que, al final, ofreceré bibliografía.
“La mina Conchita, bautizada así en honor a una de las hijas de Domingo de Orueta, su descubridor, se sitúa en la falda oriental del Cerro del Lentisco, en el corazón de la Sierra Bermeja, y a unos 800 metros de altura sobre el nivel del mar.
De ella se extrajo la schelita, mineral de color caramelo claro del que se obtiene el wolframio o tungsteno, material de extraordinaria resistencia por lo que se empleaba en las aleaciones de acero para la construcción de tanques de guerra.
El descubridor, ingeniero malagueño, llegó a explotar la mina en los años veinte, pero de forma puramente artesanal. Fue más tarde, durante los años 1944 y 1945 –Segunda Guerra Mundial-, cuando se aceleró la producción, vendida íntegramente –con la oposición de los aliados- y a cambio de oro al gobierno de Hitler. El uso que se le dio al wolframio está constatado. No así el destino del oro que se recibió a cambio mientras en España se instalaba la más jodida de las hambrunas”.
Hacía rato que habíamos dejado atrás y a la derecha las alturas en las que se asienta el castillo del Nicio cuando convinimos, vista mi falta de fuelle, que sería lo más sensato dejar amarradas las bicicletas y continuar la subida a golpe de zapato. Era eso o la mariconada de volver sin consumar. Esa fechoría aún no está escrita en nuestro vocabulario.
Comprendo a mi amigo cuando se entrega a estos paisajes. La naturaleza se presenta exuberante y donde no se cubre de pinadas lo hace con lujuriosas extensiones de cistus ladanifer o, lo que es lo mismo, jara pringosa; que en esta época del año lucen en todo su esplendor.
Al final haríamos unos tres kilómetros a pie. La antesala de la propia mina la constituye la Casa del Minero, muy bien conservada, junto a la cual se encuentra una piedra tallada que despertó mi curiosidad. La fotografié pensando que luego, en la red, encontraría los porqués de la misma. No ha sido así, pero dejo la foto por si alguien puede alumbrar en el pozo de mi ignorancia.
La entrada principal de la mina, por razones obvias, se encuentra cegada. El único acceso a la misma se realiza a través de un respiradero. Dada la falta de entibación de las galerías, la antigüedad, las filtraciones y todos los impedimentos que a vuesa merced se le pudieran ocurrir, está absolutamente desaconsejada la entrada a su interior. Aviso a navegantes.
Allá anduvimos, como Pedro por su casa, olisqueando en las escombreras de la mina, o entre la maleza, ignorante entonces –por omisión del Sherpa- de lo que más tarde conocería a través del testimonio de un visitante anterior:
“La mina está en muy malas condiciones ( mucha precaución ) y creo que la visita merece la pena, no penséis en hacer grandes hallazgos, porque es en las escombreras donde podéis encontrar englobadas en la dolomita y las calcitas espáticas : Bismuto, Scheelitas, Condroditas, y diferentes Teluros, etc .
En los últimos años ha disminuido el tamaño de los ejemplares , encontrar cristales de más de 1cm es una grata sorpresa. Lo que si podéis encontrar en mayor o menor medida son los Alacranes que en esta zona abundan (he contado en una noche de verano más de 40 individuos de diversos tamaños en 50m2)”.
De haberlo conocido hubiera hurgado debajo de las piedras por ver de traerme un ejemplar para documentar este cristalito. Y, sobre todo, hubiera tenido mucho más cuidado respecto del lugar donde ponía los pies… o el culo.
Capítulo aparte merece, “ya que estamos aquí”, la visita a Juan el Eremita, amigo de mi amigo el Sherpa. Y aunque los amigos de mis amigos no son mis amigos, creo que la visita mereció la pena aunque fuese a cambio de las pocas fuerzas que ya me quedaban.
Este eremita, desprovisto de cualquier componente religioso, habita un poco por debajo del nivel de la mina y en perfecta comunión con la naturaleza. Vive de lo que la tierra le da. Mantiene algunos animales y cuida el huerto del que se alimenta. Nunca baja a la civilización. Tiene agua, obtenida de los acuíferos de la zona, pero no corriente eléctrica. Se cobija en un cortijillo en consonancia a su persona y modo de vida y su única familia son los cuatro perros que siempre le acompañan.
Me cuenta el Sherpa que, de cuando en cuando, un cuñado del eremita sube desde Estepona y le trae tabaco o algún otro lujo de escasa necesidad. De paso comprueba si está vivo.
Me abstuve, por descontado, de hacer ningún tipo de consideración.
El lector, por su parte, puede hacer las que le venga en gana. Incluso puede, si le apetece, dejarla aquí para que la conozcamos.
Luego tocaba hacer el camino de regreso. Mucho más liviano.
Liviano por la satisfacción del objetivo conseguido y porque una vez alcanzado el lugar donde estaban amarradas las bicicletas, costaba poco más de media hora llegar al nivel del mar.
Y si la aventura termina de este modo,
… es que merece la pena vivir la aventura.
Gracias, Antonio. Las posibles quejas que hayas podido leer no son sino un ejercicio de estilo; requisito imprescindible para mantener entretenido al personal; miserias de la profesión de cuentista.
DATOS OBTENIDOS DEL GPS -RUNTASTIC-:
Hora inicio; 8.42 a.m.
Distancia alcanzada; 22'79 kms.
Tiempo empleado: 4h 13m 16s
Altura ganada; 779 metros
Velocidad media; 5'40 kms/h
Velocidad máxima; 46'8 kms/h
BIBLIOGRAFÍA:
1. https://static1.squarespace.com/static/54be61f8e4b096702d5145f5/t/555527c9e4b0eca34182cd3f/1431644105266/T2-01-Juan_Carlos_Romero_pp_9-39.pdf
2. http://www.mtiblog.com/2013/10/mina-conchita-estepona-malaga.html
La Vidriera del Mairena
19/4/17
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6 comentarios:
Buenas juan la narrativa de este dia es perfecta y se ajusta a la realidad
Solo el paso del tiempo nos dira el valor que tiene este dia de esfuerzo ciclistico
Espero sea pronto que vuelvas por estos lugares de estepona para seguir descubriendo
si ´¨resistes¨¨jejeje las embestidas de este humilde sherpa jajaja nuevos lugares
ah tambien seguire gateando en las pistas de tenis con el manual de los luchadores
Bueno juan seguimos en contacto
Un abrazo
Lo que hubiera dado por acompañaros, don Capitán.
Me uno a su felicidad que comparto con envidia. Esas escombreras de wolfram valen también su peso en "oro"
Me ha gustado mucho tu reportaje Capi. Mucho.
Ya sabes que mi padre era minero. De carbón y en Cataluña.
Es curioso, tenía la misma enfermedad que yo (unos dicen que no, que es congénita y otros que tambien puede ser hereditaria. Los médicos en general te dicen que es por el tabaco, que ayuda, si.Pero no naces fumado.
Bueno, que me desvio, mi padre tenía una EPOC también y siempre se la achacaron al fumeque (fumaba muchísimo menos que yo) y nunca a la jartá de años que estuvo metido en la mina de carbón.
Muy buena Capi y me ha traído muchos recuerdos su mina, mis padres se conocieron escapando de la GC. cuando estaban robando ese mineral para poder comer, solo tenían catorce y quince años, cuando ocurrió.
En cuanto a la EPOC, Pris, mi parejo también la tiene y trabajó en una fábrica de plásticos durante 15 años, por supuesto los médicos se lo achacan al tabaco, todos menos uno que es amigo, que dice que su situación laboral tuvo mucho que ver.
Me da una envidia del copón esa forma física suya. Intuyo el esfuerzo y la lucha con las ganas de bajarse y coger un taxi para volver a casa. Una alternativa que ni se plantea en serio.
Me quito el sombrero.
Yo en tierra soy bastante flojito, la semana pasada, después de disfrutar de un rato pescando, el agua estaba fría de cojonxx, teníamos que subir unos sesenta metros por el acantilado del faro de Higuer, por la zona del camping, y cuando llegue al coche me faltaban las piernas.
O eso pensé por qué no las sentía. Las descubrí en seguida, estaban debajo de mi cintura pero parecía que no.
En mi defensa diré que transportaba 10 kilos de plomos, dos arpones, las aletas, la boya y una lubina de ocho kilos (quiten esto último que es una licencia poética. Directamente una mentira). Pero esos sesenta metros con un desnivel de treinta como mucho me los subía fumando un cigarrito hace unos años.
Y ahora sin fumar…igual es eso…
Total, que me juré que este verano me compraré una barquita con un motorcito para no volver a ir a pescar de infantería. Esto llevo mucho tiempo jurándomelo pero no hay manera.
Así que le leo y me falta el resuello y me da una envidia tremenda no conocer en persona esos lugares los que nos lleva con sus crónicas y fotografías.
No lo hice en su día, falta horrorosa, pero lo hago ahora; Gracias a todos por vuestros comentarios.
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