En este capítulo dejaremos memoria de la importancia de que los hermanos, Dalton o Domínguez, sigan haciendo cosas juntos. Lo de la bicicleta, como el avispado lector deducirá, no es sino el vehículo que sirve de excusa.
Quiero además, en esta ocasión, dejar a mis nietos la provechosa enseñanza de lo importante que es robar limones con el suficiente estilo y decencia.
Así pues, en cuanto el diluvio que caía desde hacía días nos dio una tregua, enjaezamos las cabalgaduras y nos dispusimos a adentrarnos en el corazón verde en busca, una vez más, de la afamada y poco conocida Charca de las Extranjeras.
Y nada mejor que empezar la aventura tomando fuerzas y desayuno en la terraza de la cafetería La Viña. Un café caliente y unos churritos son el mejor prólogo para el viaje que se avecina.
el escenario de la aventura
las curiosidades del camino
luego tocará abandonar las bicicletas, convenientemente atadas, en el lugar en que el río ya no permite más licencias que la zapatilla y el escalo
de lo que da testimonio la imagen que les adjunto
río arriba, con la soledad que sólo la naturaleza poco pateada es capaz de regalarnos,
nos acercamos a nuestro destino...
... hasta llegar a la meta fijada.
Es la hora del tentempié, el trago de vino de la bota… y la de volver.
No sin antes, tomen buena nota mis nietos, de recoger unos limones de las huertas próximas que puedan hacer realidad el dicho de “si la vida te da limones, haz limonada”.
Les esperamos en la próxima.
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