Un guiño en el rumbo de mi galera me permitió, el otro día, conocer a un genio de la fotografía. Mejor que contarles yo quien es Domingo Leiva, sería que su merced se diera un paseo por su página web
http://dleiva.com/
que sin duda le describirá mejor de lo que yo nunca podría hacerlo. Si acaso añadir, a su trayectoria profesional, su calidez humana y su cercanía.
El asunto es que el maestro necesitaba un punto de apoyo para mover el mundo y mi empresa estaba en condiciones de prestárselo; a través de mí que me ofrecí voluntario.
Siempre he dicho, y lo mantengo, que si estás cerca de estos gurús, aunque sea para llevarles la maleta o el botijo, terminas aprendiendo algo.
Y yo aprendí algunas cosas a cambio de prestarle un chaquetón, pues el maestro se había presentado en mangas de camisa y el lugar, y la hora, aconsejaban un mucho más de abrigo.
Así que tuve el privilegio, encaramado a la lámpara del quirófano, de contemplar como el cirujano operaba.
En su amabilidad, el artista pretendió hacerme partícipe de algunos de sus métodos de trabajo pero… pero… yo no estaba a su altura; como si me hablara en chino.
Dicho en otras palabras, él jugaba a Messi o Cristiano y yo en el equipo de veteranos de mi barrio. Un veterano, por otro lado, a quien le cuesta dios y ayuda –si es que lo hace- leer el manual de la cámara.
Me aseguraba Domingo Leiva que avanzar en la técnica me permitiría divertirme más con la fotografía. Por una vez discreparé de la opinión del experto. No puedo estar de acuerdo con ella porque si bien es verdad que Cristiano juega la Champions y el de mi barrio la liga de veteranos, a la hora de divertirse, lo que se llama divertirse, no me atrevo a decir cual de los dos lo hace más. Como poco, uno lo dejaría en un discreto empate.
El monstruo de la imagen se llevó en las entrañas de su Nikon lo que venía a captar y yo, desde ayer tarde, lo tengo como el contacto más afamado y prestigioso de mi página de Flickr. Esa en la que sólo juego la liga de veteranos.
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