Esto no puede pasar de aquí. Mi intento de coronar los taitantos ochomiles que componen las Vías Verdes, se ha visto atascado por la presentación de la Vía Verde del Almanzora hasta el punto que van a llegar otras cuando esta aún no vio la luz.
Y es que, de las que hasta ahora llevamos cicleadas, ha sido la más aburrida. La Vía Sosa la bautizamos. Algo más de once kilómetros, veintitantos ida y vuelta, de una suave y tediosa subidita que dieron poco que llevarse a los ojos y menos que llevarse a las manos.
Pero la hicimos la divina Providencia, el Bosco Chico y el que les cuenta y debemos dar testimonio de ello, sirviendo de guía a los aventureros que un día quieran seguir nuestros pasos.
Sepan, a modo documental, que la línea férrea sobre cuyo trazado discurre esta Vía Verde tuvo su época de esplendor entre 1903 y 1970. Hasta siete trenes diarios trasladaban el mineral de hierro desde las minas ubicadas en esta comarca hasta el vecino puerto de Aguilas (Murcia), donde en un embarcadero denominado El Hornillo, era acomodado en los barcos que luego lo trasladarían a distintas siderurgias para ser tratado.
El trazado por nosotros recorrido se extiende desde el cargadero de los Canos, a 2’5 kilómetros de Serón, hasta el límite con el término de Alcontar… y vuelta, claro, hasta la estación de Serón, donde habíamos dejado estacionados los vehículos.
Quizás sea mejor que el lector se vaya asomando a las imágenes que nosotros hicimos para él en su día. Pase, pase y vea.
Desde las almenas del Castillo de Serón la tiesa torre vigilará nuestro recorrido. A falta de otros atractivos turísticos, que también los tiene, aquí podrá el viajero catar un jamón que nada tiene que envidiar al de Jabugo.
Cargadero de los Canos, o lo que es lo mismo, inicio del trayecto.
A través de él se embarcaba el mineral procedente del Cable de Cabarga San Miguel. El Cargadero es una excelente muestra de funcionalidad. Se trata de un gran depósito superior con capacidad para 40.000 toneladas, sobre el que vertía la estación terminal del cable. Por debajo del mismo, dos túneles paralelos permitían la descarga por gravedad sobre los vagones. Su estado de conservación es excelente (extraído de la web del patrimonio andaluz).
Despacito y buena letra, que decían los antiguos. Rumbo al viento; y nunca mejor dicho.
Andén de la estación de Serón. Memoria de abuelos ferroviarios y patio de juegos de una chiquillería tan lejana como perdida.
Aparcamiento en la estación de Serón. Aquí dejamos los coches y tomamos las bicicletas. El lugar está acondicionado de forma ideal. Sólo echamos de menos una cafetería en las cercanias.
Es el momento de preparar debidamente las cabalgaduras. Todo tiene su ceremonia y protocolo. Aquí se disfruta desde un pinchazo a la hora del bocadillo.
La bici-tren. O lo que es lo mismo, casi lo más curioso que encontramos en todo el recorrido. Un detalle amable que pone la nota de color en el entorno. Así eran las bicicletas de los guardagujas que recorrían, una y otra vez, el trayecto entre el edificio de la estación y las agujas de entrada y salida de la misma.
Salimos de la estación de Serón y tomamos dirección a Alcontar. Suave y tediosa subida, pero el firme está bien acondicionado y la vía, en general, cuidada con esmero.
Generalización del paisaje que encuentra el ciclista. Poquito, como veis, para contar. Y eso que nosotros ya le echamos imaginación. De cuando en cuando, molinos de viento.
Conforme subimos nos encontramos a la derecha con la barriada de Fuencaliente, presidida por su iglesia con mirador. Un buen lugar para tomarse la merienda.
Sin comentarios. La única razón para que casi siempre aparezca el del maillot amarillo es que era yo el que llevaba la cámara.
Estadio Los Donatos… ¡ahí es ná!. Ven?... adivinan?... las porterias al fondo. Casi todo, pero todo no, es proporcional.
Cargadero del Tesorero. Es el que peor ha resistido el paso del tiempo; una pura ruina.
Restos de lo que antes fue el antiguo trazado ferroviario. Esta señal vertical, ya en desuso, era parada o vía libre, según la viera el maquinista orientada de una forma u otra.
Puente sobre la rambla del Ramil; fin del trayecto. A partir de aquí, aunque sigue el trazado, el firme es impracticable.
A falta de honrado y dispuesto peregrino que nos hiciera la foto, hubimos de apañar como buenamente se pudo. Así resultó lo que resultó. Pero… bueno, en la próxima te esperamos.
Y esta la dejamos para demostrar al personal que no sólo sabemos dar pedales. Es mar, dar pedales es de lo que peor nos sale.
Ahora, a modo de postre, os dejamos las fotografías originales con una miajilla de música para mejor trasegar.
La Vidriera del Mairena
7/2/11
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3 comentarios:
Las cosas se pueden decir de muchas formas, y tu sarcasmo ofensivo acerca de una vía que acaba de ser estrenada y a la que le falta por construir más de 30km dice muy poco de ti.
Seguro que si fuisteis a algún bar os acogieron bien en esta tierra cuyo paraje, así como varias otras cosas, menosprecias. Somos humildes y como ves, no hay mucho dinero para obras faraónicas. Lástima que no todos dispongamos de tu cuenta corriente, eh?
Pues muy ameno el reportaje, como de costumbre. Coincido en que el lugar no daba para más, pero el solo hecho de juntarnos y pasar un buen rato justifica el cruzar media Andalucia para cabalgar juntos durante 22 kilometros sin contar los 10 o 20 que hicimos más tarde en Lucainena.
Enhorabuena Hermano, ¡Nos vemos en la de Alcaraz (Albacete) ¡¡
El Bosco Chico.
Amigo Roberto:
Vayan por delante mis excusas si algo de lo que escribí te resultó ofensivo. No fue mi intención.
Pero si es verdad, y me reitero en ello, que la ruta nos resultó algo aburrida.
Y eso no tiene nada que ver con el paisaje y el paisanaje de esta tierra, que es excelente y que quiero porque también es la mía.
No veo sarcasmo ofensivo ni menosprecio por ningún lado; si acaso una nota de humor que, desgraciadamente, no te ha llegado.
Lo siento, de veras, debo tener muy poca gracia.
Deberías hacer otras rutas por Vías Verdes de España, patearlas y conocerlas. La cosa no es cuestión de dinero; al menos no sólo de dinero.
Mis respetos.
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