IGOR MITORAJ, sobre ser un escultor polaco que nació en Alemania, se formó en Cracovia y trabaja en Italia, me parece un imprudente. Es lo que tiene no sentir raíces bajo los pies, a veces puede parecer que te caes del guindo. Las más, te caes.
Porque lo que no dicen sus biografías, pero se nota a la legua, es que el tal Mitoraj debió sufrir en sus carnes los prejuicios atávicos de un matriarcado despótico.
El resultado es que con su obra, ahora expuesta en la Rambla de mi pueblo, nos ha puesto a los pies de los caballos. A los hombres, digo.
Dos obsesiones alimentan la obra del don Igor; la de descabezar a los hombres y hacer ostentación de sus atributos varoniles.
Dirán sus mercedes que no es pa tanto. Lo es.
Y lo es porque su obsesivo planteamiento de representarnos con la cabeza cortada y en los pies y la aparatosidad en la sexualidad, dicho sea en cristiano y pa que me entiendan, con más cojones que el caballo de Espartero, ha dado pie y razones a los colectivos feministas a reivindicar, una vez más, aquello que vienen repitiendo desde el 6 de marzo de 1910: -“Cada cabeza en su sitio”.
Porque si no es de extrañar que la dichosa escultura haya sido visitada por todas las faldas de Almería para admirarla, celebrarla, envidiarla y comentarla, da mucho por culo que entre esos comentarios se cuele el de que ya quisieran en su casa, o entre sus piernas, los abalorios que el descabezado ostenta.
Así que me cisco en la madre que parió al Igor, al mito perdido, al hijo de puta que lo perdió y a la Concejala de Cultura del Ayuntamiento.
¿Conocen sus mercedes una canción de Javier Krahe que asegura que “la Jacinta mucho más?. Pues eso, que yo me quedo con la Jacinta.
Porque lo que no dicen sus biografías, pero se nota a la legua, es que el tal Mitoraj debió sufrir en sus carnes los prejuicios atávicos de un matriarcado despótico.
El resultado es que con su obra, ahora expuesta en la Rambla de mi pueblo, nos ha puesto a los pies de los caballos. A los hombres, digo.
Dos obsesiones alimentan la obra del don Igor; la de descabezar a los hombres y hacer ostentación de sus atributos varoniles.
Dirán sus mercedes que no es pa tanto. Lo es.
Y lo es porque su obsesivo planteamiento de representarnos con la cabeza cortada y en los pies y la aparatosidad en la sexualidad, dicho sea en cristiano y pa que me entiendan, con más cojones que el caballo de Espartero, ha dado pie y razones a los colectivos feministas a reivindicar, una vez más, aquello que vienen repitiendo desde el 6 de marzo de 1910: -“Cada cabeza en su sitio”.
Porque si no es de extrañar que la dichosa escultura haya sido visitada por todas las faldas de Almería para admirarla, celebrarla, envidiarla y comentarla, da mucho por culo que entre esos comentarios se cuele el de que ya quisieran en su casa, o entre sus piernas, los abalorios que el descabezado ostenta.
Así que me cisco en la madre que parió al Igor, al mito perdido, al hijo de puta que lo perdió y a la Concejala de Cultura del Ayuntamiento.
¿Conocen sus mercedes una canción de Javier Krahe que asegura que “la Jacinta mucho más?. Pues eso, que yo me quedo con la Jacinta.
7 comentarios:
Ya quisieran muchos...
¿Lo ven?
Aunque se escude en el anonimato, el anterior comentario ha sido hecho, sin lugar a dudas, por una mujer.
¿Adivinan por donde habría que colgar al tal Igor?
No sé qué clase de problema tienes con este asunto, solo he dicho que ya quisieran muchos...
A mí lo que me ha llamado la atención es que, grandes o pequeños, todos son gentiles. Les sobra pellejo, para mi gusto.
Ya hablaré yo con Igor, esta me la hizo cuanto aún no me había hecho la fimosis. Tendré que quedar con el para que actualice su obra, ahora la tengo mucho mejor ... más "bonita".
Si le consuela a vuesa mersé, las faldas sevillanas y de muchas ciudades más también han estado a los pies de esos "bienservidos" decapitados.
Por otra parte, no sé en su pueblo, pero el que servidora mora y habita adornaron muy bien el lugar.
Besicos, maestro.
Mi opinión ya la sabe Maese.
Y las malas lenguas tambien dicen que vuesa merced no es envidioso.
A su servicio.
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