Viviendo el pasado Lunes de Pascua, alguien me recordó la antiquísima costumbre, en algunos pueblos de España, de consumir la llamada Mona… o Mona de Pascua. La Mona es un alimento típico de la repostería española compuesto por un hornazo o torta adornado con huevos.
En algunos lugares, como en Olvera… mi pueblo, el lunes de Pascua -o de Quasimodo- se reúnen las familias o amigos para ir a comerse la Mona al aire libre, siendo costumbre de cascar el huevo de la Mona en la frente de otra persona.
El gasto de la Mona siempre corría a cuenta del Padrino. Y es sobre esa figura, EL PADRINO, con la que quería moldear este cristalito. Pero no el Padrino mafioso siciliano que tan bien encarnaron Marlon Brando y Al-Pacino, sino esa figura antaño tan importante y ahora tan superflua que nos acercó a la pila del bautismo a los que profesamos la religión católica.
Y es que, caí en la cuenta, no conozco quienes fueron mis padrinos. Si bien recuerdo perfectamente que los de mi hermano eran Antonio Villalba y su mujer Dolores, amigos de mis padres a quien en casa nos referíamos como “el padrino” o “la madrina”, de los míos sólo recordaba vagamente que, en un tiempo, fueron amigos de mis padres en la localidad de Olvera. Mi padre ya no vive y, desgraciadamente, mi madre no recuerda siquiera quien es ella.
Los padrinos, habrán caído en la cuenta, eran personas muy cercanas a los padres del bautizado y antiguamente adquirían una responsabilidad real sobre el futuro del recién nacido. A día de hoy, aunque en la teoría es lo mismo, me da que en la práctica los padrinos son más adorno que otra cosa. Afortunado el que sea excepción de la regla.
Para remediar esta laguna documental en mi propia familia, paso con premura a dejar constancia que los padrinos de David, mi hijo mayor, fueron su abuelo Pepe (q.e.p.d.) y su abuela Mariana. Y los de Víctor, mi hijo pequeño, fueron su tío Juan González y su tía Isabel (q.e.p.d. ambos). Las dos ceremonias de bautismo fueron oficiadas en la iglesia de San José, en Estepona, por el sacerdote D. Diego Gil Biedma, que posee otro cristalito en este blog por derecho propio (enero de 2016).
Los padrinos de Toñi, la madre de los niños fueron Antonio Gil y su esposa Celia, amigos del abuelo Pepe, de los que poco después nunca más se supo.
Y ya sólo quedaba averiguar quiénes fueron los padrinos del Maestro Vidriero. Se me encendió la luz. Unas gestiones por internet me permitieron dar con la Parroquia de la Encarnación, en Olvera, y por ende con Moisés, su párroco. Lo demás todo es gracias al buen hacer y mejor disposición del sacerdote, que en muy breve tiempo me envió la joya documental que les muestro:
Gracias a ella pude averiguar que mi sobrenombre, del que nunca nadie me habló, es Del Sagrado Corazón, y que mis padrinos fueron FRANCISCO SERRANO PERNÍA y DOLORES GÓMEZ MUÑOZ, muy amigos en aquellos entonces de mi padre y de los que, al salir del pueblo, les perdimos el rastro definitivamente. En aquellos tiempos, años 50/60, viajar no era actividad común en la clase trabajadora.
Y les voy a dejar con una imagen de la pila bautismal de la aldea del Pozuelo, pedanía de Zalamea la Real, en la que sin lugar a dudas fue inscrito al catolicismo el abuelo Vélez.