Desde hace días venía con ganas de escribir sobre el tema. Pero he preferido dejarlo ir pasando hasta que el drama, fuera el que fuera, se consumara. Ya se ha consumado.
Tendría que empezar diciendo, para que sepan con qué cartas
jugamos, que futbolísticamente hablando,
a mí Almería me la refanflinfa. A un apátrida como yo las raíces futboleras no
le venían en el lote del empadronamiento. Cuando elegí Almería para pasar el
resto de mis días, no venía incluida la pasión futbolera por el equipo de la
ciudad. Ese lugar ya estaba ocupado por el blanco del Madrid, que es el equipo
de corazón de la mayoría de los que no tienen raíces.
El caso es que la UD Almería lleva unos años persiguiendo el
sueño de ascender, otra vez, a primera división. Mi amigo Enrique dice que eso
es “engordar para morir” y estoy bastante de acuerdo con ello. Es un sueño, sí,
pero un sueño sin futuro… ya lo conocemos de otras veces.
Faltaban dos semanas para terminar la Liga en segunda
división. Dos partidos. Al Almería, para ascender, le bastaba con ganar el primero
de ellos. En casa, contra el Alcorcón, último de la tabla y ya descendido, con un entrenador almeriense... para más señas; sin
nada pues que jugarse.
Salvo el honor, claro. La honrilla… ya saben. El respeto... conocen del respeto?
Y Almería, desde las instituciones, pasando por el pueblo y
finalmente el equipo, se vino arriba. Se declararon de primera antes de
serlo. Vendieron la piel de oso antes de cazarlo. Y el resbalón fue de época.
No me dolió lo más mínimo; les estuvo bien empleado… por osados y
bocachanclas.
La ciudad entera se llenó del acta notarial que se
autodeclaraba de primera. Lo documento, claro.
Pero el Almería no fue capaz de ganarle al Alcorcón.
Olvidaron aquello del “alcorconazo”; nadie escarmienta en cabeza ajena. Y
quedaron con el culo al aire y la sonrisa descompuesta.
Quedaba una última bala; ganarle en la última jornada al
Leganés, otro equipo que tampoco se jugaba nada.
El Almería, un flan en las postrimerías de la competición,
tampoco fue capaz. Los noventa minutos terminaron con un empate… in extremis.
Por qué el Almería ascendió entonces a Primera División? Pues
ascendió porque el Alcorcón volvió a hacer de las suyas y recetó al Eibar, otro
de los equipos en disputa, un nuevo alcorconazo. En el tiempo añadido, el
mismo jugador que marcó al Almería, les clavó el gol que les echaba fuera de
los dos primeros puestos que aseguraban el ascenso automático. Ver para creer.
Le valió a la UD los méritos que hicieron a lo largo de la
competición y la aparición de la Virgen –esta vez vestida de amarillo- en la
última jornada.
A mí modo de ver, es una opinión, sólo el Valladolid –el otro
equipo que asciende- cumplió con lo que se esperaba de él en las dos últimas
jornada de la competición. Que no era otra cosa que ganar… y sin echar el pico
a pasear.
Esta anécdota, con moraleja, trasciende del ámbito del
fútbol. La podemos aplicar a otros asuntos de la vida.
Quien quiera anotar, que anote.