Escondido en las entrañas de Sierra Cabrera, en el municipio de Turre, se encuentra el asentamiento morisco de Teresa. Allí, en una hondonada abrigada entre las escarpadas laderas, se diluyen en el tiempo los restos de lo que fue la iglesia del poblado.
Las primeras noticias que se tienen de este lugar se fechan en el año 1488, cuando las tropas de Fernando el Católico toman el poblado al mismo tiempo que Vera y Mojácar. Existe un censo de 1495 que fija una población de 151 familias de musulmanes, lo que viene a suponer unos 750 habitantes.
Las relaciones con sus vecinos nunca fueron buenas. Tampoco la convivencia entre ambas religiones lo que desemboca en que, hartos de represiones, los habitantes de Teresa la abandonen en el año 1505 y huyan a las costas de Berbería.
Juana I @ la Loca ordenó la repoblación del asentamiento, que se distribuyó entre 70 familias de cristianos viejos. Rodeados de otros asentamientos moriscos, la convivencia siguió siendo igual de conflictiva y una noche del año 1509 volvieron algunos de sus antiguos pobladores desde el exilio africano, guiando a un grupo numeroso de corsarios, y capturaron a todos los cristianos que estaban residiendo en Teresa y se los llevaron cautivos. El acontecimiento tuvo graves repercusiones en toda la comarca, pues todavía en 1513 la gran mayoría no habían sido rescatados.
Desde entonces ningún cristiano quiso vivir en Teresa, quedando como única salida a la Corona la venta de las tierras dejadas por los moriscos a la ciudad de Vera.
Más tarde vendría la Guerra de las Alpujarras y una sucesión de nuevos éxodos. Finalizada la guerra Felipe II ordenó un nuevo repoblamiento por familias cristianas. Sin embargo, el 28 de noviembre de 1573, Said eb Doghali, almirante de la armada de Fez, desembarcó con su ejército en Carboneras, después subió a Sierra Cabrera, pasó rodeando las villas de Cabrera y Teresa, atacó Cuevas del Almanzora, ya repoblada de cristianos y saqueó sus casas y atrapó a 245 personas, dejando un rastro de casi treinta muertos.
El hecho alarmó a todos los repobladores que habían llegado y en particular a los que se iban a instalar en Teresa, por ser una zona aislada y desprotegida. Y fue tal el temor, que ya nadie quiso vivir en ella; todos los intentos por repoblarla fracasaron.
Y nunca fue habitada con posterioridad. Allí quedaron sus molinos, sus almazaras, su castillo a la intemperie, y las bocas enriscadas de sus cuevas asomadas a las ruinas de la humilde iglesia, principal vestigio de lo que aquello fue. Ruinas que nos hablan de la historia y el hechizo que aún a día de hoy transmite el poblado morisco de Teresa.
Nota:
En mayo de 2023 el ingeniero de edificaciones Francisco Bernardo Pérez López publica un estudio sobre la iglesia-mezquita de Teresa en el que, amén de otras curiosidades, establece sin lugar a error que la puerta del edificio se encuentra exactamente en el lugar en que se encuentra para recordar a los vecinos de antaño -gente analfabeta en su mayoría- que la iglesia fijó el 31 de marzo de cada año como la fecha del equinoccio eclesiástico, esto es, el evento solar marcado por la iglesia como inicio de la primavera y que sirve para determinar en qué día cae el Domingo de Resurrección.
Para demostrarlo, el 31 de marzo de 2022, al amanecer, ya se encontraba en el interior de la iglesia, cámara en mano, el señor Pérez López para evidenciar esto…
… que a las 8’20 horas, sólo ese día en todo el año, el sol sale justo por el vértice de la V que forman las montañas que se encuentran frente a la puerta de la iglesia mezquita de Teresa. Nada es casualidad... !el templo es una especie de reloj solar¡