El cristalito de hoy va precedido de una advertencia. Seria. No sigas leyendo si tienes el estómago delicado, si eres de natural apocado, tiquismiquis. Vete al youtube y te ves, otra vez, la chilena del Ronaldo. Avisaico quedas.
Éramos pocos, y parió la abuela.
El piso que linda con el de doña Mariana, era el de María Teresa y Manolo. Manolo, mecánico de automóviles, medró en la época en que la Costa del Sol sufrió su particular boom y tanto lo hizo que pudo costear un bloque completo para él y para sus hijos; cinco viviendas en total.
Su antiguo piso, el que linda con el de doña Mariana, pasó –con mejor y peor fortuna- a ser habitado por un sinfín de individuos en régimen de alquiler.
Con los dos últimos, de cinco años para acá, las han tenido de todos los colores. Finalmente, tras un largo proceso judicial, hace unas semanas los últimos inquilinos abandonaron el piso y su legal propietario pudo, por fin, tener acceso al mismo.
Casi mejor no haberlo hecho.
Ayer tarde los operarios de una empresa especializada que va a tratar de volverlo a hacer habitable nos advirtieron que tuviéramos herméticamente cerradas puertas y ventanas… y tapados todos los desagües de fontanería.
Esta mañana, cuando salía para el club de tenis, los vi que se disponían a entrar envueltos en unos buzos blancos y con mascarillas. Cuando he vuelto… a mediodía… la situación era surrealista. Les he pedido autorización para hacer fotos porque no se creerían lo que les estoy contando. Diógenes, al lado de los tiparracos que habitaron el piso, era el Marqués de Medina Sidonia. Ellos, que tampoco deben estar muy acostumbrados a este tipo de situaciones, me han invitado a pasar a los dormitorios para que documentara… pero he declinado la invitación; con lo visto me sobraba.
La pregunta es… ¿cómo una persona puede vivir en esas condiciones?
Pues nada… primero tendrán que desalojar la vivienda de todos los enseres, que van directamente a unos grandes contenedores de basura que han puesto en la calle, luego fumigarán y desinfectarán, picarán las paredes y levantarán el suelo… que es irrecuperable, puertas, ventanas e instalaciones eléctrica y de fontanería… todo nuevo. Un pastón.
Pero lo peor, para los vecinos, no deja de ser el peligro de infecciones que un nido de inmundicias como ese genera en un edificio.
Y luego nos extrañábamos de ver, de cuando en cuando, alguna cucaracha errante por las escaleras.
Anda que si esto nos pilla en verano.
Epílogo:
Han pasado unos días desde el episodio que les relato. Pensaba en un principio incluir un completo reportaje fotográfico… pero luego he pensado que la inmundicia no merece protagonismo. Va a bastar con una muestra…
La Vidriera del Mairena
17/4/18
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