Mi buen amigo y compañero de fatigas deportivas AA me había planteado un reto ciclero; se trataba de marchar desde los Altabacales Altos al Puerto del Alacrán; y regreso, claro. Era algo que permanecía anotado en la agenda y que ya empezaba a oler.
Desde su particular perspectiva de los desniveles, aquello sería coser y cantar. Algo así como la vida en rosa, pero en bicicleta.
Así que fijamos el domingo de resurrección, nunca peor elegido, como fecha para terminar de una vez por todas con esta tontería.
Uno, previsor, se había entrenado unos días antes recorriendo la ribera del Palmones. Ruta esta que se hace bajo la atenta mirada de los muchos toros bravos que por allí pastan. Tierra feraz sembrada de palmitos, espárragos, hinojos y tagarninas. Algo llanito como la palma de la mano y paso previo para desentumecer y tonificar los músculos.
Mientras subíamos hacía la cumbre de Sierra Bermeja, las monturas sobre la baca del coche, mi buen amigo debió pensar que algo de sal había que poner a tan descafeinada jornada, y en vez de detenerse a la altura de los Altabacales siguió marcha hasta el mismo puerto de Peñas Blancas, confluencia de caminos a Jubrique y Genalguacil, y punto donde se situó una meta de la Vuelta Ciclista a España en el año 2013. De ello da constancia el monumento que allí se erigió y que recuerda, al que no sube a pedales, que triscar estas cuestas es algo parecido a la muerte a pellizcos.
Esta ocurrencia significa que nuestra ruta la comenzaríamos con un descenso de dos kilómetros. Traducido al cristiano, significa… no más, que para terminar tendríamos que hacer el mismo tramo pero… subiendo. O sea, de postre.
Pinos, pinos y más pinos. Una vereda serpenteante entre las cumbres. Una vista infinita hasta la costa. Cabras asalvajadas entre las rocas. Un lujo de paisaje y un lujo el respirar aires que nadie más respira.
Pese a la supuesta ausencia de desniveles –la madre que lo parió-, la aventura mereció la pena y estoy dispuesto a repetirla. Máxime cuando, sabiendo lo que me espera, ya llevaré hecho el cuerpo… y la piernas.
Parece oportuno añadir que el trayecto de ida y vuelta son unos veinte kilómetros y que no es aconsejable hacerla ni en pleno verano, por los calores, ni en invierno… porque te puedes helar en la cumbre.
Les dejo fotillos y el enlace a la ruta del Runtastic.
… y finalmente,
¡pa habernos matao!
https://www.runtastic.com/es/usuarios/juan-dominguez-1-5/sesiones-deportivas/429194784
La Vidriera del Mairena
10/4/15
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