La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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18/1/12

confieso que me he dopado

Y, esta vez, no ha sido con vino tinto.
Verán sus mercedes:

Hace unos días tuve un cuasi accidente con la boscomoto. Una fulana de siniestra encaradura decidió pasarse un stop por el fernandito y accedió a la vía por la que yo circulaba cuando prácticamente me tenía encima. Para no estamparme contra ella fuí obligado a dar un bandazo y la moto terminó sobre la acera y yo cagándome en su puta madre. A dios gracias no iba a mucha velocidad.
Con todo, la moto se venció a un lado –como el Costa Concordia, pero en secano- y para no terminar ambos en el suelo necesité sostenerla a base de deslizar los dos generadores de testosterona a la pierna derecha. Ello ocasionó que los músculos gemelos se montaran, distendieran y unos cuantos “eran” más que han dado mucho quebranto. Ya estoy mejor, gracias.
Para colmo, la fulana no se detuvo.
Pero me he quedado con su cara, con el modelo y color de su coche, y con unas ganas infinitas de pegarle un pellizco retorcío en el fernandito que menté antes.

Un par de días después, tenía una cita tenística ineludible y a ella acudí; como un machote.
Como la pierna seguía dando problemas, opté como remedio alternativo por una buena rociada con el reflex ese milagroso que tanto anuncia la tele.
Ahora tendrán que imaginar la escena: Uno sentado en el banco del vestuario, en pelotas, con el bote de reflex en una mano y la pierna estirada.
La primera vez que pulse el botón del spray, el reflex no salió; la segunda, tampoco. La tercera -porqué coño no sale esto-, esta vez con más fuerza, si salió… pero el pitorrillo estaba apuntando directamente a mis güitos –ya no a los gemelos- y estos quedaron perfectamente impregnados con tan aeróbica sustancia.

¿Han probado alguna vez a echarse reflex en los huevos? (*)

No hay mal que por bien no venga. He descubierto una nueva sustancia dopante y que no da positivo en los test antidopings. Gané el partido 6-2, 6-3, corrí mi pista y la pista de al lado y mi contrincante aseguró al terminar, sin ningún recato, que le parecía haber estado jugando contra el Correcaminos.
También me preguntó varias veces, cuando nos cruzábamos para cambiar de campo, porqué tenía lágrimas en los ojos.

Ayer mañana, preparado para mi paseo dominguero con Lagartija, la primera pedalada no obtuvo respuesta por su parte. La segunda tampoco. Hube de apearme para comprobar que al giro de pedal no respondía la tracción de la rueda trasera, pese a estar la cadena perfectamente colocada.
Saqué de la mochila el reflex –ya siempre lo llevo conmigo- y espolvoreé la zona a conciencia… pero que si quieres arroz, Catalina. Está claro que Lagartija no responde a los mismos impulsos que este que les escribe, y que habrá que hospitalizarla.

A modo de mimitos, les voy a dejar una fotografía de Lagartija, muy favorecida. Es del último domingo que salimos juntos, aquel en que la niebla fue nuestra compañera. Pero eso quizás se los cuente otro día…

(*) La voz de mi conciencia diría de la frase que me paso de ordinario. Es muy posible, al César lo que es del César; pero uno habla así y, definitivamente, tiendo a escribir como hablo.

días de niebla