La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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4/11/18

Camilo

Camilo ronda los 80 años y tiene un perro, Golfo, que no le va a la zaga en cuanto a cumpleaños dejados atrás. Son inseparables.

Se les puede ver, a menudo, paseando las aceras del barrio; calmos, pausados, serenos, atentos a la vida que se mueve a su alrededor. Camilo y Golfo son un elemento más del lugar, tan cercanos y entrañables como lo pueden ser el cura de la parroquia o el médico de cabecera al que todos vamos. Camilo y Golfo son una parte más del paisaje; son el paisaje mismo.

Golfo nunca va atado, ni falta que hace. Permanece junto a su amo y amigo y nada le altera. No le conozco un ladrido, una carrera, o un gesto brusco. Golfo, y Camilo, son la personificación de la mesura.
Tampoco Camilo lleva bolsas para recoger excrementos, que sustituye por un folleto comercial de los que dejan en su buzón publicitario. Cuando Golfo quiere hacer sus necesidades, se para y mira fijamente a su amo; este extiende en la acera el folleto publicitario y el perro, invariablemente, hace sus necesidades encima. Luego Camilo lo recoge y lo deposita en el contenedor de basuras más cercano.

Camilo está casado, pero raramente le veo acompañado de su mujer. A Camilo siempre le veo con su perro. Es por eso que supongo, sólo supongo, que la muerte de Golfo le dolerá tanto como la de su señora… como sea que se llame.

Camilo, que se jubiló hace ya cienes de años, también perteneció a mi empresa y llegamos a coincidir unos años, aunque desarrollando distintas funciones. Él se dejaba la vida en el cuidado de las motocicletas para que nosotros no tuviéramos que dejar las nuestras una vez las montábamos. Camilo era capaz de desmontar y volver a montar una Sanglas 400 con los ojos cerrados. Y ante la negativa de cualquiera de ellas a ponerse en funcionamiento, bastaba una imposición de manos de Camilo para que arrancase echando leches. Lo que te cuento.

Mantengo una relación cordial con Camilo, nos vemos casi a diario; nuestro barrio es un territorio familiar. No voy a decir que sea mi amigo porque Camilo no tiene las llaves de mi trastero, pero nos tenemos cariño… y respeto.

El caso es que un día le pedí que me dejara hacerle unas fotos, acompañado de Golfo… claro, y no puso ninguna pega conocedor de mi afición por la fotografía.

Fueron pasando los días, las semanas, los meses, y nunca encontraba el momento adecuado. Hace unos días, me dijo: Oye Mairena, si quieres hacer las fotos te vas a tener que dar prisa… Golfo no creo que nos aguante mucho.

Me la he dado. Camilo y Golfo, Golfo y Camilo, ya nunca dejaran de pasear las aceras de mi barrio.

Y yo me he quitado un peso de encima.

Camilo y Golfo


Otrosí:

8 de enero de 2024. Golfo ha muerto.
Nos dejó hace unos días; antes de que comenzaran las navidades según he sabido.
Se fue como vivió, en silencio y con mesura. Y nos ha dejado un poco más solos.
Pero a quien ha dejado en la más absoluta soledad es a Camilo. Tal es así que ahora pasea el barrio y ni siquiera parece el mismo. Le falta su escudero, su sombra, su eco, su compañía.

Joder... nunca había rezado un Padrenuestro por un perro.


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