La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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10/7/22

así que pasen otros veinticinco años.

 

El día 12 de este mes se cumplen 25 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco. No es un aniversario cualquiera. Es el recordatorio del horror sobre el horror. El aniversario del día de la sevicia y el sadismo. De la ignominia.

Aún recuerdo el pellizco en el estómago, el dolor, la impotencia… y la rabia. Sobremanera, la rabia. Veinticinco años no han bastado para mitigar esas sensaciones. Veinticinco siglos tampoco bastarían.

Y aún nos duele más cuando vemos que este gobierno legítimo y sin embargo podrido hasta el hedor, va de la mano de aquellos que lo asesinaron. Disparan, otra vez, sobre la nuca del chaval de Ermua.

Ignacio Camacho, lo describe muy bien en un editorial del ABC. Así que pasen otros 25 años, lo titula. Como yo no podría hacerlo mejor, seré breve.

Pero no me sale de las tripas dejarlo pasar sin más, sin dar la cara, sin recordar que yo fui de los que se pintó las manos de blanco. Que siguen pintadas todavía.

Y puedo jurar sobre su memoria, tan histórica como la de esos malnacidos, que nunca le olvidaremos. Ni nosotros, ni nuestros hijos, ni los hijos de nuestros hijos.








6/7/22

el incidente

 Me llamó por teléfono mi amigo el Sherpa.

-Oye, Juanito, que resulta que tengo una cita tenística para el martes, pero me ha surgido un compromiso y tengo que acompañar a una cita médica a mi padre. Te importaría a ti, ya que estás por aquí, sustituirme en la pista? Así no dejo tirado a mi contrincante y tú te quitas óxido.

-Eso está hecho, colega.

-Pues el martes a las diez, en el club de tenis de Estepona, tu rival se llama JM y es de tu nivel… más o menos.


Y el martes a las diez, vestido para la ocasión y con las armas en la mano, estaba el tío en el club de tenis. Llegó JM –Jota a partir de ahora-, nos dimos a conocer y nos presentamos. Jota era más o menos de mi edad y tipo, pero sin barriga. Pista 4; y sin más problemas pasamos al calentamiento.

En la segunda bola del calentamiento que golpeaba Jota resbaló en la arcilla recién regada y se pegó una costalada del copón. Pero lo peor es que no se levantaba.

Corrí al otro lado de la pista, donde Jota permanecía tendido.



-Creo que me he roto algo, dijo. No puedo mover la pierna izquierda.

-Tranquilo Jota, ahora mismo pido ayuda.

Corrí hacia la casa social del Club, conté brevemente lo sucedido y pedí que solicitaran una ambulancia, tras lo cual volví acelerado a la pista.

Jota permanecía caído sobre la arcilla de la pista, relativamente tranquilo, pero decía que no podía mover la pierna izquierda y que el pie lo tenía dormido. Una compañera de club acudió para contarnos que la ambulancia ya llegaba y hacernos compañía. Reparé, cómo no, en el color y la longitud de su falda de tenis. Vuelto al mundo, coloqué mi cuerpo junto a Jota, de forma que el sol… que ya empezaba a calentar… no le diera en la cabeza.

-el resbalón maldito; la zapatilla azul es mía, la blanca la de Jota, que permanece espanzurrao en la arcilla.

Y la ambulancia tardó en llegar más de media hora. Y sólo venía en ella un técnico sanitario. Nos llevamos las manos a la cabeza y él nos dijo, resignado, que así estaban las cosas. Hay sólo dos ambulancias medicalizadas para las poblaciones de Estepona, Casares y Manilva. Tela marinera. Traducido a román paladino; que si tienes algo de morirte te vas a morir y nadie lo va a remediar.

El mono-sanitario tras interesarse por el estado de Jota, y sin mucha idea de lo que allí estaba pasando, optó por lo común. Volvió a la ambulancia, se trajo la camilla y con la ayuda de nosotros pusimos a Jota sobre ella; al moverlo puso el grito en el cielo.


Una vez la camilla sujeta a la ambulancia coloqué su bolsa de tenis junto a Jota, le di ánimos como pude, y la ambulancia partió hacia el hospital comarcal de la Costa del Sol.

Cuando la ambulancia abandonó el recinto el director del Club de Tenis pretendió buscarme otro rival. Ya eran más de las once de la mañana y el sol apretaba de cojones.

-Sabes que te digo, F?  Que hoy ya se me han pasado las ganas de tenis; me voy a casa.


En el camino de vuelta llamé al Sherpa para contarle lo sucedido. Al fin y al cabo es su amigo. Le dije que se interesara por el estado de Jota y que me informara.

Me volvió a llamar cuando ya el sol se ponía:

-Juanito, he podido contactar con los familiares de Jota. En principio tiene el fémur roto, pero además no le pueden operar por ahora porque tiene de antiguo una complicación cardiaca y tienen que esperar unos días.

Y en esas estamos… dejaremos pasar unos días… y ya volveré a contarles en que queda esta catastrófica historia que nos enseña que, también el tenis, es un deporte de riesgo.

Otrosí:

Han operado a Jota en el hospital comarcal de la Costa del Sol. Las noticias que me llegan es que se ha resuelto lo de la fractura y que ahora toca recuperarse y rehabilitación. Que la cosa se alargará. Los médicos, siempre "optimistas", le han dicho que se vaya olvidando del tenis. Yo prefiero pensar que, de aquí a un año, podremos jugar el partido que tenemos pendiente. 

Pero si eso no fuera posible, también estará bien compartir una cerveza en la terraza del Club de Tenis de Estepona. Cuando una puerta se cierra, otra se abre.