La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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22/1/15

A la Charca por la cuesta del Atanasio.

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Ante unas tazas de café humeante y una bandeja de churros –made in Cordobesa-, mi amigo Antonio Atienza y yo convinimos que las pistas estaban chorreando y no estaba la mañana para tenis. Aunque el sol estaba fuera, la nieve caída en las montañas próximas –que parece mentira que esto sea la costa del sol- y el viento suave del norte impedía que el termómetro superara los ocho grados –frío polar, en cualquier caso-.

-Qué hacemos?
-Yo voy a por Julieta y me voy de guacabaud; la temperatura irá subiendo conforme avance el día.
-Vamos a la Charca de las Extranjeras.
-El río estará crecido, boquerón.
-Mejor nos vamos por la Cuesta de Atanasio, llegamos donde podamos y aluego… ya vemos…
-En la rotonda de San José, dentro de media hora.

Nos vestimos de ciclista, agarramos las monturas y fuimos dejando atrás la línea de costa; el sol, empezaba a calentar un poquito.
El tal Atanasio, el mu malaje, debe estar quemándose en el infierno. Porque solo a alguien con muy malas ideas se le ocurre trazar un camino que suba donde sube este. Una vez arriba, recuperado el resuello, nos dejamos caer por un camino terrizo en buenas condiciones que lleva a la cuasi confluencia de los ríos Padrón y La Cala.

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Solo el cielo sobre nosotros

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Observe el lector, al fondo, la presencia del Peñón de la Ignominia

Lo evidente es lo evidente y no necesita muchas explicaciones. La lluvia caída estos días hace que los arroyos bajen la mar de contentos. Nada desde luego que nos pudiera echar atrás. Así que después de vadearlos unas cuantas veces, mojarnos los pies, cargar a hombros las bicis y echar unas risas, hemos llegado algo más allá del Quinto Molino, lugar donde es de todo punto imposible seguir con cabalgadura.

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Las hemos amarrado de forma segura para adentrarnos en la garganta por la que baja el arroyo. Ahora, además de los pies, también nos mojamos el culo.
En ocasiones nos valimos de las ramas de los arbustos para poder colgarnos y seguir río arriba.
Pero al fín llegamos a la famosa charca, donde por cierto no había ninguna extranjera. Ni nacional. Sólo estábamos dos tontos muy tontos, pero que se lo estaban pasando de puta madre.
Para dejar constancia de la hazaña, nos hemos afotado.

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Luego tocaba desandar el camino. En algún punto me he detenido para mangar unos cuantos limones. Antonio no ha cogido ninguno pues los lugareños tienen de sobra en sus casas. A decir verdad, la mitad de los limones que aquí se producen –una ingente cantidad- terminarán tirados en el campo o malvendidos.

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Como el camino de regreso era prácticamente en descenso, seguía haciendo frío, y el sudor y la mojada se han secado sobre mi cuerpo, ahora tengo la garganta hecha una mierda.
Ha sido el precio. Barato… desde luego.

Enlace gps del trazado,
https://www.runtastic.com/es/usuarios/juan-dominguez-1-5/sesiones-deportivas/383199647