La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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25/7/24

Cincuenta años no es nada.

En un cristalito cercano, abril de 2024, les hablaba sobre unos entrañables amigos de mi padre, el abuelo Vélez. Se trataba de Antonio Villalba y su mujer Dolores. 

 

Antonio y Dolores tenían su casa, la siguen teniendo, frente al Cuartel de la Guardia Civil en el que vivíamos nosotros. Ni el abuelo Vélez, ni Antonio ni Dolores están ya entre nosotros, pero la casa sigue en pie y cuidada por sus hijos.

 

Después de abandonar Olvera, por imperativos de la carrera militar del abuelo Vélez, aquella amistad se mantuvo a través del tiempo. Alguna que otra vez volvimos por Olvera. En una de esas visitas, corría el año 1967, el maestro vidriero fue fotografiado junto a los hijos del matrimonio Villalba. En cualquier caso, se trata de una fotografía entrañable.

 

El cariño de los padres se transmitió a los hijos. Y como uno, pese a sus ínfulas urbanitas, sigue siendo fundamentalmente de pueblo, ha seguido visitando Olvera de cuando en cuando. Visitar el santuario de la Virgen de los Remedios ha sido una razón más para hacerlo.

 

Y en cada una de esas visitas ha intentado volver a los orígenes, encontrarse con la familia de Villalba, el querido amigo de mi padre… siempre sin éxito… hasta hace unos días.

 

Una vez más toqué el timbre del núm. 50 de la calle Julián Besteiro, y esta vez si había alguien en casa.

 

-Buenos días. Sigue siendo esta casa de la familia de Antonio Villalba.

-Lo sigue siendo, yo soy su hija.

-Entonces tú seras Loli, Loli Villalba.

-Así es.

 

Fue cuando saqué la fotografía en sepia que llevaba preparada y la puse ante sus ojos.

 

-Madre del amor hermoso… acertó a decir con cara de incredulidad total. Esta soy yo… y este…

 

Si, “este” era el Maestro Vidriero cincuenta y siete años atrás, que había dado los pasos necesarios para que el círculo, al fin, se cerrara.

 

Lo que siguió a continuación no encontraré palabras para trasladarlo a este escaparate. Besos, abrazos, emociones y alguna lagrimilla de esas que se escapan con facilidad a la buena gente. Un breve repaso a las vidas de los nuestros y la promesa de volver… cuando sea posible. Ganas no van a faltar.