La Vidriera del Mairena


-Dios tolera lo intolerable; es irresponsable e inconsecuente.
No es un caballero.
(Don Jaime de Astarloa. El maestro de esgrima.)

-Escribir es meterse en charcos.
(Juan de Mairena.- Maestro Vidriero).


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29/4/25

20 segundos para la publicidad


Vivimos tiempos en que todo tiene que ser inmediato. La vida te arrastra como si fuera un temporal de levante. No hay tiempo para el sosiego y la mesura. Ya no dan en la tele El Alma se Serena.

Y para dar remedio a esa inmediatez, ese aquí te pillo aquí te mato o el arreando que es gerundio de toda la vida de Dios, he inventado un nuevo blog que les invito a visitar.

Llegarán a él si picas en el siguiente enlace, Ciento Una y sus hilos tienen ciento una palabras. Ni una más ni una menos. Como este.


el apagón


Y de pronto, se fue la luz.
28 de abril del año de desgobierno 2025.

La primera reacción es de incredulidad. Miras a tu alrededor intentando sorprender al que te está gastando la broma. No ves a nadie… lo asumes.
Luego, con desgana, te levantas y vas al cuadro eléctrico. Abres la puerta como si fueras Indiana Jones que va a descubrir el Arca Perdida. Pero allí no está el Arca, allí están todas las clavijas hacia arriba sonriéndote burlonas. Llega ahora la fase en que piensas que serán solo unos minutos. Intentas llamar por teléfono… pero no hay cobertura. Intentas conectarte a internet, pero no hay red.

Y es entonces cuando bajan y te rodean los siete jinetes del Apocalipsis que te empujan a la escalera de tu bloque para encontrar si hay alguien más confundido, ignorante y desesperado que tú.

Y allí, mientras resuena en tu cabeza el blue de la escalera del Sabina encuentras al más listillo del edificio que te suelta, con autoridad, que hemos sufrido un ciber ataque y que la madre de todos los apagones se extiende por España entera, Portugal, y quien sabe si por todo el mundo conocido.
-Y tú como sabes eso, Pepe? Y Pepe te cuenta que entre sus muchas virtudes está la de oír la radio en vez de ver la tele.

En una hora la vida ha retrocedido cien años. ¡La radio!. Quién tiene a día de hoy una radio… a pilas, que esa es otra. 
Vas al desván de tu casa, revuelves en los cajones, por los baúles, con la ropa de la mili… la radio… cómo era un transistor… 

Tuve suerte. Yo sabía que tenía un transistor y al final apareció con la misma intensidad y liturgia que si se me hubiera aparecido la Virgen. Corrí a ponerle pilas… cómo era esto… una, dos, tres… clik… brufffeikkbbbxxxx… EUREKA¡¡ funciona.

No me separé de mi fiel transistor el resto del día. Como nada me ataba ya en mi casa me eché a la calle, con mi transistor en la oreja eso si, aunque sabía que me estaban dando la información, de poca a ninguna, que el régimen filtraba por las emisoras adictas. 

En la calle encontré alguna alegría para recordar por los siglos de los siglos. Se escribirá mucho y se harán películas sobre esto. Corrillos de gente en torno a un transistor. Cientos de anécdotas y vivencias. Semáforos apagados y follón circulatorio. Comercios cerrados y tipos ociosos como yo perdiendo los pasos hacia ninguna parte. El chino de mi barrio haciendo palmas con las orejas pues vendió, en un rato, todas las existencias de pilas y de velas que tenía -incluso los cirios que le sobraron de la fiesta de San Pascual Bailón-.

Pero… saben qué… lo descubrí al final del día; había vida más allá del apagón. Había vida si decidías finalmente, hastiado, apagar también el transistor. 

Y llegada la noche, aún el mundo en tinieblas, el cielo estrellado más bonito que he visto en la vida.




23/4/25

Franciscus

Quizás alguno, a la vista de este cristalito, opine que era prescindible. Para su tranquilidad, y la mía, ya le anticipo que no se lo tendré en cuenta. Me alejaré, en estas líneas, de todo aquello que no sea lo principal; mostrar mi respeto al Papa que nos dejó hace unos días.

Ya de niño creí, a pie juntillas, en los Reyes Magos. Algunos con mucha malaje, me dicen que aún lo sigo haciendo.
Luego fueron mis héroes, y como tal los tuve, el Capitán Trueno y el Jabato, Roberto Alcazar y Pedrín, y Tintín con su perro Milú. A ellos les siguieron Sandokan y el capitán Nemo. Completó la lista Plinio, el sagaz policía local de Tomelloso, cuyas aventuras consumí con devoción en las novelas de Francisco García Pavón.
Recibí la educación que recibí y no será ahora cuando reniegue de ella; uno es lo que le enseñaron.

Así que creer firmemente en la figura del Papa, pese a ser un católico a medio gas, forma parte de mis convicciones más arraigadas. No es pues ingenuidad, sino necesidad intrínseca de seguir unos modelos, unas pautas, unas directrices… en fin, el buen camino que diría doña Concha.

Y dentro del escenario que les describo, el Papa Francisco, con los que le antecedieron, fueron objeto de referencia y respeto. El que en estas líneas les muestro.

Fundamentalmente el Papa Francisco me pareció un hombre bueno, humilde, mundano, cercano y con sentido del humor, antes persona que clérigo privilegiado.

Las banderas de mi pueblo, que son las mías, ondean a media asta. Mis oraciones las tiene aseguradas. 





21/4/25

Peones Camineros

 


De siempre he sentido una especial atracción hacia ellas. Al borde del camino, constituían, al tiempo, una referencia y un lugar de apoyo. Me estoy refiriendo, ya lo han adivinado, a las casillas de Peones Camineros.

Un Real Decreto de 25 de junio de 1.852 ordenó el inicio de su construcción. Muchas de ellas, al tiempo que lo hacían las carreteras de la que luego formarían parte. Generalmente eran dos viviendas que compartían un vestíbulo central y un huerto/patio trasero. Condición imprescindible era que tuvieran agua cercana, bien por algún río/arroyo o por un pozo productivo.

La idea original era que en ella residiera, de forma permanente, personal que se encargara tanto del mantenimiento y vigilancia de la carretera como del auxilio de viajeros, teniendo en cuenta las enormes distancias -y el incipiente parque móvil- que a veces existían entre las poblaciones.
La picaresca debió de surgir pronto y en varios reglamentos se prohibió a los camineros despachar comidas y bebidas o comerciar de algún modo con los viajeros.

Todos recordamos que sobre las fachadas de estas edificaciones solían dibujarse carteles con las distancias a que se encontraban las poblaciones próximas.

Durante la Guerra Incivil española se destruyeron muchas de ellas. Solamente en la provincia de Teruel, por poner un ejemplo, acabaron derruidas 63 de esas casetas.
Finalmente se ordenó la demolición de todas las que pertenecían a la red de carreteras del Estado. Las que se salvaron fue a instancias de Diputaciones Provinciales que las utilizaron como almacén, o fueron enajenadas a terceros para otros usos ajenos a la conservación de las carreteras.

En las proximidades de Luco de Jiloca, provincia de Teruel, alguien con una sensibilidad especial acondicionó una de esas casetas -construida en 1861- en una especie de museo visitable que ofrece al viajero una idea sobre los muebles, herramientas y austeridad del hogar de los sufridos peones camineros.

En la provincia de Almería también se conservan de modo milagroso alguna de estas casetas. Una se encuentra a la entrada de Laujar de Andarax, y otra -foto que les adjunto- en el km. 21’5 de la carretera local A-391 que cruza la sierra de Gádor entre Alhama de Almería y la población de Aguadulce. 

!Cuánta vida se esconde tras esos muros¡
!Cuantas vivencias a pie de camino¡
!Cuántas historias por contar¡

Hoy ya sólo sirven como lugar de parada y reposo para moteros nostálgicos como este que les cuenta.


7/4/25

la rebelión de los moriscos -parte 2-

Corría el verano del año 1569 cuando las Alpujarras fueron el escenario de un baño de sangre. Los moriscos irritados de Aben Humeya, hartos ya de estar hartos contra los desmanes de la Corona de Castilla, se levantaron en armas y fueron reprimidos, a espada y fuego, por las tropas del Marqués de los Vélez. Ellos, por su parte, tampoco se quedaron cortos. 

Aconsejo al lector se de una vuelta por “la rebelión de los moriscos” un cristalito que puede encontrar en noviembre de 2014 y que le pondrá en antecedentes.
De aquello ya no queda más que el recuerdo. Un recuerdo muy difuminado e idealizado, por cierto.

El caso es que, a día de hoy, son muchos los ayuntamientos que recrean aquel triste episodio de nuestra historia convirtiéndolo, por mor del auge comercial, en algo lúdico y festivo. El paso del tiempo, del mucho tiempo, puede difuminar casi todas las tragedias.

Y en ello estamos. En la localidad de Berja, se nos convocó el pasado fin de semana para hacer memoria de aquellas escaramuzas. 

No faltó de nada… recreación de la batalla, desfile de tropas, bailes de la época, zoco y mercado medieval, degustación de platos típicos pagados con fajardillos -moneda de la época-, juegos para niños y exposición de productos artesanales, todo ello -dicho sea de paso- recreado decentemente y con buen gusto por una compañía especializada.

Si les dejo unas fotografías, mis queridos clientes, ustedes se formarán una mejor idea de como pasamos una agradable y soleada mañana de domingo.